EL SISTEMA DE METROVÍA EN UN DESASTRE
La frase que titula esta columna la acuñamos del alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez. Al entrar la noche del 18 de marzo, el incendio de un articulado –la segunda unidad en menos de un mes– solo confirmó la grave situación del sistema de transporte que sirve a la ciudad y de lo que la ciudadanía viene alertando hace algún tiempo.
La demanda de usuarios del servicio llega hasta las 184.712 personas diariamente. El sistema, aun en las condiciones actuales, es necesario porque los vehículos livianos no podrían suplir las necesidades y de hacerlo, golpearía las economías familiares, pero además colapsarían las vías por la cantidad de automotores circulando sobre todo en horas pico.
Un sistema de transporte como la Metrovía no es malo, existe en muchas grandes ciudades del mundo, el problema es el manejo que se le ha dado en Guayaquil, porque no se han reemplazado unidades deterioradas en el tiempo. La primera operación de la troncal 1, que unía el norte con el sur de Guayaquil, arrancó en el 2006, tiene 18 años.
Goza de razón el alcalde cuando dice que el sistema es un desastre (lo mencionó en febrero pasado), pero la gran interrogante es cómo y qué se está haciendo para solucionarlo. La ciudadanía que lo utiliza exige salidas, merece un servicio digno. La movilidad debe garantizarse.
Tras el incendio del lunes, Aquiles Alvarez decidió terminar unilateralmente el contrato con MetroExpress, de la troncal 2, y como alternativa temporal dispuso que unidades de las troncales 1 y 3 presten servicio a los usuarios afectados.
La Alcaldía ha adelantado que están evaluando opciones para modernizar el sistema de la Metrovía y ejecutar, a mediano plazo, “un transporte digno para los habitantes de Guayaquil”. Esto es absolutamente urgente, los ciudadanos no pueden seguir padeciendo por un mal servicio, la ineficiencia y lentitud. No solo se requiere de nuevas unidades, sino de mantenimiento de las estaciones y capacitación de personal.