Tremendo viaje PARA EL QUITOFEST
Los controles médicos de Ignacio fueron planeados de tal manera que coincidieran con los días del Quitofest en la capital. Sus padres, Suelen Figueroa y Jorge Ramírez, emprendieron un viaje desde las islas Galápagos para disfrutar con su bebito, de ocho meses, la buena música de Café Tacvba. La tarde del sábado era la primera vez que el niño iba a un concierto. Sentado en su cochecito y con la entrada arrugada en la mano, se fotografió junto a sus progenitores en el ingreso del parque Itchimbía, centro de Quito.
Su tía Shirley le hacía gestos y muecas para que sonriera, mientras el pequeño estaba atónito ante el ‘concierto’ de tambores, reali- zado por un grupo de jóvenes afuera del festival.
Suelen es quiteña y su esposo mexicano, pero ambos han vivido en el archipiélago durante 10 y 6 años respectivamente. Allí se conocieron y su amor por la música selló la relación.
En el interior del recinto la motivación del público era la misma: escuchar a la banda mexicana que cerraría la fecha. Temas nuevos como Futuro, Un par de lugares y los clásicos El baile y el salón y Eres pusieron a saltar y a suspirar a los capitalinos. Más aún cuando los artistas entonaron Un, dos, tres, melodía que recuerda a los estudiantes desaparecidos en el país azteca, la lucha por el medio ambiente, los animales y en contra del maltrato a la mujer.
El cronograma fue estricto y puntual. Antes del mediodía los acordes empezaron a sonar Bandas como Tonicamo, Lolabúm, Havalina, Sudakaya, Los Cafres y Papaya Dada tuvieron unos cuarenta minutos para presentar su repertorio. Un ambiente relajado se vivió en el área recreativa, incluso algunas familias montaron carpas para protegerse del sol. Una feria con juegos también sirvió para entretener a los infantes que, entre una presentación y RUBÉN ALBARRÁN. Vocalista de Café Tacvba, se puso una máscara de diablo huma ante los gritos del público. otra, se ponían inquietos.
Sin embargo, eso no preocupó a Byron Uvidia, quien llegó esa mañana desde Latacunga. “Mis hijos están emocionadísimos. Habíamos planeado el viaje hace algún tiempo. Mi esposa no pudo venir por trabajo”, refirió el fanático de Swing Original Monks.
Su hija, de 14 años, es seguidora de Ximena Sariñana y Byron la perdió de vista por unos minutos mientras la artista mexicana cantaba sus ‘rolas’ más conocidas.