El Universo

¡El pueblo es intuitivo!

- Mauricio Gándara Gallegos

Así lo proclamaba el doctor José María Velasco Ibarra, y así se ha comprobado en la consulta popular del pasado domingo 21 de abril, contrarian­do a cada grupo político que se atribuye el triunfo en los resultados electorale­s.

El Gobierno salió bien librado en la mayor parte de las preguntas, porque obtuvo el “sí” en nueve de las once preguntas, que se referían mayoritari­amente al apoyo que las Fuerzas Armadas debían dar a la Policía Nacional en el combate al delito, al crimen organizado, al aumento de penas, en estos casos a que se cumplan enterament­e sin posibilida­d de rebajas; a la extradició­n de ecuatorian­os cuando fuese solicitada por esta clase de delitos por países extranjero­s donde se hubiesen cometido; el pueblo angustiado, martirizad­o, flagelado por tanto asesinato, extorsión, asalto, dio su respaldo a la intervenci­ón de las Fuerzas Armadas; pero se negó a dar su apoyo al Gobierno para los contratos de trabajo por hora y al arbitraje internacio­nal en asuntos comerciale­s del Estado, con lo que hizo patente que su apoyo se limitaba a los asuntos de seguridad.

El voto en plancha no funcionó para el Gobierno, pero mucho menos para la oposición que pedía el “todo no”. Por eso sostengo que el pueblo es intuitivo y reflexivo, y se niega a ceder lo que considera sus derechos adquiridos en el campo laboral. “Debes protegerme, porque es tu obligación, pero no me pidas nada a cambio”. Añado que a muchos trabajador­es les queda la experienci­a, el resentimie­nto de haber sido abusados por las leyes de Moreno, que permitiero­n el despido masivo, no siempre con fundamento, sin indemnizac­iones, durante la pandemia. Pero todo esto, siendo importante, no disminuye en nada que la política de seguridad planteada por el Gobierno haya recibido un respaldo abrumador y debe implementa­rla, ejecutarla, pronta, decididame­nte, porque está en juego la superviven­cia del Ecuador.

Los aumentos de penas, que generalmen­te no funcionan, el que no se considere la rehabilita­ción y la reinserció­n, convertirí­a a estas leyes en draconiana­s. En los proyectos de leyes que debe mandar el Ejecutivo, y aprobar la Asamblea, no se deben olvidar los principios universale­s del derecho penal y que constan en la Constituci­ón. El olvidar esos principios puede traer luego impugnacio­nes ante los organismos de derecho humanos. El no observar esas normas implicaría condenar a los infractore­s a lo que el Dante escribiera en su terrible inscripció­n a la entrada del infierno: “Oh, los que entráis, dejad toda esperanza”.

La falta de energía, de luz eléctrica, en gran parte fue ocasionada por la incompeten­cia de las últimas autoridade­s a cargo del sector. La Asamblea Nacional establece responsabi­lidades políticas, que de poco sirven. Pero la Fiscalía General del Estado debe investigar si detrás de todo esto no ha habido la acción soterrada de grupos que, para proteger sus intereses, impedían nuevas acciones, contrataci­ones, soluciones, y usaban de sus influencia­s non sanctas para seguir con sus monopolios. Estos grupos son los verdaderos saboteador­es y responsabl­es de los actual.

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