‘Le dejé una montaña de plata a Correa’
Alfredo Palacio dice que su sucesor pudo transformar el país, pero no lo hizo.
El ex presidente de la República Alfredo Palacio (2005-2007) presentó en febrero pasado su última investigación científica titulada Insuficiencia cardiaca, una pandemia silente, tras sobrevivir al COVID-19.
A sus 83 años, Palacio, también autor de El sótano, un poder oculto sobre el gobierno de las naciones, rememora su papel en un momento en el que se afianzó la transición de poder entre los partidos tradicionales y una opción que enarbolaba ideas nuevas. Se atribuye haber dado visibilidad pública al expresidente Rafael Correa al nombrarlo su ministro de Economía, a quien reconoce como alguien inteligente, pero que representa a “la política vocinglera” de hablar mucho.
¿Cómo reacciona hoy ante las declaraciones de Lucio Gutiérrez, quien en los años 2005, 2006, lo calificó de conspirador y lo responsabilizó de su salida del poder, precisamente en abril del 2005?
Me resultaba risible como indignante porque nada de eso es
Correa fue enviado por Palacio a Venezuela para negociar con Hugo Chávez.
real. Desde antes de asumir el poder yo venía diciendo mi verdad. Hicimos una campaña política empeñándonos para Ecuador. Cuando asumo la presidencia, lo primero que les pedí a mis ministros es componer el país y que si alguien estaba pensando en las siguientes elecciones que por favor se vaya. Jamás conspiré, cuando todo empezó en abril del 2005 yo dejé de ir a Quito. Permanecía en el Instituto de Cardiología, en Guayaquil. Allí llegaban algunos de los llamados forajidos (como se conoce al grupo que derrocó a Gutiérrez). No tuve nunca una reunión secreta con nadie. No tenía financistas de nada, no tenía partido político, era yo solo.
¿Cómo era su relación con los líderes del PSC, como León Febres-Cordero y Jaime Nebot, que se decía que movían los hilos del poder?
En primer lugar soy contrario a toda su política... Sí recibía llamadas incluso de León Febres-Cordero. Estaba almorzando once de la noche, a esa hora las recibía. Él me decía: ‘Presidente, cuidado con los gringos, no les haga eso que está haciendo con el petróleo’ (la renegociación de los contratos petroleros y el cambio de los porcentajes que se llevaban). Lo escuchaba, pero jamás hice lo que él me pidió. No recuerdo que me haya llamado para otra cosa que no sea por el asunto petrolero, unas cuatro veces mientras fui presidente.
¿Quién le recomendó a Rafael Correa para el cargo de ministro de Economía?
Correa empezó a venir a mi Instituto (de Cardiología) a hablar conmigo como forajido y se sentaba con mucha paciencia, lo reconozco, a esperar que yo atienda a mis pacientes. Antes de eso sí sabía de él porque cuando empecé a hablar de los contratos petroleros recibía correos de tres economistas. Uno de ellos era Correa. Mi primer candidato para ser ministro de
Economía fue Johnny Czarninsky (hijo del dueño de Mi Comisariato), se lo propuse, pero en ese momento la cadena de supermercados estaba en una explosión de crecimiento, entonces se lo mandé a proponer a Alberto Acosta (Espinosa) y el mensajero fue Correa. Regresó y me dijo que no aceptaba porque yo le caía mal. No sé si sea cierto, pero luego alguien puso en duda de que realmente le llegara el mensaje a Acosta. Finalmente nombré a Correa.
¿Cuando usted dejó el gobierno sí le dejó la mesa servida a Rafael Correa?
Cuando entrego el poder, el 15 de enero de 2007, teníamos más de $ 2.000 millones en excedentes (por la venta de petróleo tras la renegociación de los contratos). $ 600 millones los dejé en el Fondo de Ahorro y Contingencia que eran emergencias y con eso es que el presidente nuevo empezó a gobernar con decretos de emergencia. Y los
Palacio dice que buscó ser candidato a la Presidencia en 2017 y 2021.
otros $ 2.000 millones los puse en un fideicomiso que se llamaba el Feiseh, dedicado solo a salud, educación, investigación científica, nuevas formas de energía, pero llegó el siguiente presidente y al año terminó con ese fideicomiso.
¿Cuál fue su desencanto con Correa ya cuando él era presidente de la República?
Tengo que ser honesto, Correa es muy inteligente y respetuoso conmigo. Yo soy a veces impulsivo y él siempre tuvo la tolerancia de aguantarme. No me gustaron estas cosas que pasaron porque no eran en lo absoluto limpias y finalmente me percaté de que estaba utilizando mi gobierno como tarima política y eso no lo podía permitir a nadie. Le dejé una montaña de plata. Esa medida que tomé que de mayo a diciembre del 2006 representó $ 2.600 millones, durante 2007 y 2008 fueron $ 14.000 millones fuera del presupuesto en un fideicomiso, es decir, había para transformar el país en un Singapur, pero se la gastó en otras cosas. Él buscaba el lucimiento personal y yo creo en otro tipo de política. Trabajar, trabajar y trabajar, darle a conocer al pueblo lo que necesita saber, sin insultar a nadie y lo más silenciosamente posible. Esta política vocinglera no me gusta mucho.
En su biblioteca veo el libro El estallido del populismo, de Álvaro Vargas Llosa. ¿Usted considera a Correa un populista?
Sí. Correa no tenía ninguna carrera política antes, la empezó conmigo y había probado su inteligencia, y no le hablé a (Hugo) Chávez (que en ese entonces era presidente de Venezuela) de lo que pueden considerarse deslealtades y prefiero ni tocar eso. Pero es importante saber cuáles son los objetivos que persigue un gobierno. Tuvimos muchísimo dinero y lo que dice (Lenín) Moreno (sucesor de Correa) que recibió fueron arcas vacías. En lo que a mí concierne yo sí lo encontré con arcas vacías, alambradas y oliendo a pólvora, me esforcé y me sacrifiqué sin partido político, sin un solo diputado. Lo que hacía, se lo decía al pueblo (que lo aprobaba en consultas populares) y al Congreso no le quedaba más que pasar la ley.
Correa se presentaba como izquierdista, su misma ideología.
Él se presentó siempre como un hombre muy de izquierda, pero serlo no es simplemente hablar contra Estados Unidos ni lo de Chávez, que dijo que apestaba a azufre. Ser de izquierda es sostener ideas y una de las cosas importantes por las que peleaba era el petróleo, pero lo más importante eran los derechos de propiedad intelectual.
¿Correa no luchó por esos preceptos?
En mi gobierno empezamos un juicio por la ayahuasca (que Estados Unidos patentó en la medicina) de la Amazonía. Nos ganaron, ellos patentaron, y nos ganaron en época de Correa, él debió haber defendido más eso. Al izquierdista Correa nunca le oí hablar de propiedad intelectual y era lo más importante.
El actual presidente de la República, Guillermo Lasso, está en la ideología opuesta a la suya. ¿Es lo que necesita el país en este momento?
Creo que Lasso está haciendo algunas cosas bien. La tranquilidad que ha traído, lo que es fundamental. No estoy de acuerdo con sus propuestas económicas porque favorecen al que más tiene, al capital más que al trabajo. No hay que olvidarse, esto sí es una cuestión ideológica, el trabajo es el que produce el capital. El concepto de ellos es que el capital siembra el trabajo, pero no, todo lo contrario. Pero sigo insistiendo, en toda nación deben existir izquierda y derecha.
¿Qué piensa de la pensión vitalicia a los expresidentes?
He recibido $ 4.226 mensuales, nunca los $ 5.635 como afirman en los decretos ni lo que dicen que han pagado en exceso. El descuento que afirman que aplicarán por lo pagado en exceso me parece una mala maniobra, no me parece decente. En todos los países los presidentes reciben una cantidad importante. ¿Qué sucede con un presidente? Tiene que mantener un estatus adecuado, una secretaria, un chofer, cierto decoro como expresidente. Además, en mi caso, no he sido empleado nunca. He ejercido una profesión liberal, para poder estar en la campaña y ejercer el cargo de vicepresidente y presidente dejé de trabajar por cinco años y por lo tanto no tenía ingresos. Me costó dos o tres años recuperar algo de mi profesión, a mis pacientes. (I)