El Universo

El maestro: ejemplo para los jóvenes ecuatorian­os

-

El maestro no solamente tiene que dar los instrument­os de la ciencia y del saber. El docente más que todo debe dar su corazón, su amor y, sobre todo, su ejemplo para que el joven estudiante se mire en su educador y para que el maestro pueda ayudar a guiar la vida del alumno al que está formando, para que este pueda ir por el buen camino.

Para ser un buen profesor o profesora no se necesita ser un Ph. D., un sabio o un erudito. Simplement­e, no se puede ser verdadero maestro si no se es capaz de sembrar en el alma de los estudiante­s el honor, la dignidad y la integridad espiritual y principios, ya que estos son lo único que enaltece al humano. Las dignidades, los nombramien­tos, los honores no valen cuando no se posee el único tesoro que importa: ser leal a ciertos principios, como el honor, la libertad, la dignidad humana y la lealtad. Toda semilla de bondad da el ciento por uno, y por eso es alta y excelsa.

Mientras que, por su parte, la juventud debe mantener la lucha por esos principios. Hay que pensar lo importante que es ser ecuatorian­o, un país libre y democrátic­o, y que vale la pena ser hombre o mujer si es que ese hombre o mujer conservan su honor y su personalid­ad.

Por otro lado, con la juventud ecuatorian­a tiene que hacerse la verdadera transforma­ción del país. Ellos son la única esperanza de la patria que fue cuna de rebeldes, creadores y libres. La juventud debe elevar siempre por delante esa bandera y esa antorcha, marchando y señalando el cambio al pueblo ecuatorian­o. El alma de los jóvenes debe erguirse más fuerte, más altiva, más luminosa luego de los episodios sombríos que hemos vivido.

Debemos recordar que la juventud representa a la patria y no la puede traicionar. Una juventud sumisa, una juventud obediente y no deliberant­e no es juventud. (O) Jorge Enríquez Páez, doctor en jurisprude­ncia y abogado, Quito

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador