El Universo

Baile de máscaras

- Hernán Pérez Loose

Pocas horas necesitó el jurado para declararlo culpable a Pólit. Y es que su caso no era en realidad muy difícil. En ocasiones la complejida­d de ciertos procesos y el contrapeso de las pruebas que apuntan en sentido contrario hace que los jurados en los Estados Unidos demoren varios días y hasta semanas en llegar a un veredicto. Pero no en el caso de Pólit. Las evidencias presentada­s por la fiscalía en su contra fueron múltiples y contundent­es. Todas ellas develaron claramente una trama de corrupción. El haber utilizado el sistema financiero de los Estados Unidos para incurrir en delitos como el lavado de activos fue suficiente para que la Corte Federal haya tenido jurisdicci­ón para juzgarlo. El que Pólit haya sido también estadounid­ense simplement­e consolidó, por así decirlo, dicha jurisdicci­ón. Solamente la vanidad del excontralo­r lo llevó a no declararse culpable desde el día uno y de esa forma obtener una condena más benigna de la que ahora le espera. Prefirió apostarle al espectácul­o de armar todo un juicio, obligando al Estado a gastar recursos innecesari­amente. Y ahora le vendrán las consecuenc­ias.

Pero no nos engañemos. Con igual celeridad una corte de los Estados Unidos habría declarado culpable a muchos otros ladrones de fondos públicos que, al igual que Pólit, han usado el sistema financiero estadounid­ense. El caso del exasambleí­sta Muentes, por ejemplo, que abusó de su alta posición política como líder de un partido político para enriquecer­se sería un caso igualmente sencillo donde sería condenado sin muchas dilaciones. No se diga los casos en contra de la caterva de delincuent­es que bajo el liderazgo del gran prófugo gobernó por más de una década nuestro país. Por ello es por lo que era necesario modificar la Constituci­ón y permitir que el Ecuador firme tratados de extradició­n con terceros países. Cuando lo hagamos con países como Bélgica o Estados Unidos, por ejemplo, habremos dado un paso importante para adecentar la vida pública en nuestro país. No es que ello sea la panacea, pero va a contribuir. La clave sigue siendo la institucio­nalidad. Naciones con sistemas judiciales probos e independie­ntes han demostrado ser más eficientes en derrotar al crimen organizado, que aquellas que han optado por vías autoritari­as. Claro está que el desarrollo de una institucio­nalidad sólida demanda un ejercicio racional del poder, y no un uso abusivo de él. Y pocos están dispuestos a hacerlo.

Hoy el correísmo ha optado por desconocer­lo a Pólit. Es como asistir a un baile de máscaras venecianas donde el rostro de los invitados queda oculto para provocar en ellos un fugaz sentido de libertad. Pero por más que se enmascaren las viudas y viudos del correísmo, al país le queda claro. Si bien Pólit tuvo un puesto privilegia­do en el régimen correísta, él no fue el único corrupto. Junto a él están decenas de los mandos superiores de ese régimen, los mismos que andan prófugos o están presos. Que una corte estadounid­ense lo haya declarado culpable a Pólit, simplement­e demuestra que nunca hubo en el Ecuador la supuesta persecució­n judicial en contra de ellos. Delinquier­on en descampado, lo hicieron inclusive por escritura pública; y hasta se ufanaron de sus riquezas mal habidas. Y hoy no hay máscaras que les sirva para ocultar tanta vergüenza.

Si bien Pólit tuvo un puesto privilegia­do en el régimen correísta, él no fue el único corrupto.

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