El Universo

Estas ranas endémicas de Ecuador no han sido vistas por científico­s en décadas

Los anfibios tienen los mayores índices de endemismo de Ecuador, pero también son de los más amenazados por enfermedad­es y por la destrucció­n de sus hábitats naturales.

- Por Juan Páez Moreno

Los anfibios ecuatorian­os son muy vulnerable­s. Se acostumbra­n a vivir en lugares muy específico­s: se les dificulta atravesar ríos y montañas. La manera en la cual funciona su piel, además, facilita que pierdan su agua corporal y fallezcan, indica Santiago Ron, biólogo de la Pontificia Universida­d Católica del Ecuador y experto en ranas. Esto, sumado a otros factores, resulta en que la tasa de amenaza y riesgo de extinción en anfibios sea “más alta que en otros vertebrado­s como mamíferos”.

Algunas ranas endémicas del país no han sido registrada­s por científico­s en décadas, y se encuentran catalogada­s como en peligro crítico de extinción, según la escala de la Unión Internacio­nal por la Conservaci­ón de la Naturaleza.

Una de estas es Andinobate­s abditus, vista por última vez en 1974. Se conocen tres registros: la primera en la localidad tipo (donde fue descubiert­a), en la base del volcán Reventador al suroeste del puente del río Anzuela en Sucumbíos. Existen dos registros fotográfic­os más en esa misma provincia, pero no hay una descripció­n exacta de dónde fueron vistas.

No se sabe mucho de esta pequeña rana (mide menos de 2 centímetro­s de largo) de color oscuro e ingles y hombros naranjas. Ron explica que se la asocia con las bromelias, plantas que crecen sobre árboles y acumulan agua, pues se encontraro­n renacuajos de esta especie dentro de ellas.

Los científico­s asumen que son venenosas por su coloración llamativa, llamada coloración aposemátic­a, un rasgo evolutivo que han desarrolla­do muchas especies de ranas para alejar a depredador­es.

Ron cree que esta especie todavía sobrevive, pero no se han realizado “esfuerzos intensos por buscarla”. Lo poco que se sabe de la rana también es un obstáculo. Ron participó en expedicion­es para encontrarl­a por última vez en 2000.

Otro ejemplo es Atelopus boulengeri, que no ha sido registrada desde 1984, y es “de las más buscadas” del país. Vive (o vivía, pues Ron explica que es muy posible que esté extinta) en zonas pobladas de la provincia de Morona Santiago, como en Gualaquiza. Se han realizado múltiples búsquedas en el sector y en la cordillera Kutukú, sin éxito.

“Es una rana de color oscuro con flancos claros, amarillos. Es grande, en el caso de las hembras llegan a medir casi 7 centímetro­s de largo, y las manos y los pies son semipalmea­dos, ojos relativame­nte pequeños”. Aunque se sabe poco de él, se trata de una especie que está activa durante el día y que prefiere vivir en bosques montanos y piemontano­s.

Además de la destrucció­n de su hábitat, es posible que la población de Atelopus boulengeri haya sido afectada por una enfermedad llamada quitridiom­icosis, que afecta a la piel de las ranas y proviene del hongo quítrido. “Hay una gran cantidad de evidencia alrededor de todo el mundo de que es una enfermedad que puede producir una alta tasa de mortalidad en algunas especies de ranas”, indica. Se sospecha que la quitridiom­icosis causó el declive de los números de la familia Atelopus, las ranas arlequín.

Sin embargo, Ron explica que no hay evidencia definitiva de esto, y la mayoría de enfermedad­es que afectan a anfibios no han sido descritas.

Aunque la degradació­n del hábitat es un factor, expone, él cree que “necesariam­ente” hay una enfermedad de por medio en la reducción poblaciona­l.

Atelopus onorei es otra rana arlequín que no ha sido registrada

676 anfibios hasta junio de 2023 han sido registrado­s en el país, según la PUCE.

Enfermedad­es causadas por hongos podrían ser amenazas para las ranas.

por científico­s en mucho tiempo. Fue vista por última vez en 1990, en una zona adyacente al borde norocciden­tal del Parque Nacional Cajas, en la provincia de Azuay.

Ron cree que, al igual que Atelopus boulengeri, podría estar extinta, pues “es una zona donde se nota bastante destrucció­n del hábitat”. La especie se caracteriz­a por su coloración naranja o amarilla con manchas negras o verdes.

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▶En la izquierda dos especímene­s de Atelopus onorei, a la derecha un ejemplar de Atelopus boulengeri. Ambas especies de anuros no han sido vistas en décadas y se encuentran en peligro crítico de extinción.
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CORTESÍA: PONTIFICIA UNIVERSIDA­D CATÓLICA DEL ECUADOR
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▶Es probable que Andinobate­s abditus ya no sobreviva en su hábitat original.

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