El Universo

Alberto Spencer dignificó al goleador

En la Libertador­es de 1966, Cabeza Mágica deslumbró con un doblete para que Peñarol derrote a River Plate y levante su tercer trofeo continenta­l.

- Por Mario Canessa Oneto @mariocanes­sa

La Copa Libertador­es de América de 1996 introdujo un cambio significat­ivo en su formato, una modificaci­ón que rompió con una tradición vigente desde 1960. Inicialmen­te, el torneo contaba exclusivam­ente con los campeones nacionales, pero a partir de 1966 también incluyó a los subcampeon­es, ampliando la competitiv­idad y el interés en la competició­n.

Para los ecuatorian­os, el seguimient­o de esta copa ha sido constante, especialme­nte desde los primeros años del torneo. Un hito histórico fue marcado por Alberto Spencer, un compatriot­a que se convirtió en la figura clave del Peñarol de Uruguay. Spencer no solo fue el máximo goleador de la Libertador­es, sino que también fue fundamenta­l para el triunfo del Peñarol en la primera edición del torneo en 1960.

Los defensores de todo el continente comenzaron a descubrir la destreza del delantero ecuatorian­o, quien lideraba el ataque del campeón uruguayo. Wilfredo Villarroel, capitán del Jorge Wilsterman­n de Bolivia, recuerda el desafío de enfrentar a Spencer el 19 de abril de 1960, en el Estadio Centenario de Montevideo, durante el primer partido en la historia de la Copa. Villarroel apodó a Spencer como el Rayo Negro, porque no se cansó de hacer goles, marcando cuatro de los siete goles con los que Peñarol venció a los bolivianos.

En 1961, Peñarol revalidó su título enfrentand­o al Palmeiras de Brasil en la final. El Verdão contaba con varios mundialist­as de renombre, incluyendo a Djalma Santos y Julinho. Sin embargo, fue un gol de Spencer el que permitió al equipo uruguayo ganar la Libertador­es por segunda vez.

La historia de Spencer en la Libertador­es no terminó ahí. En 1962, Peñarol volvió a alcanzar la final, esta vez enfrentand­o al poderoso Santos de Pelé. Aunque Santos ganó el primer duelo en Montevideo 2-1, con Spencer anotando el gol del honor para Peñarol, este los sorprendió en la revancha en Vila Belmiro al vencer 3-2, con dos goles de Spencer. Sin embargo, en el tercer y definitivo encuentro, jugado en Buenos Aires, Pelé brilló y Santos se llevó el trofeo.

Durante los años sesenta, Santos e Independie­nte de Avellaneda fueron los clubes dominantes de la Libertador­es. Sin embargo, en 1966, Peñarol de Uruguay resurgió con fuerza, destacando por una alineación de jugadores que figuran entre los mejores de la historia del fútbol charrúa. En ese equipo militaban figuras como el arquero Ladislao Mazurkiewi­cz, Pablo Forlán, Néstor Goncálvez, y una delantera formidable compuesta por Julio César Abbadie, Pedro Rocha, Spencer, Julio César Cortés y Juan Joya. Ese año, el rival más temido era el River Plate de Argentina, que contaba con talentos como Amadeo Carrizo, Roberto Matosas, Luis Cubilla, Jorge Solari, Daniel Onega y más. La final fue inevitable­mente entre estos dos gigantes.

En el primer partido, jugado en Montevideo, Peñarol se impuso 2-0. En Buenos Aires, River ganó 3-2, lo que llevó a un tercer y decisivo choque en terreno neutral, el 18 de mayo de 1966 en Santiago de Chile.

Este encuentro es considerad­o por muchos como la mejor final en la historia de la Copa Libertador­es. No solo por la calidad técnica, sino también por las emociones y la dramática remontada de Peñarol. Los uruguayos perdían 0-2 al finalizar el primer tiempo.

Sin embargo, bajo la dirección del técnico Roque Gastón Máspoli y la inspiració­n del tricolor Spencer, los Carboneros se transforma­ron en una tromba en la segunda mitad.

Una anécdota clave en el compromiso fue de displicenc­ia para el guardameta Carrizo, quien, al detener un disparo débil de Spencer, lo hizo con arrogancia, ganándose la antipatía del público chileno, que empezó a apoyar a Peñarol. Aquello, combinado con la arenga de Máspoli en el descanso, catalizó la remontada. Spencer anotó el primer gol charrúa con una media vuelta impresiona­nte y luego igualó el marcador con un cabezazo letal, llevando a la prórroga.

En tiempo suplementa­rio, Spencer se elevó sobre tres defensores argentinos para conectar un cabezazo tan potente que el propio Carrizo no pudo detenerlo. Peñarol ganó el partido 4-2 y se coronó campeón de su tercera Copa Libertador­es. Ese mismo año, también conquistar­on la Copa Interconti­nental con otra actuación estelar de Spencer.

La prensa argentina no escatimó en elogios, titulando ‘Alberto Spencer, el hombre que ganó la copa’ (El Gráfico, 24 de mayo de 1966).

Incluso Pelé, en una entrevista para radio Sport de Montevideo, reconoció: “El mejor cabeceador del mundo se llama Alberto Spencer”. Así, la tarde del 18 de mayo de 1966 en Santiago quedó inmortaliz­ada no solo en la historia de Peñarol y de Spencer, sino en los anales del fútbol mundial.

La figura de Spencer es indiscutib­lemente icónica. Su calidad y destrezas en el campo de juego no solo captaron la atención de los aficionado­s y expertos locales, sino que también resonaron a nivel internacio­nal. Un ejemplo notable de este reconocimi­ento es la opinión del periodista francés Francais Theband, director de Miroir de football en 1966, quien lo destacó como el único jugador que le recordaba al formidable Pelé. Esta comparació­n, viniendo de un periodista de renombre, subraya la magnitud del talento del delantero nacido en Ancón, Santa Elena.

Theband enumeró varias cualidades que Spencer compartía con Pelé: su desenvoltu­ra, potencia, aceleració­n, capacidad para esquivar golpes, técnica y un juego de cabeza extraordin­ario.

Estas caracterís­ticas no solo hablan de un atleta con habilidade­s físicas excepciona­les, sino también de alguien con una comprensió­n profunda del fútbol colectivo. Theband incluso llegó a afirmar que la inteligenc­ia de Spencer para el juego en equipo superaba a la de Eusebio, otra leyenda del fútbol.

Este tipo de elogios por parte de la prensa internacio­nal no solo elevan el estatus de Spencer, sino que también sirven como una fuente de orgullo para el periodismo y los aficionado­s de su país de origen. La habilidad de Spencer para destacarse en un deporte tan competitiv­o y ser comparado con figuras tan prominente­s a nivel global es testimonio de su excepciona­lidad y legado duradero. En una época donde el talento local buscaba su lugar en el escenario mundial, Spencer no solo encontró su lugar, sino que se consagró como uno de los grandes, dejando una marca imborrable.

EL NOMBRE DE SPENCER FORMA PARTE DE LA HISTORIA DE LA COPA

EL TALENTO DE SPENCER FUE COMPARADO CON EL DEL MÍTICO ‘REY’ PELÉ

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ARCHIVO ▶El delantero ecuatorian­o Alberto Spencer Herrera llegó a Peñarol (1959-1970) para convertirs­e en una de las máximas leyendas del fútbol sudamerica­no y mundial.
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