Enemigos silenciosos, aliados peligrosos
El país experimenta una situación inusual. Nos encontramos en un momento donde tanto la policía como los militares son percibidos positivamente, algo poco común. Aunque las Fuerzas Armadas suelen disfrutar de mayor credibilidad, la Policía Nacional está viviendo uno de sus mejores momentos en este aspecto. Sin embargo, resulta sorprendente que esta situación sea catalogada como “poco común”. Una lógica que desafía la lógica misma.
A pesar de esto, en estos días hemos sido testigos de militares y policías siendo detenidos, vinculados y relacionados con la delincuencia, un fenómeno que todos deseamos erradicar. Y es en este escenario que, junto con las respuestas oficiales, surge la pregunta crucial: ¿es esto un síntoma de mejoría o de agonía institucional?
Frente a lo observado, ¿cuál debería ser la interpretación de los ciudadanos? ¿Se está depurando a los malos elementos o simplemente se está destapando una verdad oculta? Muchos podrían decir que todo lo sucedido se trata de un secreto a voces del que todos estamos al tanto pero no queremos enterarnos, ya que cuando se materializa nuestros aliados se convierten en enemigos reales.
Si este es un síntoma de mejora, no basta con apoyarse en la popularidad del Gobierno. Es esencial que se demuestre la independencia de estas instituciones, que sus éxitos trasciendan la coyuntura y que se confirme que no están en un “buen momento” únicamente debido a la sombra de la popularidad de un personaje, que se confirme que van más allá de un pseudoacontecimiento. Debe evidenciarse una independencia real en forma y fondo, liberándose de los polos a los que parecen estar sujetos.
Esto no es un síntoma de un caso aislado o de un hecho judicializado por el que se revela únicamente la podredumbre de un grupo de particulares. Es un síntoma de una enfermedad que afecta al cuerpo de nuestro país, presente no solo en la política, sino también en áreas comunes como la salud, control, puertos, educación y cualquier instancia afectada por la corrupción.
Los millones de dólares invertidos en diversas campañas excluyen el tema educativo para combatir la corrupción. Puede haber un sentimiento de impotencia ante el sistema autoestablecido, pero la mejor alternativa es trabajar contra ese enemigo silencioso que nos afecta a todos, generación tras generación, de manera directa o indirecta.
La educación siempre es la respuesta, simple y generalizada para algunos, tomada a la ligera y menospreciada en ocasiones por otros. Sin embargo, es una respuesta al fin y al cabo, una respuesta que debe ir más allá de la visión tradicional que nos encasilla en una única manera de hacer las cosas, dejando de lado lo más importante: la educación que nos forma.
Los mitos y rumores se generan a partir de la distorsión de una historia, incorporando elementos de la realidad que terminan convirtiéndose en verdades para algunos. Esperemos que esta historia se convierta en un mito, sí, pero uno que no se llene de rumores ni que deje ver a nuestros aliados como enemigos, enemigos silenciosos. (O) Fabián Alarcón Savinovich, magíster en comunicación política, Quito
Es increíble cómo el antiguo concepto que tenía la sociedad sobre el amor es muy distinto al nuevo significado del amor que las personas le han dado en la actualidad.
Sabemos que a lo largo de los años la humanidad pasa por muchos cambios. Los humanos hemos desarrollado nuevas tecnologías y también cambiamos hasta la forma en la que nos movilizamos, y de igual manera nuestra mente se desarrolla, a veces para bien, otras veces para mal. En la actualidad es muy difícil encontrar el verdadero amor, ahora todos pasan de conocer a alguien y dedicarle su tiempo, a simples encuentros esporádicos y casuales donde solo satisfacen su apetito íntimo sin involucrar lo sentimental o buscar formar una relación amorosa.
En las épocas de nuestros abuelos todo era distinto, los caballeros debían tener suficientes agallas para hablar
La nueva sociedad del amor
es conveniente el subsidio de los combustibles y que estos sean para todos por igual. No caben marginaciones, para argumentos tramposos, que van en perjuicio de todos. (O) César Antonio Jijón Sánchez, técnico de mantenimiento, Daule
Quiero reflexionar con ustedes, apreciados lectores, de este prestigioso periódico de mi país y podamos meditar, razonar y detenernos en el presente tiempo que estamos viviendo horas y días tenebrosos y oscuros, como si los puntos cardinales hubiesen sido también secuestrados por la señorita Luna y el caballero Sol, quienes están pidiendo un rescate de millones de dólares, para dejarlos salir a recorrer la Tierra y además ni las estrellas se han librado de este desastre macabro, ya que también han sido vacunadas. La Cruz del Sur se escondió, por temor a que una bala certera la destruya.
Es una reflexión metafórica. Con esta breve motivación, me dirijo a los jóvenes y padres de familia, aún me siento con cierto grado de autoridad, como maestra, pertenecí a las largas filas de educadores por cuarenta años en el sector fiscal y privado. Recuerdo tanto las caritas inocentes, puras, transparentes de sencillez, en que mis pupilos de primer grado estaban ávidos del aprendizaje, a la palabra y voz de la maestra, el profesor y la directora. Si algún alumno desobedecía a la autoridad, se comunicaba por teléfono o se enviaba un llamado de atención al representante, para comunicar el problema. Es que la voz del padre, madre y del profesor se entretejían en un cordón de tres dobleces y después de seis o siete años de intensos estudios eran la base sólida para que el producto sea fuerte y excelente.
Por supuesto que el tiempo no se ha detenido, todo lo contrario, pasa tan rápido, amanece y anochece, se repiten las mismas horas de tiempo a una velocidad indescriptible. El padre sale a sus labores rutinarias de trabajo, otros a buscar “algún trabajito” que le ayude en el sustento, la madre igual, con sus hijos camina por las calles, corre por aquí, corre por allá, cuidando vehículos ajenos, vendiendo baratijas, caramelos, revistas, periódicos y más.
Satisfacen su estómago con la limosna o pan de algún caritativo. En la tarde y en el anochecer, se reúne a veces la familia a contar la “ganancia” o las duras experiencias recibidas. El aprendizaje de ser “sabido”, cobrar por un trabajito de limpiar carros, vender por “paquetitos” que a corto y largo plazo rendirán ganancias de a poco o mucho son halagadores. Qué tristeza ver a nuestros niños y adolescentes como en una cancha deportiva compitiendo quién es más sabido, quién gana dinero rápido y fácil. La costumbre se hace hábito, el hábito se hace ley, no se puede dar pie atrás, crecieron, ahora son comerciantes o como se dice, “emprendedores”, rapidito ingresaron al mundo tenebroso de grupos de pandillas, traficantes y expendedores de drogas, lo que cuenta son los dólares en la mano, de forma rápida y fácil, satisfechos para comer o adquirir alguna baratija. Niños, niñas, adolescentes, aprenden a disparar con un arma que le pongan en la mano un par de dolaritos, y salen a las calles, apuntan y disparan, tiempo después los nombran comandante en jefe, te ofrecen el oro y el moro, pero de cada uno de estos niños viene una fuerte remesa de menores de edad ilusionados de tener en sus manos un puñado de billetes, fácil y rápido.
El propósito de esta reflexión no es de juzgar absolutamente a ninguna persona. Sé lo que es la pobreza, lo viví en carne propia, mi madre con siete hijos y tres hijas, mi padre vendedor de carne en un mercado, alcohólico y más. Caminé por calles y zanjas de lodo. Mi padre luchó por llevar muy niños a mis hermanos a trabajar en su oficio, mi madre a los tres últimos se esforzó por darnos educación y una profesión. Soy producto del esfuerzo de mi madre. Que fuimos pobres, claro que sí, pero la pobreza nunca nos llevó a matar, robar o destruir cosas, sabíamos que el final de esas acciones era la cárcel o el cementerio.
Querido joven, no le entregues al enemigo lo hermoso y maravilloso que Dios te dio: talento, capacidad, habilidad, energía, alegría y belleza que tienes; estudia y trabaja honradamente, con tu frente en alto. Eres capaz de vencer al mundo. (O)
Marlene Vergara de Abad, Guayaquil
El mundo gira, las cosas cambian, todo evoluciona, así como el amor.