Leandro Norero obtenía contratos pese a estar ‘muerto’
Leandro Antonio Norero Tigua fue señalado como financista de bandas delictivas como Lobos, Tiguerones y Chone Killers. Pese a que tenía un proceso judicial abierto por narcotráfico en Ecuador, no tuvo obstáculos para hacerse pasar por muerto.
En octubre de 2021, la banda Los Fantasmas difundió un video que lo señalaba como cabeza de organizaciones narcocriminales. Algo que para ese momento parecía descabellado porque luego que Perú inició un proceso por narcotráfico en su contra —que venía con una solicitud de extradición— su defensa presentó un certificado de que Norero había fallecido por COVID-19 en 2020.
Ese mismo año, aunque estaba ‘muerto’, Norero pagó de impuesto a la renta en Ecuador 50.394 dólares, mientras que en 2019 había pagado 8.375 dólares, según el sitio web del Servicio de Rentas Internas (SRI). Además, en 2021, fue registrado como accionista de Ashimha-Life, según la web de la Superintendencia de Compañías de Ecuador. Esa empresa es, a su vez, accionista de Avilmat, que en 2021 obtuvo dos contratos con el Municipio de Manta, en Manabí, por más de tres millones de dólares.
Estas son revelaciones de la investigación periodística Narcos: muertes sospechosas, realizada por Connectas.
En mayo de 2022, el exministro del Interior Patricio Carrillo anunció que se había dado un golpe a una importante estructura criminal, a la que se le encontraron unos 10 millones de dólares en oro sólido, joyas, relojes y dinero. Entre los detenidos estaban Norero y tres de sus familiares.
Cuando le formularon cargos por lavado de activos, la Fiscalía mostró como evidencias 11 inmuebles y 13 vehículos, además de empresas a nombre de sus familiares creadas en esos dos años de muerte fingida. Carrillo dijo a los medios que el rastro económico de Norero encendió las alarmas.
La Fiscalía ecuatoriana reveló chats de Norero del 16 de julio de 2022, después de su arresto final, en los que le cuenta a su abogado que al pasarse la luz roja de un semáforo mientras estuvo oficialmente muerto, un policía no solo descubrió que estaba vivo y llevaba un arsenal en el carro, sino que lo dejó ir y pasó a estar a su servicio a cambio de 10.000 dólares.
Gustavo Duncan, profesor e investigador de las dinámicas del narcotráfico, considera que la táctica de ‘hacerse pasar por
Supuestamente Leandro Norero había fallecido en 2020 debido al COVID-19.
Caso Metástasis reveló los vínculos del narcotráfico con el sistema judicial.
muerto’ o cambiar de apariencia con cirugías estéticas mayores es usada por criminales que buscan el retiro, seguridad para ellos y sus familias para medianamente disfrutar de lo conseguido, porque al desaparecer se pierde poder.
“Para un narcotraficante que se dedique solo al negocio, que no tenga un aparato armado, debe ser atractivo poder salir si acumuló dinero. Digamos que se retiró y le tocaría dejar el lugar donde operan las personas que conoce. Pero es más fácil no fingir su muerte, sino arreglar con la justicia, que es un poco lo mismo, pero legalizado. O sea, sin tener que engañar a las autoridades”, dice.
Duncan añade que “un narcotraficante que no esté dispuesto a usar la violencia está en desventaja con otro porque, si disimulas tu muerte, pierdes la reputación. Tu reputación necesita mostrar que estás vivo. Que eres capaz de amenazar”.
Aunque en Latinoamérica hay narcotraficantes que suelen ostentar lujos, para este experto, que un criminal sea visible también lo vuelve vulnerable.
En Ecuador, la segunda muerte oficial de Leandro Norero Tigua —esta vez dentro de la cárcel de Cotopaxi— fue anunciada el 3 de octubre de 2022 por el SNAI, justo el día que iba a ser vinculado a un proceso penal por narcotráfico, la tercera causa en su contra.
Un año después, la Fiscalía emprendió la investigación Metástasis, que detuvo a casi 40 personas, entre funcionarios judiciales, jueces y policías, basándose en unos chats de Leandro Norero que reseñan supuestos nexos del narcotráfico con acciones y omisiones judiciales, corrupción policial y del sistema penitenciario ecuatoriano. A marzo de 2024, son 52 los procesados, incluyendo a Pablo Ramírez, director de las prisiones ecuatorianas y exdirector de Antinarcóticos de la Policía Nacional.
La evidente relación entre Norero y Ramírez provocó dudas sobre la segunda muerte del narcotraficante, al menos para Christian Zurita, excandidato a la presidencia quien reemplazó a Fernando Villavicencio cuando este fue asesinado.
Ramírez, general de la Policía, estuvo al frente del SNAI entre diciembre de 2021 y octubre de 2022. Mientras fue director de Antinarcóticos y participaba en el Consejo de Seguridad Pública del Estado, fungió como aliado de Norero hasta el día de su asesinato y hubo cuatro masacres en prisiones.
Los chats y las versiones ante la Fiscalía proporcionadas por Marcelo Lasso, compañero de pabellón de Norero, dan cuenta de que Ramírez transaba con el criminal para fiestas, traslados de él y sus familiares, esconder armas y recibir favores.
“Hubo una visita a Norero para agradecerle por la entrega del dinero y saber si necesitaba algo más”, mencionó Lasso. Hélive Angulo, uno de los abogados de Norero, reveló que si él quería un traslado, se lo pedía directamente a Ramírez.
En junio de 2022 se dispuso la devolución de bienes a Norero. De las motivaciones de la Fiscalía ecuatoriana se desprende que la esposa de Norero, Lina R. (procesada por lavado de activos), conversó con él hasta el 4 de septiembre de 2022 —un mes antes de su segunda muerte—, cuando él le mandó a dejar un nuevo teléfono celular.
Además, las empresas de Lina R. en Ecuador siguen activas y, desde noviembre de 2023, no tiene prohibición de salida del país. Del mismo modo, la supuesta amante de Norero, la relacionista pública Mayra Salazar, incrementó su patrimonio de forma inusual durante los años 2022 y 2023 e hizo movimientos claves en sus contactos con políticos y funcionarios judiciales.
En febrero de 2024 se difundió el informe de autopsia de Norero. Se detalla que su cuerpo estaba “desnudo, decapitado, desmembrado, con múltiples lesiones cortopunzantes y con signos de quemaduras”, y fue analizado por los forenses el 5 de octubre de 2022, dos días después de su asesinato.
Pero no fue sino hasta octubre de 2023, un año después de su muerte, que se realizó un informe de cotejamiento genético de hermandad entre las muestras de sangre tomadas a Leandro Norero y a su hermano Israel Norero, que permitió confirmar, al menos para la Fiscalía, su asesinato.