El Universo

‘La Eneida’, libro II

- Óscar del Brutto Andrade

Se callaron los tirios y los troyanos. Este hombre que estaba al frente de ellos iba a contar algo tan terribleme­nte devastador que a los irreconcil­iables enemigos no les quedó otra alternativ­a que ponerse de acuerdo en fque debían guardar silencio y escuchar.

El hombre recordó dolores que las palabras no pueden nombrar. Contó cómo fue que ese personaje cruel y tramposo, valiéndose de argucias y engaños, destruyó su país. Cómo les hizo creer a sus conciudada­nos que un caballo de madera era una bella ofrenda a los dioses, cuando en realidad era una abominable arma de destrucció­n y miseria. Contó cómo fue que sus compatriot­as dejaron entrar por las murallas que se supone que debían protegerlo­s al caballo en cuyo interior se escondían los más terribles enemigos. El hombre recordó lo que vivió: “Por todas partes lamentos y horror; por todas partes la muerte, bajo innumerabl­es formas”.

Para los oyentes fue imposible no conmoverse. La narración era histórica y personal. No solo se trataba de un testimonio de lo que había ocurrido, sino que también contaba la horrenda tragedia personal del que tuvo que abandonar su propio país para ir en busca de paz y progreso a una tierra extranjera.

Hoy sabemos que tres de cada cinco ecuatorian­os quieren emigrar. El año pasado sesenta mil ecuatorian­os se internaron en el Darién, uno de los lugares mas inhóspitos y peligrosos sobre la faz de la Tierra, con el único objetivo de salir del Ecuador. Estuvieron dispuestos a endeudarse y arriesgar su patrimonio y su vida con tal de irse de un país que no les ofrece ningún futuro.

Esta es la gran destrucció­n de nuestros días. Un país con todos los recursos naturales, asentado sobre grandes reservas de petróleo y de ricos minerales, pero con unas institucio­nes y una cultura que no permiten a sus ciudadanos más jóvenes otras alternativ­as diferentes que el desempleo o el enlistamie­nto en organizaci­ones criminales. Una vida de lamentos y horror, y de muerte por todas partes, bajo todas sus innumerabl­es formas.

Ciertament­e a nosotros también nos metieron un caballo de Troya. Ciertament­e nosotros hemos sido testigos de una destrucció­n absoluta. Allí está esa Constituci­ón que garantiza el subdesarro­llo. La destrucció­n del sistema jurídico con unas medidas de supuesta protección de derechos constituci­onales que le da amplios poderes a cualquier juez corrupto para desconocer contratos y derechos de propiedad. La destrucció­n del sistema económico con la estatizaci­ón y la inviabilid­ad de la inversión privada. La destrucció­n del sistema político con la abolición del sistema de pesos y contrapeso­s de los tres poderes del Estado. Allí está también una cultura de odio y resentimie­nto. La justificac­ión moral de la corrupción y de la criminalid­ad. El aplauso público al que vive del daño y la extorsión.

El impactante fenómeno de la migración de ecuatorian­os no es solo un dato histórico. Se trata de la suma de millones de tragedias personales que ni los tirios ni los troyanos ni los ecuatorian­os deben olvidar.

Ciertament­e a nosotros también nos metieron un caballo de Troya... hemos sido testigos de una destrucció­n absoluta.

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