Gabo: un vistazo a su influencia en la literatura ecuatoriana y un tributo al cronista por excelencia
Un 17 de abril de 2014 el corazón de Gabriel García Márquez dejó de latir, sin embargo, todo lo que se desprendió de este quedó como un legado eterno para Latinoamérica y el mundo. A diez años de su fallecimiento lo recordamos.
Gabriel García Márquez es un personaje que le pertenece a toda Latinoamérica, declara el artista visual y profesor de literatura Christian Pérez. Y es muy cierto, porque el Gabo –como de cariño lo llamamos– no solo habita en el librero personal de algún lector ecuatoriano, también vive en el corazón de más de uno.
“Es un fantasma que sigue recorriendo Latinoamérica”, apunta por su lado Marcelo Cruz, periodista y escritor.
El crítico de cine Marcelo Báez considera que al menos en América Latina seguimos viviendo una “realidad garciamarquina” que se ha calado en el imaginario colectivo.
“No hay ni una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga su origen en un hecho real”, afirmó alguna vez García Márquez, y Báez lo trae al presente para describir a la obra del colombiano como “un intento de condensar América Latina a través de un realismo, que los críticos llaman mágico, aunque lo único que a García Márquez le interesaba era recrear la realidad tal y como él la veía”, expresa.
“Desde la misma fundación de un universo llamado Macondo jugó con los dados de la literatura a ser Dios, con historias que debían girar en torno a un puñado de temas: la soledad, el amor, la familia y la muerte”, añade el también escritor ecuatoriano.
En tanto, Cruz define su obra como rica por la construcción de sus paisajes y también por el uso del lenguaje. “Hay una naturalidad sobre todo en la oralidad y en la construcción de personajes, a través del mismo habla, que la vuelven un deleite. Su obra es sumamente importante”, menciona.
Por su lado, Pérez reconoce a un autor perfeccionista, que se esmeraba por el uso de los términos y la indagación cultural. “Era un investigador tenaz, un hombre muy dedicado a las letras hispanoamericanas. En su obra podemos encontrar muchísima perfección en cuanto a las formas, y eso habla de un hombre dedicado completamente al oficio”, indica y del mismo modo identifica a un escritor muy familiar, porque muchos de los personajes de sus obras están inspirados en figuras de su familia, como sus abuelos o sus padres, como el caso de Florentino y Fermina, protagonistas de El amor en los tiempos del cólera.
Cronista por excelencia
Gabo hacía de un simple sorbo de café un verdadero goce, pero también un pretexto ‘agridulce’ para revelar la soledad, el desamparo, la avidez y otros males de la vida, la vejez y el amor. Era muy perspicaz y detallista al momento de describir una acción, una emoción o un suceso. “El trabajo que hace con la descripción es simplemente sesudo, con eso él demuestra una cualidad que todo buen periodista debe tener, que es la capacidad de observar”, indica Cruz. “Cuando uno se enfrenta a una obra de García Márquez debe estar convencido de que va a imbuirse en un mundo propio, sacado de nuestro mundo”, indica.
Su narrativa inmersiva es capaz de volver protagonistas a los lectores, en el que se puede percibir los olores, sabores y texturas de una escena. “Eso es algo extremadamente riquísimo, porque logra apelar a las emociones, pero en narrativa es hacer vívidas las emociones y García Márquez lo logra”, afirma Cruz.
Su influencia en Ecuador
En la literatura ecuatoriana existe una clara influencia de otros autores boom de la época del realismo mágico, señala Pérez. “Tenemos autores importantes en Ecuador que beben de estas corrientes. Podemos revisar la literatura de los autores del realismo social en el Ecuador y podemos encontrar algunas cosas que son precursoras del realismo mágico, que es lo que escribe Gabo”, dice.
“En la actualidad podemos ver autores que toman de lo insólito, de lo increíble que tiene la literatura del realismo mágico para incorporarlo a estas nuevas narrativas”, añade y cita a Solange Rodríguez y María Fernanda Ampuero, ya que “en sus cuentos tienen esos elementos insólitos e impactantes, esos giros del guion que son muy propios del realismo mágico y de Gabo”.
Para Cruz la literatura local está atravesada por sus crónicas. “Cuando uno lee la obra periodística de Gabriel García Márquez y lee a periodistas ecuatorianos, como por ejemplo Hugo Palacios, Gustavo Abad, Damián de la Torre, Sabrina Duque, María Fernanda Ampuero –en su etapa como cronista–, encontramos mucha presencia de Gabriel García Márquez, porque él como periodista es otro universo en sí mismo”, refiere.
“Muchos dicen que en Cien años de soledad copió a Los Sangurimas, de José de la Cuadra, algo que yo no comparto. Comparto que los dos beben de la misma fuente, pero va por caminos completamente distintos. Lo que vemos en estas obras es el acontecimiento, el suceder histórico de Latinoamérica”, añade Cruz, y refiere que también existen otras obras en las que hay similitudes como La vorágine, de José Eustasio Rivera, y Canaima, de Rómulo Gallegos.
Báez, por ejemplo, confiesa
Marcelo Báez opina que seguimos viviendo una ‘realidad garciamarquina’.
que el autor colombiano influyó en su pulso narrativo. “Su prosa tiene una musicalidad única enriquecida con figuras literarias de gran creatividad. Gracias a él los escritores nos concentramos más de lo acostumbrado en la forma en que debe iniciarse una novela. Aprendíamos de memoria los comienzos de sus obras como si fueran una letanía que podía ayudar a escribir mejor”.
Más allá de
Para Cruz, la literatura local está atravesada por las crónicas del escritor.
Cien años
El cuento también fue parte de la obra de Márquez, entre los que destacan se encuentran Ojos de perro azul, La mujer que llegaba a la seis, Muerte constante más allá del amor, Un día de estos, El rastro de tu sangre en la nieve, entre otros.
Algunas personas creen que la mejor versión de Gabo la encuentran en sus cuentos.
Báez recomienda los cuentos El rastro de tu sangre en la nieve, Eréndira, Muerte constante más allá del amor. Y también sus notas de prensa.