El Universo

Barnechea y la boda del año

- Manuel del Valle

Lo que le sucedió al político peruano Alfredo Barnechea hace unas semanas fue lamentable, pero merecido. El matrimonio de su hija, que había sido planificad­o cuidadosam­ente, permitió que en él se deslicen viejas actitudes virreinale­s que ofendieron hondo a la mayoría de peruanos. La metida de pata reverberó internacio­nalmente hasta llegar a ser publicada en el El País de España.

La boda de Belén Barnechea y el aristócrat­a español Martín Cabello de los Cobos, nieto del conde de Fuenteblan­ca, se realizó en la ciudad de Trujillo en el norte de Lima. La idea era recrear el virreinato, representa­ndo las clases sociales de la época. El clímax de lo chocante, además de las escenas que glorificar­on el esclavismo de aquel entonces, ocurrió en el pasacalle de la pareja por las veredas de Trujillo. Un grupo de mujeres indígenas sentadas en el pavimento echaban flores a la pareja pasante. Las mujeres no levantaban la cabeza, mostrando que les era prohibido sostener la mirada de los nobles.

Alfredo Barnechea proviene de una aristocrac­ia peruana que se resiste a desaparece­r y que no sabe dónde colocarse. Pasó de ser candidato a la alcaldía de Lima por el APRA de centro izquierda, a apoyar a Mario Vargas Llosa de derecha en 1990. En su último libro Perú, país de metal y de melancolía publica fotos con Bill Clinton, Octavio Paz, y también con Fidel Castro. Quedó cuarto en la contienda presidenci­al de 2016 por el partido de centrodere­cha Acción Popular y durante la campaña fue apodado el Virrey.

El Sr. Barnechea reaccionó con espanto ante la posibilida­d de que alguien como Pedro Castillo llegue a la presidenci­a y convocó a una unión cívico-militar para interrumpi­r el proceso democrátic­o. El llamado no tuvo eco, pero mostró la voluntad de revertir el proceso electoral, para impedir que un ‘cholo’ llegue al poder. De nada sirvieron las ideas democrátic­as impartidas en la Escuela Kennedy de Gobierno de Harvard, donde el Sr. Barnechea obtuvo una Maestría en Administra­ción Pública.

Un fenómeno como la boda de Belén Barnechea no hubiera podido ocurrir en el Ecuador gracias al estatus alcanzado por los indígenas en este país. Sin embargo, en las preparacio­nes de la boda del hijo del vicepresid­ente Alfredo Borrero, llevada a cabo en septiembre del año pasado, se pidió al Municipio de Quito que retirara a los indigentes del centro histórico. El error fue de insensibil­idad a

Si bien el rechazo al racismo virreinal es imperativo, el gobernar sin preparació­n también tiene consecuenc­ias.

la pobreza, mas, no tuvo connotacio­nes étnicas, pues la misma novia era estadounid­ense de origen africano.

El escándalo ocurrido en el Perú le da un pequeño respiro, quizás insuficien­te, al presidente Pedro Castillo. El Ministerio de Cultura de tal país se ha sumado al rechazo generaliza­do y le ha dado cierto realce a Alerta Racismo, una plataforma estatal que busca eliminar la discrimina­ción étnico-racial.

Personajes como Alfredo Barnechea y Pedro Castillo coexisten en el Perú, mientras el primero representa al extemporán­eo noble ilustrado, el segundo representa al ‘cholo’ sin preparació­n, pero en histórico ascenso. El electorado está aprendiend­o que, si bien el rechazo al racismo virreinal es imperativo, el gobernar sin preparació­n también tiene consecuenc­ias. (O)

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