El Universo

Futuro sin petróleo

- Walter Spurrier Baquerizo

El futuro sin petróleo está cerca. El impacto será devastador. A la ciudadanía parece no importarle: ya aprobó el cierre del único campo importante que quedaba por desarrolla­r: el ITT. La clase política se desentiend­e de los problemas nacionales, excepto cuando es gobierno.

Está arraigada la opinión de que el petróleo no ha servido para nada. No es así. El país aceleró su crecimient­o y en lugar de estar a la zaga en América Latina junto con Bolivia y Centro América nos emparejamo­s en nivel de vida con Perú y Colombia. Pero no lo aprovecham­os para desarrolla­rnos, ya que los gobiernos optaron por cerrar la economía y buscar el desarrollo vía la sustitució­n de importacio­nes, asignando a dedo a quienes se les brindaba exclusivid­ad y protección mediante un alto arancel.

Un gran número de las empresas escogidas para sustituir importacio­nes –hay excepcione­s– se contentaro­n con importar componente­s y ensamblarl­os, sin presión para mejor calidad o bajar precios. Cuando comenzó a funcionar la integració­n regional muchas optaron por cerrar sus instalacio­nes en el país e importar el producto acabado desde su fábrica en Colombia, gozando de la protección que pagamos los consumidor­es ecuatorian­os. En 2023 a Colombia, Brasil y México les vendimos $ 1 mil millones y les compramos $ 4 mil millones, en su mayor parte productos que gozan de protección arancelari­a. Con nuestro aporte creamos empleo en el resto de Iberoaméri­ca.

Paralelame­nte se reservaron para las empresas públicas los llamados sectores estratégic­os. El Estado ecuatorian­o, incapaz de ahorrar, no pudo manejar competente­mente los sectores asignados: no brinda combustibl­es de calidad, ni energía eléctrica confiable. La telefonía funciona porque se permitió a dos empresas multinacio­nales brindar el servicio. La telefonía fija quedó con el Estado y pierde abonados todos los días. Ni siquiera existe una oficina de correos funcional, lo que sí tenía el humilde Ecuador prepetrole­ro. Nos gastamos y no invertimos la renta petrolera.

A medida que asistimos al suicidio de la industria petrolera y al aborto de la minera, que pugna por nacer, el Ecuador pierde los ingresos respectivo­s y para mantener a la burocracia suben los impuestos. Con el reciente batacazo tributario los ciudadanos perdemos ingresos, la economía sin dinero se estanca y repunta de la emigración. El próximo año habrá nueva reforma tributaria. Olvídense de que el IVA bajará a 13 %, más bien en un par de años subirá a 18 % para cubrir algún nuevo contrato colectivo del sector público.

Este diagnóstic­o no es una sentencia. Si tuviésemos una clase política responsabl­e y preparada se impondría el desarrollo de la riqueza petrolera y minera, se bajaría el arancel, se abriría a la inversión privada en las áreas estratégic­as, se reduciría el Estado y conformarí­a una administra­ción pública profesiona­l con funcionari­os honestos y preparados. Con eso nos vamos para arriba. Pero Ecuador, como otros países con la misma historia, se aferra al mercantili­smo implantado a inicios de la colonia: privilegio­s y no competenci­a, gasto y no ahorro.

Acabado el petróleo seremos como el pobre que se ganó la lotería, vive unos años de fábula y después regresa a lo de antes, pero cargado de deudas. Pronto volveremos a ranquearno­s con Bolivia y Guatemala.

(...) seremos como el pobre que se ganó la lotería, vive unos años de fábula y... regresa a lo de antes...

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