El Universo

Sobre el arbitraje y el trabajo por horas

- Eduardo Peña Triviño

Un joven entrevista­do por este periódico dijo que no sabe lo que es el arbitraje. Como él, ¿cuántas personas habrán votado en contra sin saberlo? La noche del domingo 21 en un canal de TV hubo una interesant­e entrevista a dos expertos y me pregunté ¿por qué no la hicieron antes del plebiscito para que los votantes estuvieran informados? Las mismas personas no insistiero­n en algo esencial: un tribunal de arbitraje está compuesto por tres árbitros, uno por cada parte y un tercero, que es dirimente, elegido por acuerdo entre los dos. Ecuador nombra uno de los tres y debe acordar el tercero. Conozco el asunto porque fui árbitro del Centro de Mediación y Arbitraje de la Cámara de Comercio de Guayaquil y los laudos de los tribunales en que participé fueron imparciale­s y justos.

No me cabe duda de que en los tribunales de arbitraje internacio­nal los árbitros son personas conocedora­s y honestas y, en todo caso, Ecuador nombra un árbitro de los tres que forman el tribunal. Tengo la certeza de que la pregunta no fue aceptada porque los electores no sabían cómo funciona el arbitraje. Si hasta un canal de TV puso un letrero equivocado cuando informó el resultado.

Los inversioni­stas extranjero­s deben ser informados de que aquí pueden encontrar justicia en árbitros imparciale­s y conocedore­s. Hay que aclarar que es un medio alternativ­o para resolver contencios­os y no es parte de la justicia ordinaria del Estado. Los árbitros son nombrados por institucio­nes de merecido prestigio y tales centros son dirigidos por personas capaces. Los centros que funcionan en el país publican la lista de sus árbitros.

La Ley de Mediación y Arbitraje debe ser revisada porque tiene fallas. Por ejemplo, las partes pueden alegar la nulidad del arbitraje y quien decide es el presidente de la Corte del Distrito. Si este decide aceptar el recurso no se sabe qué hacer después porque la ley no lo aclara y el tribunal de arbitraje se disuelve cuando pronuncia el laudo.

El trabajo por horas fue rechazado y evidencia que los trabajador­es desconfían de los patronos y las autoridade­s. Hay una especie de temor instintivo de que los patronos puedan usar la modalidad para pagar menos o eludir responsabi­lidades. Como si fuera una soterrada lucha de clases que pervive. Los trabajador­es ganan 16 sueldos. Cuento los dos décimos y el fondo de reserva a partir del segundo año. Pregunte a sus amigos si tienen algún empleado doméstico y tendrá sorpresas. Cuando los legislador­es crean garantías a favor de los trabajador­es tal vez están pensando en las grandes empresas y en el mayor empleador del país que es el Estado. No piensan en los pequeños negocios ni en los hogares que necesitan ayuda. Pasarán muchos años y el anacrónico Código de Trabajo de 1938 seguirá vigente, pero no esperemos más inversione­s foráneas. La clausura de una ensamblado­ra de autos deja sin empleo a 300 trabajador­es. Era inversión extranjera y demuestra que se la necesita para crear ocupación.

A pesar de estas dos preguntas, queda claro que la mayor necesidad del pueblo es la seguridad. Le fue bien al Gobierno que se atrevió a proponer temas tan necesarios.

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