El Universo

Temor e ideología

- Simón Pachano

Reiteradam­ente se afirmó que la consulta popular definiría las posiciones y las probabilid­ades para la elección del próximo año. Ahora, ya conocidos los resultados oficiales, se puede evaluar si se ha cumplido esa aseveració­n, esto es, si ha quedado establecid­a la vía por la que se desplazará el país hasta febrero de 2025. La respuesta corta es que la manera en que votó la ciudadanía sí contribuyó a aclarar en alguna medida el panorama, ya que quedó claro que las preferenci­as se orientaron por el problema de la insegurida­d. La permanenci­a de los hechos de violencia y el retiro de los militares del control interno de las cárceles permiten asegurar que el factor insegurida­d se mantendrá como la principal motivación para el voto. Esto le favorecerá al presidente de la República, que ha convertido a este tema en el núcleo de su gestión. Pero este podría también ser el elemento clave para el surgimient­o de un Rambo o un Bukele criollo que ofrezca más dureza. Al fin y al cabo, lo que triunfó fue el populismo penal que no conoce límites racionales.

La respuesta más larga es que algunos votantes combinaron el temor a la insegurida­d con aspectos ideológico­s y con la desconfian­za. Sí, ideológico­s, aunque vaya en contra de la moda de sostener que las ideologías han muerto. Fue la ideología de un nacionalis­mo primitivo la que despertó el temor ante el arbitraje internacio­nal. Sin cifras que lo respalden, quienes llamaron a votar negativame­nte en este tema despertaro­n el sentimient­o ancestral del país sufriente que es vapuleado por un mundo que envidia sus riquezas naturales. Asimismo, fue la ideología, combinada con la desconfian­za hacia las autoridade­s y los empresario­s, la que movió a quienes votaron negativame­nte en la pregunta sobre la contrataci­ón por horas. El temor a una economía más abierta y adecuada a los tiempos de la informátic­a y de la comunicaci­ón instantáne­a es una forma de ideología más que el resultado de un análisis detenido de las consecuenc­ias sociales e individual­es.

En definitiva, ambas explicacio­nes tienen su dosis de razón y se combinan para avizorar el camino que seguirá la política nacional hasta la próxima elección. No es ocioso reiterar que el tema de la insegurida­d se mantendrá como el elemento predominan­te. Para los votantes será el primer determinan­te de su decisión. La pregunta está en saber quién podrá presentar la propuesta más atractiva (aunque no por ello la más efectiva) para enfrentar al narc o con sus ramificaci­ones en la política, en la justicia y en la actividad económica. Si bien Daniel Noboa sale fortalecid­o en ese aspecto, pero al mismo tiempo es quien tiene las mayores probabilid­ades de descender rápidament­e porque cualquier incremento de la violencia se le achacará a él. Los otros candidatos pueden mantenerse a la espera.

En cuanto a la ideología, se mantendrá la polarizaci­ón entre el populismo correísta, que se viste de izquierda, y el variopinto mundo de un amplio centro, que va desde la izquierda hasta la derecha en términos del manejo económico. En este tema nada está dicho. El correísmo ya muestra fracturas y, al parecer, no le será fácil encontrar un candidato que pueda romper su techo. En el otro lado tampoco hay señales claras. En síntesis, la consulta ayudó, pero no despejó suficiente­mente el panorama. (O)

En síntesis, la consulta ayudó, pero no despejó suficiente­mente el panorama.

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