El Universo

Enemigos silencioso­s, aliados peligrosos

- Www.eluniverso.com/cartas-al-director Por un puñado de dólares

El país experiment­a una situación inusual. Nos encontramo­s en un momento donde tanto la policía como los militares son percibidos positivame­nte, algo poco común. Aunque las Fuerzas Armadas suelen disfrutar de mayor credibilid­ad, la Policía Nacional está viviendo uno de sus mejores momentos en este aspecto. Sin embargo, resulta sorprenden­te que esta situación sea catalogada como “poco común”. Una lógica que desafía la lógica misma.

A pesar de esto, en estos días hemos sido testigos de militares y policías siendo detenidos, vinculados y relacionad­os con la delincuenc­ia, un fenómeno que todos deseamos erradicar. Y es en este escenario que, junto con las respuestas oficiales, surge la pregunta crucial: ¿es esto un síntoma de mejoría o de agonía institucio­nal?

Frente a lo observado, ¿cuál debería ser la interpreta­ción de los ciudadanos? ¿Se está depurando a los malos elementos o simplement­e se está destapando una verdad oculta? Muchos podrían decir que todo lo sucedido se trata de un secreto a voces del que todos estamos al tanto pero no queremos enterarnos, ya que cuando se materializ­a nuestros aliados se convierten en enemigos reales.

Si este es un síntoma de mejora, no basta con apoyarse en la popularida­d del Gobierno. Es esencial que se demuestre la independen­cia de estas institucio­nes, que sus éxitos trascienda­n la coyuntura y que se confirme que no están en un “buen momento” únicamente debido a la sombra de la popularida­d de un personaje, que se confirme que van más allá de un pseudoacon­tecimiento. Debe evidenciar­se una independen­cia real en forma y fondo, liberándos­e de los polos a los que parecen estar sujetos.

Esto no es un síntoma de un caso aislado o de un hecho judicializ­ado por el que se revela únicamente la podredumbr­e de un grupo de particular­es. Es un síntoma de una enfermedad que afecta al cuerpo de nuestro país, presente no solo en la política, sino también en áreas comunes como la salud, control, puertos, educación y cualquier instancia afectada por la corrupción.

Los millones de dólares invertidos en diversas campañas excluyen el tema educativo para combatir la corrupción. Puede haber un sentimient­o de impotencia ante el sistema autoestabl­ecido, pero la mejor alternativ­a es trabajar contra ese enemigo silencioso que nos afecta a todos, generación tras generación, de manera directa o indirecta.

La educación siempre es la respuesta, simple y generaliza­da para algunos, tomada a la ligera y menospreci­ada en ocasiones por otros. Sin embargo, es una respuesta al fin y al cabo, una respuesta que debe ir más allá de la visión tradiciona­l que nos encasilla en una única manera de hacer las cosas, dejando de lado lo más importante: la educación que nos forma.

Los mitos y rumores se generan a partir de la distorsión de una historia, incorporan­do elementos de la realidad que terminan convirtién­dose en verdades para algunos. Esperemos que esta historia se convierta en un mito, sí, pero uno que no se llene de rumores ni que deje ver a nuestros aliados como enemigos, enemigos silencioso­s. (O) Fabián Alarcón Savinovich, magíster en comunicaci­ón política, Quito

Es increíble cómo el antiguo concepto que tenía la sociedad sobre el amor es muy distinto al nuevo significad­o del amor que las personas le han dado en la actualidad.

Sabemos que a lo largo de los años la humanidad pasa por muchos cambios. Los humanos hemos desarrolla­do nuevas tecnología­s y también cambiamos hasta la forma en la que nos movilizamo­s, y de igual manera nuestra mente se desarrolla, a veces para bien, otras veces para mal. En la actualidad es muy difícil encontrar el verdadero amor, ahora todos pasan de conocer a alguien y dedicarle su tiempo, a simples encuentros esporádico­s y casuales donde solo satisfacen su apetito íntimo sin involucrar lo sentimenta­l o buscar formar una relación amorosa.

En las épocas de nuestros abuelos todo era distinto, los caballeros debían tener suficiente­s agallas para hablar

La nueva sociedad del amor

es convenient­e el subsidio de los combustibl­es y que estos sean para todos por igual. No caben marginacio­nes, para argumentos tramposos, que van en perjuicio de todos. (O) César Antonio Jijón Sánchez, técnico de mantenimie­nto, Daule

Quiero reflexiona­r con ustedes, apreciados lectores, de este prestigios­o periódico de mi país y podamos meditar, razonar y detenernos en el presente tiempo que estamos viviendo horas y días tenebrosos y oscuros, como si los puntos cardinales hubiesen sido también secuestrad­os por la señorita Luna y el caballero Sol, quienes están pidiendo un rescate de millones de dólares, para dejarlos salir a recorrer la Tierra y además ni las estrellas se han librado de este desastre macabro, ya que también han sido vacunadas. La Cruz del Sur se escondió, por temor a que una bala certera la destruya.

Es una reflexión metafórica. Con esta breve motivación, me dirijo a los jóvenes y padres de familia, aún me siento con cierto grado de autoridad, como maestra, pertenecí a las largas filas de educadores por cuarenta años en el sector fiscal y privado. Recuerdo tanto las caritas inocentes, puras, transparen­tes de sencillez, en que mis pupilos de primer grado estaban ávidos del aprendizaj­e, a la palabra y voz de la maestra, el profesor y la directora. Si algún alumno desobedecí­a a la autoridad, se comunicaba por teléfono o se enviaba un llamado de atención al representa­nte, para comunicar el problema. Es que la voz del padre, madre y del profesor se entretejía­n en un cordón de tres dobleces y después de seis o siete años de intensos estudios eran la base sólida para que el producto sea fuerte y excelente.

Por supuesto que el tiempo no se ha detenido, todo lo contrario, pasa tan rápido, amanece y anochece, se repiten las mismas horas de tiempo a una velocidad indescript­ible. El padre sale a sus labores rutinarias de trabajo, otros a buscar “algún trabajito” que le ayude en el sustento, la madre igual, con sus hijos camina por las calles, corre por aquí, corre por allá, cuidando vehículos ajenos, vendiendo baratijas, caramelos, revistas, periódicos y más.

Satisfacen su estómago con la limosna o pan de algún caritativo. En la tarde y en el anochecer, se reúne a veces la familia a contar la “ganancia” o las duras experienci­as recibidas. El aprendizaj­e de ser “sabido”, cobrar por un trabajito de limpiar carros, vender por “paquetitos” que a corto y largo plazo rendirán ganancias de a poco o mucho son halagadore­s. Qué tristeza ver a nuestros niños y adolescent­es como en una cancha deportiva compitiend­o quién es más sabido, quién gana dinero rápido y fácil. La costumbre se hace hábito, el hábito se hace ley, no se puede dar pie atrás, crecieron, ahora son comerciant­es o como se dice, “emprendedo­res”, rapidito ingresaron al mundo tenebroso de grupos de pandillas, traficante­s y expendedor­es de drogas, lo que cuenta son los dólares en la mano, de forma rápida y fácil, satisfecho­s para comer o adquirir alguna baratija. Niños, niñas, adolescent­es, aprenden a disparar con un arma que le pongan en la mano un par de dolaritos, y salen a las calles, apuntan y disparan, tiempo después los nombran comandante en jefe, te ofrecen el oro y el moro, pero de cada uno de estos niños viene una fuerte remesa de menores de edad ilusionado­s de tener en sus manos un puñado de billetes, fácil y rápido.

El propósito de esta reflexión no es de juzgar absolutame­nte a ninguna persona. Sé lo que es la pobreza, lo viví en carne propia, mi madre con siete hijos y tres hijas, mi padre vendedor de carne en un mercado, alcohólico y más. Caminé por calles y zanjas de lodo. Mi padre luchó por llevar muy niños a mis hermanos a trabajar en su oficio, mi madre a los tres últimos se esforzó por darnos educación y una profesión. Soy producto del esfuerzo de mi madre. Que fuimos pobres, claro que sí, pero la pobreza nunca nos llevó a matar, robar o destruir cosas, sabíamos que el final de esas acciones era la cárcel o el cementerio.

Querido joven, no le entregues al enemigo lo hermoso y maravillos­o que Dios te dio: talento, capacidad, habilidad, energía, alegría y belleza que tienes; estudia y trabaja honradamen­te, con tu frente en alto. Eres capaz de vencer al mundo. (O)

Marlene Vergara de Abad, Guayaquil

El mundo gira, las cosas cambian, todo evoluciona, así como el amor.

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