Sandrine Le Ridant dice que paisaje de Ecuador le recuerda a niñez en África
Migrante francesa atiende restaurante en la comuna Olón, provincia de Santa Elena, que se especializa en dulces franceses y en los poke bowls, platillo insignia de la cocina hawaiana.
La francesa Sandrine Le Ridant, de 58 años, es dueña de un restaurante en Olón, provincia de Santa Elena, que se especializa en dulces franceses y en los poke bowls, platillo insignia de la cocina hawaiana que ella y su esposo, el chef Paul, “revisitan” con un toque francés.
“La juventud se fue”, menciona sobre el porqué de la muñequera que evita retirarse. Y aunque asegura que su juventud se fue, muestra energéticos gestos faciales y corporales, esenciales para complementar su forma potente de hablar. Bromea diciendo que debió de estudiar actuación.
Sandrine visitó por primera vez Ecuador hace 23 años. Vino de vacaciones para visitar a familiares. Pasó su niñez en África y regresó a Francia para cursar sus estudios universitarios. Luego vivió en una isla caribeña y allí conoció a Paul, su esposo y chef del local que poseen en la Península.
Hace nueve años decidieron mudarse a Ecuador y abrieron su primer restaurante en Montañita, hace cinco. Paul no hablaba español y Sandrine, muy poco. Ahora sirven poke bowls con distintas proteínas y postres franceses, como profiteroles. “Cuando vine de vacaciones hace 26 años me enamoré (de Ecuador)”, expresa Sandrine. “Todas mis memorias hasta los 19 años están en África. Tuve una infancia y adolescencia increíble. Ecuador me recuerda a los lugares de mi infancia en África. Los paisajes, la onda, el ambiente, pero también los ecuatorianos. Son muy buena gente, siempre con mucha curiosidad”, describe la migrante francesa.
Trabajar en un restaurante implica tener mínimo “25 anécdotas al día”, dice. Recuerda, entre risas, cómo una señora ordenó una limonada frozen y terminó pidiéndole que le sacara “el hielito” y metiera la bebida en el microondas.
Sandrine siguió las órdenes y la señora quedó “encantada”, recuerda. “El cliente siempre tiene la razón”, reflexiona.
Sostiene que muchos de sus clientes se han convertido en amigos. También un perro los acompaña en su día a día en el restaurante de Olón.
Sandrine, sin embargo, inevitablemente ha notado que la situación de seguridad ha cambiado
Sandrine Le Ridant vivió en una isla caribeña y allí conoció a Paul, su esposo.
en el país. “Poco a poco cambiaron las cosas. Este año fue un golpe muy duro. Vimos muy pocos turistas extranjeros”, lamenta sobre la afectación turística por efecto de la violencia criminal. La pareja no planea mudarse. “Aquí estamos felices, creo que nos vamos a quedar”, promete.
En su Francia natal, Sandrine Le Ridant cursó sus estudios universitarios.