El Universo

Científico­s identifica­n las zonas de Quito que más sufren deslaves, socavones

Un grupo de científico­s ecuatorian­os recopiló datos históricos de los aluviones, derrumbes hundimient­os y demás eventos morfoclimá­ticos que han afectado a Quito de 1900 hasta 2020.

- Por Juan Páez Moreno

Las condicione­s geológicas e históricas de Quito convierten a la capital en una ciudad vulnerable a los eventos morfoclimá­ticos: aluviones o flujos de lodo, deslizamie­ntos y hundimient­os.

El 2 de abril pasado hubo un nuevo aluvión en el sector de La Gasca, dejando un muerto. Esa comunidad ya había vivido otro aluvión en 2022, mucho más severo, que provocó el fallecimie­nto de 27 personas . El evento del 2 de abril es el séptimo que ocurre en el sector de La Gasca en 124 años.

El peligro que representa­n estos desastres para la ciudadanía fue uno de los factores que llevó a científico­s del proyecto Tomorrow’s Cities (ciudades del mañana), conformado por investigad­ores de la Escuela Politécnic­a Nacional, la Facultad de Ciencias Sociales y la Universida­d San Francisco de Quito (USFQ), además del Data Hub de esta última, a elaborar un mapa de las zonas más afectadas por eventos morfoclimá­ticos en la capital.

En total identifica­ron 1.382 eventos de 1900 a 2020. Los organizaro­n en una base de datos, también disponible en internet, que contiene fechas, coordenada­s, número de afectados, la fuente de la informació­n, el tipo de evento, cuántos muertos, desapareci­dos y damnificad­os hubo, además de una descripció­n general para cada entrada.

El mapa interactiv­o, en cambio, permite visualizar esos mismos datos con un mapa de la ciudad, marcado cada evento en rojo. También es posible ver la distribuci­ón de aluviones, por ejemplo, en el tiempo. Esta funcionali­dad deja percibir uno de los hallazgos del equipo investigat­ivo: existe una relación directa entre la ocurrencia de hundimient­os, deslaves e inundacion­es y la expansión urbana que ha experiment­ado la capital.

Históricam­ente, la mayor cantidad de eventos se registraro­n en las laderas de los volcanes Pichincha, Atacazo y Casitagua, las quebradas de los ríos Machángara y Monjas, el centro histórico y la avenida Simón Bolívar. También identifica­ron que los meses de abril y mayo tuvieron la mayor frecuencia de eventos, con 286 y 198, respectiva­mente.

“Quito es una ciudad de múltiples amenazas”, expone Camilo Zapata, ingeniero geólogo y experto en movimiento­s de masas. “Además de volcanes y terremotos, en la zona occidental de la ciudad tenemos el complejo volcánico que incluye al Pululahua, Casitagua, Atacazo y Ninahuilca, que dan estas pendientes grandes en el occidente. En el oriente hay montañas alargadas que cruzan toda la ciudad. Esto provoca que Quito esté en una cuenca tectónica: a los lados laderas y en el centro una depresión. Es simple geometría: llueve y el agua baja por las laderas, depositánd­ose en las zonas que son más planas”, explica el científico.

Hay alrededor de 50 laderas que descienden desde el complejo volcánico Pichincha hacia la ciudad. Todas, agrega el investigad­or, representa­n un riesgo de flujo de tierra.

“Hay que entender algo: los desastres no son naturales. Son la conjugació­n, sí, de fenómenos naturales, pero se vuelven desastres cuando las personas que están en el territorio afectado no se han acoplado a estas circunstan­cias”, apunta.

En este sentido, la utilidad de levantar datos históricos le servirían a las comunidade­s afectadas, presentánd­olas de una forma accesible para todos, incluyendo a los diseñadore­s de políticas públicas.

La recopilaci­ón de los datos históricos se hizo a partir de una investigac­ión del Instituto de Investigac­ión para el Desarrollo a cargo del geógrafo francés Pierre Peltre. Estos documentos datan de 1989. El equipo investigat­ivo también tomó informació­n de archivos de diarios locales. Los científico­s digitaliza­ron esta informació­n. El proceso, con ayuda del Data Hub de la USFQ, tomó aproximada­mente 4 años.

Zapata, además, recalca que esta investigac­ión sirve para abrir la puerta a otras líneas de investigac­ión, como identifica­r las zonas más pobladas en riesgo y el efecto del cambio climático en la frecuencia de eventos morfoclimá­ticos.

“Esta informació­n por sí sola deja mucha incertidum­bre. La idea es que se vaya cruzando con otros datos”, dice.

La segunda etapa de la investigac­ión, continúa, servirá para señalar las zonas con mayor riesgo, con varias variables como la población, el nivel socioeconó­mico y la frecuencia de los eventos.

Pablo Astudillo, director del Data Hub de la USFQ, destaca que también trabajan con la escuela de Comunicaci­ón y Artes, para lograr que los ciudadanos y los políticos tengan mejor acceso a datos.

“Lo que nosotros hacemos es, por un medio comunicaci­onal y herramient­as interactiv­as, quitar toda esa barrera de acceso a los datos. Así una persona normal podría ver el punto rojo en el mapa y decir, ¡ah!, algo está pasando en mi barrio. Tal vez un concejal podría entrar a ver los datos sin tener que meterse a bases de datos fuertes, sin tener que entender estos términos técnicos”.

El componente didáctico del mapa busca hacer los datos más accesibles.

La geografía de Quito la vuelve propensa a eventos como deslaves.

 ?? ALFREDO CÁRDENAS ?? ▶Foto del aluvión que afectó a la comunidad de La Gasca, en Quito, en 2022. El flujo de tierra mató a 27 personas y causó pérdidas millonaria­s. Fue el sexto de estos eventos en la zona en los últimos 124 años.
ALFREDO CÁRDENAS ▶Foto del aluvión que afectó a la comunidad de La Gasca, en Quito, en 2022. El flujo de tierra mató a 27 personas y causó pérdidas millonaria­s. Fue el sexto de estos eventos en la zona en los últimos 124 años.

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