El Universo

Prócer del fútbol bien jugado

‘Huracán del ‘73 elevó a César Luis Menotti a la máxima considerac­ión y al año siguiente lo nombraron director técnico de la Selección Argentina.

- Por Jorge Barraza barrazajor­ge.11@gmail.com

Medía 1,93, era un basquetbol­ista metido en una cancha de fútbol. Un cinco de buen manejo que le pegaba con un cañón a la pelota. Surgió en el club del que era hinchas él y su familia: Rosario Central. Pasó a Racing, a Boca, se fue a Estados Unidos al New York Generals y por una gran actuación allí frente al Santos lo fichó el mismo Santos. Ahí le pasaba la bola a Pelé y Coutinho. Pero ya le picaba el bichito de dirigir y se retiró joven. Y, de arranque, el DT trascendió al futbolista.

Con sólo 32 años le dieron Huracán. Fue en abril de 1971. Brindisi y Babington venían de las inferiores, a Houseman lo llevaron por dos pesos de Defensores de Belgrano, otros llegaron libres… Así fue armando ese sueño de cualquier hincha llamado “Huracán del ‘73”. Ya en el primer partido del campeonato goleó a Argentinos Juniors 6 a 1. A varios más les hizo cinco, cuatro… Pero los números eran irrelevant­es: lo fascinante era el juego. A Central, en Rosario, le iba ganando 5 a 0 y era tal el espectácul­o y la superiorid­ad que la hinchada centralist­a se puso de pie.

Esa obra maestra elevó a ese joven César Luis Menotti a la máxima considerac­ión y al año siguiente lo nombraron director técnico de la Selección Argentina. Menotti puso condicione­s para asumir: que la selección, una entidad desvaloriz­ada, desorganiz­ada, fuera prioridad total. Los futbolista­s se negaban a vestir la Albicelest­e, los clubes no los cedían, el equipo nacional se juntaba unos días antes de cada torneo y sumaba fracaso tras fracaso. Improvisac­ión total.

Menotti cambió la historia del fútbol argentino a través de una palabra: compromiso. Y a partir de él el fútbol argentino fue a cinco finales del mundo, ganó tres, fue 6 veces campeón mundial juvenil, conquistó 2 Juegos Olímpicos, 3 Copa América, encabezó en varias oportunida­des el Ránking Mundial de la FIFA.

Pero por encima de los títulos estaba su prédica, que dio lugar a una corriente: el menottismo. Esto es jugar bien, por abajo, respetando la pelota, salida limpia desde el fondo, tocar, llegar en bloque. Orden con creativida­d. No era otra cosa que volver a las fuentes que hicieron grande al fútbol gaucho.

Menotti entraba fácil en los jugadores, poseía un notable poder de convencimi­ento. “Menotti convencía por seducción, Bilardo por insistenci­a”, describió Jorge Valdano.

Una de esas decisiones, quizás la más fuerte de su vida, fue dejar fuera del Mundial ’78 a Maradona. Aún con 17 años,

Diego ya era el mejor jugador argentino junto con Bochini. Entrevista­do esa misma noche, Maradona estaba como aturdido, conmociona­do, no salía de su asombro. “Si lo agarra mi familia lo mata, le quieren pegar”, dijo el 10. A Bochini también lo marginó. Luego, Argentina fue campeón mundial y el título tapó la decisión del DT. Pero le hubiese dado el brillo que necesitó la Selección. Argentina ganó ese Mundial guapeando, con el coraje de Passarella, Kempes, Fillol, Luque, Tarantini, no con el fútbol que proponía el entrenador rosarino. Sucedió lo que nunca: al local le tocó el grupo de la muerte: la Francia de Platini, Lacombe, Genghini, Trésor, Bossis, Battiston, la Italia de Bettega, Causio, Paolo Rossi, Scirea, Gentile, Paolo Conti, Tardelli, Cabrini, la última gran Hungría, la Polonia de Lato,

Szarmach, Boniek, Zmuda, Tomaszewsk­i… Y luego Brasil, un Perú con Cubillas, Sotil, Percy Rojas, Velásquez, Muñante, Chumpitaz… Todos difíciles.

Tras ocho años en el banco celeste y blanco se fue a Europa, al Barcelona. Antes de debutar en el Camp Nou declaró en su estilo fluido, elegante, casi literario: “Me siento como un músico frente a un gran escenario”. Los periodista­s se arracimaba­n frente a su presencia esperando las frases aterciopel­adas del Flaco. Dirigió a Boca, a River, Independie­nte (tres veces).

Fue un individuo controvers­ial, que generaba amores incondicio­nales. Su enfrentami­ento casi irracional con Carlos Bilardo abrió una grieta en el fútbol, ya no sólo argentino sino latinoamer­icano. El jugar bien o ganar como sea, que encarnaban uno y otro dividió al público, al ambiente del fútbol y, sobre todo, al periodismo. Se era menottista o bilardista. Y eso generaba enconos personales fuertes, hasta la enemistad. Duró décadas la dicotomía.

Bilardo declaró apenas asumir en reemplazo de Menotti: “En el Mundial 78 no estuvieron Alonso, Bochini ni Maradona, jugadores que responden a esa idiosincra­sia (la del jugador con calidad). El Mundial se ganó con (futbolista­s más aguerridos, como) Luque, Passarella, Gallego y Kempes”. Menotti, que podía ser de todo menos lerdo: respondió, siempre por los medios. Aprovechó una derrota de Argentina Sub-23 dirigida por Bilardo ante el Valladolid de España y devolvió la pelota: “No se puede jugar un partido al otro día de bajar del avión tras un viaje a Europa. En este plantel había muchachos que gozaban de gran cotización y perdieron prestigio”. Bilardo entró en cólera: “Leí el diario y me enloquecí, me tuve que tomar dos lexotanil. Estaba envenenado”, reconoció. Y al día siguiente le respondió en una conferenci­a de prensa: “Cuando asumí en la selección lo único que encontré fue una silla y un escritorio. No había carpeta de jugadores, no había calendario, no había contactos, nada. Este país necesita que se hable menos y se trabaje más”. Fue el inicio de una auténtica guerra dialéctica y de estilos.

En su última etapa como director de seleccione­s nacionales compartía en el predio de la AFA con Messi. A los 85 años, se fue el Flaco Menotti, personaje mundial del fútbol.

A MENOTTI YA LE PICABA EL BICHITO DE DIRIGIR Y SE RETIRÓ JOVEN.

A LOS 85 AÑOS, SE FUE MENOTTI, PERSONAJE MUNDIAL DEL FÚTBOL.

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ARCHIVO ▶César Luis Menotti cambió la historia del fútbol argentino a través de una palabra: compromiso. Y a partir de él Argentina fue a cinco finales del mundo, ganó tres.
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