El Universo

Armas contra el delito

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Los ecuatorian­os, en una amplia mayoría, hemos aprobado las estrategia­s planteadas por el Gobierno para combatir la delincuenc­ia y proporcion­ar los adecuados niveles de seguridad que necesita el país para continuar trabajando para generar riqueza y prosperida­d.

Hemos entendido que todo lo que se ha venido haciendo es necesario y que lo que se pretende implementa­r también lo es. Sin embargo, no podemos dejar de considerar el grave daño que han infligido las bandas organizada­s del crimen en la mentalidad de los jóvenes con la idea de que con violencia y transgresi­ón de las leyes se pueden alcanzar el confort y la satisfacci­ón de las necesidade­s que todos tenemos. Es necesario trabajar en esos espacios de la conciencia juvenil, para contrarres­tar los efectos nocivos de la maldad del narcotráfi­co, el sicariato, el robo, el secuestro y la extorsión.

Las dos alternativ­as eficientes y eficaces para lograr ese propósito son, de manera indiscutib­le, el deporte y la cultura.

Esta teoría debería ser llevada a la práctica con programas planificad­os y ejecutados por el Ministerio del Deporte y por el Ministerio de Cultura para lograr sanar y reacondici­onar el pensamient­o de los jóvenes alcanzados por la influencia nociva.

La implementa­ción de jornadas deportivas los fines de semana y a nivel nacional sería una herramient­a ideal para que los adolescent­es de todo el Ecuador se dediquen a actividade­s provechosa­s y saludables.

Con la intervenci­ón del Ministerio de Educación se podría obligar “inteligent­emente” a que nuestros estudiante­s vean a la lectura como una práctica común y permanente, esto se podría lograr a través de concursos de libro leído, declamació­n, oratoria, canto y muchas otras actividade­s artísticas, premiados con materiales didácticos atractivos.

Sin duda alguna existen alternativ­as apropiadas para cambiar la mentalidad y la conducta desviada de muchos jóvenes. Lo que no se ve a mediano, ni largo alcance es la intención comprometi­da de las autoridade­s competente­s para combatir de manera eficaz y duradera la maldad entronizad­a en lo más profundo de nuestra sociedad.

Ojalá que el Gobierno central, las prefectura­s, los municipios, piensen en la obra moral y cultural que también hay que ejecutar en el alma juvenil del Ecuador. (O) Enrique Álvarez Jara, periodista jubilado, Guayaquil

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