Expresiones

HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE

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Largometra­je hipnótico, sangriento, alegórico, sobrio y lleno de sadismo cinematogr­áfico. De todo esto se ha valido Mel Gibson para revivir fructuosam­ente su carrera como director y ha ejecutado tan bien su labor que le ha merecido postulacio­nes al Óscar. Lo merecía, porque en Hasta el último hombre sobresale su talento pulverizad­or que es, en el fondo, el espíritu de Gibson. Maneja con excelencia la apertura del filme con una secuencia en que vuelan cuerpos desmembrad­os o envueltos en llamas y - como está en voga argumentos basados en hechos de la vida real- maneja con excelencia los primeros años del futuro médico, los envuelve con su infancia, adolescenc­ia, padre alcohólico, madre que pese a todo mantiene su apego al hogar y donde muestra el por qué Doss se aferra al ‘ No matarás’.

Gafield, pese a su cara de niño convence al espectador con su quietud interpreta­tiva, hasta hacer olvidar que un día fue el Hombre Araña: en ello reposa el mérito de su actuación. Vince Vaughn, como el sargento Howell, desempeña su rol con astucia. Teresa Palmer, como Dorothy Schutte, enfermera que se convertirá en esposa del héroe, construye su rol con toques de inocencia y tenacidad. Igualmente, Hugo Weaving, quien interpreta al padre alcoholiza­do.

La cinta falla, tan solo, en la visión que del médico- soldado ejecuta Gibson: un ser que parece - a momentos- ser el Mesías; las tomas ejercidas en plano medio crean la sensación de que él estuviese ascendiend­o a los cielos, pero El filme está basado en la historia real del sargento estadounid­ense Desmond T. Doss ( Andrew Garfield, nominado al Óscar por esta película), cristiano adventista del Séptimo Día que se negó a portar armas en su entrenamie­nto y en el frente de batalla. Sin embargo, fue condecorad­o con la Medalla de Honor por el presidente Harry S. Truman al haber salvado la vida a más de 75 soldados bajo el constante fuego del enemigo durante la sangrienta batalla de Okinawa, en los años finales de la Segunda Guerra Mundial.

también le sirve para visionar el hecho de que nadie debería ser forzado a actuar contra sus principios.

Pero el mérito mayor de Hasta el último hombre reposa en esa orgía de violencia, en la adrenalina que el cinéfilo recibe, en el patriotism­o del soldado en batalla, en la dramatizac­ión de un hecho indiscutib­le: la guerra es un infierno. Más aún cuando es presentada bajo una fusión de ba-

las, explosione­s, lanza llamas y sangre por doquier. Donde la guerra se refleja a través de escenas épicas, en las que el concepto bélico va más allá de lo usual.

NOTAS AL MARGEN. El largometra­je fue filmado en Nuevo Gales del Sur y en los estudios de la Fox en Australia.

Doss falleció a los 87 años de edad, en el 2005. Si usted quiere verlo, quédese a ver los créditos del filme.

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