Palabra diaria
Mi fortaleza es mi apoyo.
Cuando me siento abrumado, recuerdo que la fortaleza de Dios en mí me da lo necesario para superar la adversidad y prosperar. La fortaleza divina se puede manifestar de muchas maneras. Puede ser la agudeza mental que me da fuerzas para superar las dificultades con diligencia, paciencia y persistencia. La fortaleza puede ser la templanza que me mantiene tranquilo y claro durante momentos turbulentos. Me ayuda a calmarme y a confiar en que siempre hay una respuesta, una manera que nos beneficia y bendice a todos. Mi fortaleza física me ayuda a lograr mi trabajo y mis diligencias cotidianas con facilidad. Cuando enfrento un desafío que requiere un poder y vigor extraordinarios, respeto mis límites, pero doy todo de mí. Sin importar el desafío, Dios es mi fortaleza y apoyo en todas sus formas.
HABACUC 3: 19
Tú, Señor, eres mi Dios y fortaleza (F)