LA CHICA DANESA
Meses atrás, el atleta olímpico Bruce Jenner informó, a través de un reality de TV, que estaba sometiéndose a un cambio de sexo y los medios lo presentaron convertido en Caitlyn Jenner. Por ello, quizás, el espectador no quedará tan sorprendido por la temática de La chica danesa, filme transgresor que presenta al primer heterosexual famoso que se sometió a las operaciones que cambiarían su sexo, en una época no tan conocedora de aquellas cirugías. Para filmarla, Tom Cooper ( Los miserables, 2011 o El discurso del rey, 2010) tomó el diario de Einar, publicado en 1933 y basándose en ellos escribió un guion que muestra dignidad y respeto hacia los controvertidos personajes.
Para desempeñar los roles principales, Cooper seleccionó a dos intérpretes excepcionales: Eddie Redmayne ( Óscar 2015 por La teoría de todo) y a Alicia Vikander. Son el mejor aporte que tiene la película. Sin él, la caracterización pudo caer en lo ridículo, pero el actor se supera a sí mismo y, gracias a sus expresiones corporales, el público capta la esencia de lo que probablemente sea un transexual en su proceso de cambio. La forma de cruzar las piernas, de mover las manos y la mirada tan femenina completan la transformación de Redmayne. Alicia Vikander otorga una labor insuperable: su mirada, contemplativa en ciertos momentos, se llena de angustia, de afecto y desolación. Su sonrisa es una máscara para esconder el dolor que la afli- Copenhagen, 1926. Daner Einar ( Eddie Redmayne) y Gerda Weganer ( Alicia Vikander) forman un matrimonio de artistas. Él, paisajista de renombre. Ella, retratista que busca la fama. Pero sus vidas cambiarán desde el momento en que Einar sustituye a la modelo femenina que su mujer, Gerda, tenía que pintar. Cuando los retratos resultan exitosos, ella anima a su marido a que adopte una apariencia femenina. Lo que comenzó como un juego llevó a Einar a una metamorfosis inesperada.
ge: perder a su cónyuge y aceptarlo. Ella debería, en justicia, ganar el Óscar destinado a la mejor intérprete femenina en rol secundario; aunque realmente debió ser en la categoría principal.
El camarógrafo demuestra que la iluminación es uno de los factores principales de una película, pues un crítico afirma que “los intérpretes han sido fotografiados con luces iguales a las que Joseph von Stenberg creaba para los primeros planos de Marlene Dietrich”, pero el director ( Cooper) no recurre
exclusivamente a ello, sino que los fotografía en ambientes amplios, como si fuesen ellos parte de un gran paisaje, de una calle, en la inmensidad de las ciudades. Y cuando se está admirando la toma surge el primer plano y queda todo expuesto. Por ello, cada secuencia es importante.
Mérito del filme es su dirección artística: el mundo de los años 20 queda fielmente reproducido, creando la opulencia que le fue tan distintiva. El final pudo ser mejor, no tan abrupto.