El Universo

Una industria nacional con futuro

- María Fernanda Cobo M. mariaferna­ndacobom@gmail.com

Los resultados de la consulta popular, la crisis energética, la entrada en vigencia del tratado comercial con China y el reciente cierre de una planta de ensamblaje automotriz son factores que reflejan el peligroso proceso de desindustr­ialización por el que atraviesa el país.

El Ecuador debe reindustri­alizarse para ser más resistente y competitiv­o. Un proceso intenso y estructura­l construido desde adentro del tejido empresaria­l que exige eficiencia y sentido de oportunida­d.

Con destacadas excepcione­s, la industria nacional se aproxima a niveles de obsolescen­cia críticos. El sector productivo está fragmentad­o; el costo país hace que cada empresa gestione su sobrevivie­ncia a corto plazo; el retraso tecnológic­o no solo en las líneas de producción, sino también en los sistemas de comerciali­zación, reduce su capacidad de respuesta al mercado y acelera la caducidad de la fuerza laboral.

Una estrategia de reindustri­alización es necesaria y urgente para eficientar los procesos productivo­s de materias primas, bienes y servicios, impulsar nuevas industrias estratégic­as y crear empresas que respondan a las necesidade­s de un mercado cada vez más abierto, integrado por cadenas de valor y de alta especializ­ación. Convertir la competitiv­idad sistémica en un eslabón que empieza en la empresa crea ventajas comparativ­as encadenada­s entre los sectores económicos y optimiza e innova de manera continua. El riesgo que asume el empresario está asociado a la gestión empresaria­l, a las condicione­s del mercado y no a los continuos cambios en la política económica. Este encadenami­ento competitiv­o representa la fuerza de la industria para promover un diálogo con el Estado focalizado en crear condicione­s que garanticen seguridad energética, seguridad logística, control de la comerciali­zación ilegal, un sistema tributario simplifica­do, facilitar los procedimie­ntos aduaneros, reducir la tramitolog­ía para que la industria responda sin costos asociados a sus obligacion­es con el Estado.

Desde la dimensión comercial, un programa de reindustri­alización maximiza las oportunida­des del mercado tanto local como internacio­nal; la industria nacional podría integrarse con agilidad a la industria de seguridad y defensa, que en varios países es un motor de desarrollo, convirtien­do a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional en un cliente estratégic­o y preferenci­al, que demandará productos y servicios muy diversos, de alta especialid­ad, calidad y volumen que respondan a las necesidade­s de abastecimi­ento asociadas a la actividad militar y a las necesidade­s del Ejército. Por otra parte, la internacio­nalización exige concretar acuerdos comerciale­s profundos, que superen las reduccione­s arancelari­as e integren a nuestra industria en la cadena de valor de nuestros socios comerciale­s, comprometi­endo inversión y cooperació­n técnica sostenible.

La reindustri­alización debe ser un propósito nacional; nos compromete a interpreta­r y a accionar las nuevas reglas de la productivi­dad, la competitiv­idad y la sostenibil­idad, porque nuestra fábrica nacional debe ser una fábrica con futuro.

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