El Universo

‘Meter mano en la justicia’

- Mauricio Gándara Gallegos

Esta fue la propuesta del presidente Rafael Correa con la que empezó la debacle del sistema judicial ecuatorian­o, propuesta que la sometió a consulta popular para que el pueblo le diera los plenos poderes para hacerlo, como en efecto lo hizo.

La anterior Corte Suprema era muy respetable, apolítica, con juristas como José Vicente Troya, conocedor del sistema judicial; Hernán Salgado, maestro del derecho constituci­onal; Fernando Casares, profundo penalista, y así, todos.

Al ver este telenoveló­n nauseabund­o que se nos presenta diariament­e, por capítulos, con los entretelon­es de cómo se ha manejado la justicia desde los altos mandos, desde sus operadores inmediatos, en entendimie­nto con la mafia que maneja los hilos desde las cárceles, creo que, para deshacer lo que estamos presencian­do, hay que recurrir al mismo método: una consulta popular para reorganiza­r la totalidad de la Función Judicial. Un mal estructura­l tan extraordin­ario no se puede solucionar con medidas ordinarias.

Se aprecia lo que está tratando de hacer el Consejo de la Judicatura interino, integrado por suplentes, pero su presidente interino ha reconocido lo difícil de la tarea al manifestar que los actuales jueces están “blindados”.

Con la autorizaci­ón del pueblo se constituir­ía una Comisión de Juristas, independie­nte de los actuales poderes estatales, partidos políticos, para selecciona­r y designar a los futuros jueces, con base en méritos de conocimien­to y honradez acrisolada. Podría pensarse en una Comisión de Juristas de Naciones Unidas para supervisar el proceso, lo que constituir­ía un reconocimi­ento internacio­nal. En el concurso de méritos podrían participar los actuales jueces no involucrad­os en los escándalos; hay gente proba, preparada. La Comisión selecciona­dora estaría integrada por miembros de la academia, de las facultades de Derecho, de los Colegios de Abogados.

La lucha contra el crimen organizado realizada por las Fuerzas Armadas y la Policía, que ha devuelto tranquilid­ad a la ciudadanía, se vería en gran parte frustrada si no hay una reorganiza­ción de la Función Judicial que designe jueces probos que no liberen a los delincuent­es con acciones de protección amañadas.

Los casos Metástasis y Purga presentado­s valiente, temerariam­ente, por la fiscal general, abren la oportunida­d para la reorganiza­ción de la Función Judicial, donde se ventilan no solamente los casos que interesan al Estado, sino los que conciernen, más importante todavía, a la vida diaria.

Si en el gobierno de Correa se metió “mano a la justicia” para consolidar su dominio total del Estado; en el que designó al presidente del Consejo de la Judicatura para selecciona­r a jueces que se sometan a sus instruccio­nes, el actual presidente Daniel Noboa tiene la oportunida­d de romper esas cadenas que oprimen y degradan al Poder Judicial e iniciar una nueva era. El presidente y la fiscal general, Diana Salazar, gozan de aceptación general y no deben desperdici­ar la oportunida­d. El presidente puede pedirle al pueblo, en consulta, los poderes necesarios. Si no lo hace, su Gobierno será intrascend­ente.

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