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“Tuve una vez una discusión con mi padre, llorando le dije que quería ser como los otros niños, que todo el mundo se burlaba de mí. Él, un hombre maravilloso, pero no muy hábil con las emociones, me respondió: ‘ para ser sincero, hija, cuando naciste, también yo me sorprendí’”.

“Debía de tener doce años, estaba realmente frustrada, me preguntaba si la gente me hubiera tratado de otra manera, pero incluso en ese momento, no logré imaginarme diferente de como soy”.

“La moda me recuerda mi lado creativo. Pero ha sido una decisión racional. Las escuelas necesitan comprender qué es el albinismo”.

“Si mi madre hubiera escuchado a mis profesores, nunca habría hecho nada con mi vida. Pensaban que era lenta, casi estúpida, retrasada mental. No se daban cuenta de que no podía leer en la pizarra por culpa de una fuerte miopía, común en los albinos”.