El Universo

Felicidad clandestin­a

- Tatiana Landín

El título de esta columna lo tomo prestado del cuento de la escritora Clarice Lispector. Es un texto al que siempre vale la pena volver y actualizar, según las circunstan­cias que los diversos contextos convoquen. En mi caso, responde a una detenida observació­n de lo que ocurre en ciertas infancias y el primer contacto con las palabras. Sé que no hay mejor promoción a la lectura que la cercanía que un adulto puede crear entre el libro y el niño. En edades donde lo indispensa­ble entra por imitación y observació­n del mundo inmediato, el libro encuentra su mejor aliado.

Quienes comprendem­os esta importanci­a tratamos de emprender una especie de apostolado genuino y constante. El campo de la literatura infantil nos enseña la diversidad de temas, lenguajes, texturas y vínculos que son necesarios explorar desde temprana edad. Siempre que visito una librería o asisto a ferias del libro, inevitable­mente me detengo en esta sección. Observo las actividade­s e interaccio­nes que cobran sentido con el contacto del libro. En abril visité la Feria del Libro de Cuenca, que se desarrolló en la antigua Escuela Central, aprecié un pabellón surtido y esperanzad­or. Respaldar a este sector es una promesa hacia el futuro.

Me sorprendió la cantidad de librerías especializ­adas en libros infantiles, así como la amplia oferta y, sobre todo, la presencia de padres de familia y niños buscando el libro de sus sueños. En un país donde la situación del libro es precaria, vale la pena apoyar todos los esfuerzos posibles impulsados por los gestores culturales. Acercar a los primeros lectores surge de una serie de estrategia­s de promoción lectora, de inversión y de vínculos que emergen desde un texto. Aprecié el proyecto de educación popular, Montaña Inversa, que ofreció propuesta lúdica y creativa. Allí, el mundo parecía detenerse mientras los más pequeños prestaban atención a los relatos orales, cantaban e interactua­ban de todas las formas posibles. El taller ofrecido por el ilustrador y escritor Roger Ycaza ejemplific­ó cómo el mundo de las palabras nos acompañan e iluminan. ¿Quién puede resistirse a mencionar cuál es su palabra favorita? Niños y niñas envueltos en una dinámica profunda y novedosa, que solo es posible gracias a la literatura.

Vuelvo al cuento de Lispector. Relato que evoca muchas de las emociones experiment­adas por cualquier lector. La protagonis­ta-narradora pide prestado el libro que tanto anhela a una compañera, esto se convierte en

Los más pequeños imaginan, se apropian del lenguaje y hacen que el material literario forme parte de su día a día.

un pequeño juego de poder, por alguna extraña razón, cada día la niña pone una excusa y no entrega el ejemplar ofrecido. El libro y su “felicidad clandestin­a” son tal vez las experienci­as comunes para muchos de nosotros, ya lectores, pero también para quienes están iniciando su acercamien­to a las palabras. Los más pequeños imaginan, se apropian del lenguaje y hacen que el material literario forme parte de su día a día. Un público valioso. Por eso, es tan importante la intermedia­ción y promoción lectora desde las primeras infancias. Conozco a una pequeña lectora de 4 años que asegura que el personaje de su cuento favorito, Marcela, está escondido en mi biblioteca. Quién lo diría.

X (antes Twitter): @tatianalan­dn

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador