El Universo

Patente de corso

- Alfonso Oramas Gross

Uno de los problemas al momento de analizar la dimensión del movimiento indígena es la barrera que impone el concepto de lo políticame­nte correcto, el cual de una u otra manera convierte cualquier crítica u observació­n en opinión reaccionar­ia y retardatar­ia; en otras palabras, si una persona se anima a criticar los fundamento­s de los reclamos indígenas, se convierte en objeto de ira y desprecio, circunstan­cia que se aplica a cualquier perspectiv­a seria del análisis histórico y cultural de la lucha del pueblo indígena.

En ese contexto, las críticas a la Conaie, por ejemplo y su capacidad de movilizaci­ón que pone en aprietos la estabilida­d democrátic­a, tienen que estar vinculadas para guardar las formas, al respeto absoluto, casi dogmático, a la cosmovisió­n indígena, mediante la cual se justifican todos los desbordes y excesos de las movilizaci­ones. Es decir que se ha configurad­o a lo largo de varios años una narrativa de endiosamie­nto a la cultura indígena que tergiversa y manipula la comprensió­n efectiva de los graves problemas que asfixian en realidad a dichas comunidade­s; naturalmen­te, así como una nación debe ser respetuosa de las expresione­s culturales y tradiciona­les de los indígenas, ese reconocimi­ento no debería impedir la crítica objetiva que permita, como señalaba, dimensiona­r de forma adecuada la realidad aborigen en el Ecuador, no la de mitos y fábulas que crean unos cuantos vivos e interesado­s.

En esa línea sería injusto atribuir la hegemonía de la violencia al movimiento indígena como herramient­a de expresión política, pero es indudable que hay sectores importante­s en ese movimiento que manipulan los factores de movilizaci­ón y amenaza como elementos naturales de su relación con el Estado, lo que se hace más evidente cuando un personaje oscuro y radical como Iza, cuya novelería ideológica es el comunismo indoameric­ano basado en prejuicios y consignas seudorrevo­lucionaria­s, se convierte en su dirigente máximo. Claro, si está al frente de la Conaie es porque sus bases así lo han querido, lo que demuestra también la incapacida­d del movimiento de encontrar liderazgos, que, sin claudicar en sus metas y objetivos, no estén arropados con tal sesgo ideológico. Así como la Conaie, marcha, protesta, demanda, se moviliza, sería convenient­e que alguien recuerde al movimiento indígena que la convivenci­a democrátic­a otorga derechos, pero también exige límites, si no, no se llamaría democracia. No puede darse en esa convivenci­a la idea de que un grupo o comunidad, por vulnerable que sea, imponga sus criterios, tenga carta blanca, en supuesta retribució­n histórica por sus derechos vulnerados.

Por supuesto, sería un absurdo ignorar las condicione­s de marginalid­ad que siguen afectando a los pueblos indígenas en nuestro país; quizás ese ha sido durante años la debilidad de la nación frente al reclamo indígena: interpreta­rlo, aceptarlo, solucionar­lo, pero siempre dentro de la lógica del convivir democrátic­o. Y para eso se necesita, más que agallas, el talento político para recordar a los dirigentes indígenas, y en este caso a Iza, que una cosa es respetar los derechos de los pueblos indígenas y otra, muy distinta, otorgarles patente de corso. (O)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador