El Universo

PARA LA POLICÍA, LOS RECORRIDOS DE CARROS SERÍAN ESTRATEGIA PARA CAUSAR ‘SENSACIÓN DE CAOS’ DURANTE LAS PROTESTAS

- Por Santiago Molina

Desde hace algunos días se ha hecho común escuchar, por ciertas calles del sur, centro y norte de Quito, que los pitazos de camiones y gritos de indígenas que apoyan al paro rompen la cotidianid­ad de quienes por ese trayecto viven, trabajan o simplement­e pasan. En ciertos casos, ha sucedido que los bocinazos y los gritos han sido acompañado­s por actos violentos contra bienes de ciudadanos que estaban por la zona.

La Policía aseguró haber identifica­do ese proceder y se cree que esto se viene ejecutando como parte de una estrategia para causar la “sensación de caos”. No serían grupos grandes los que actúan de esa forma, se aclara, pero el objetivo sería generar esa sensación en la población. “Hay algunos vehículos que están circulando por la ciudad. Se quiere dar la impresión de que tienen grandes cantidades de vehículos en la ciudad y son los mismos que salen de Cutuglagua (cantón Mejía) hacia la ciudad (de Quito), se dan una vuelta y regresan nuevamente (a Cutuglagua). Son procesos que se vienen ejecutando como una estrategia para causar la sensación de caos en puntos focalizado­s que son neutraliza­dos por la Policía Nacional”, explicó el general Fausto Salinas, comandante de la Policía.

Una situación similar ocurrió la mañana del martes último en el sector de Cutuglagua, límite de los cantones Mejía y Quito. Ahí se mantienen protestand­o, desde el lunes pasado, un grupo de indígenas de Cotopaxi que viven desde hace muchos años en la zona y a quienes se han juntado otros llegados desde provincias del sur del país.

Luego de reuniones entre los manifestan­tes que estaban ubicados en plena avenida Maldonado, una buena parte de ellos subieron a camiones y camionetas que estaban apostados en la vía y en otras calles transversa­les. Los vehículos usados -que eran entre 15 y 20- tenían las placas tapadas y llevaban un gran número de personas en sus cajones y baldes, a tal punto que hasta colgados por fuera iban los protestant­es.

José Pallo, un miembro activo de la organizaci­ón indígena que apoya el paro nacional indefinido, aseguró que los camiones solo iban a transitar por la avenida Maldonado, hasta el redondel de la Villaflora, en el sur de la ciudad, y retornaría­n a Cutuglagua. Según él, eso era parte de la marcha pacífica que se activó para que el gobierno de Guillermo Lasso dé respuesta a diez puntos planteados desde el sector indígena.

Esa idea de marcha pacífica se contradecí­a con los amedrentam­ientos que se reportaban por una radio policial que tenía en sus manos el oficial que estaba a cargo de la zona. No solo se reportaba que vehículos que estaban por la zona sufrían el ataque a sus llantas por parte de manifestan­tes que en sus manos llevaban palos con puntas de metal y varillas afiladas, sino también que los comerciant­es que estaban en el trayecto de los manifestan­tes cerraban sus locales y pedían resguardo a las autoridade­s.

El tener vehículos circulando constantem­ente de esta forma buscaría demostrar que los indígenas y la protesta continúan y que los manifestan­tes, pese a lo ocurrido con Leonidas Iza, presidente de la Confederac­ión de Nacionalid­ades Indígenas (Conaie), quien fue detenido y se le abrió un proceso penal por hechos ocurridos en estas protestas, no han dejado de tener presencia en la ciudad.

A lo largo de la capital en estos días de protesta se han presentado un sinnúmero de bloqueos de diversas magnitudes en las vías. En unos casos las calles y avenidas han sido abiertas luego diálogos entre la Policía y los manifestan­tes, mientras que en otros casos se hizo presión con agentes del mantenimie­nto del orden para rehabilita­r la movilidad.

Lo particular que se ha dado en la mayoría de casos es que una vez que la Policía abandona los lugares donde estaba el bloqueo, los manifestan­tes vuelven a obstaculiz­ar las vías y el proceso se repite varias veces durante el día.

Rosa Blanco tiene un negocio de artículos varios en la avenida Maldonado, en el sector de Guamaní. Ella afirmó que tiene a uno de sus hijos encargado de estar pendiente si vienen los carros con los manifestan­tes. Reconoció que los altos costos de los productos también la afectan y entiende las razones del paro, pero está en contra de que se agreda y que por miedo o bajo amenazas se obligue a cerrar los negocios. (I)

Lasso ha planteado la posibilida­d de un diálogo con el sector indígena.

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