DONATELLA VERSACE LLEGÓ A LA TERCERA EDAD
Su vida, dentro y fuera del taller y las pasarelas ha estado marcada por los excesos, en todos los sentidos. El sábado, este ícono de la moda italiana que ha sabido reinventarse una y otra vez cumplió 65 años. Lo celebró a las riendas de la gestión creativa de la firma con la que revolucionó una época, aunque ya no pertenezca a la familia que la fundó. A Donatella, con 43 años, le tocó impedir que el imperio se desvaneciera tras el trágico asesinato en 1997 de su hermano Gianni, el hombre que marcó la estética de los noventa. Desde la cabina de mandos de la casa Versace, la heredera más señalada de la moda logró esquivar la quiebra económica y mediática; devolver la opulencia y la autoridad a la firma y sobreponerse a las turbulencias, también personales. Salir del segundo plano y pasar de ser la mano derecha y musa del gran Gianni a convertirse en la esencia del concepto Versace, con voz propia, no fue un camino de rosas. La presión de estar a la altura del legado del rey de la moda le hizo probar las hieles de la fama. Cayó en las adicciones, pasó por rehabilitación, dejó atrás su etapa más oscura y volvió a reinventarse. La venta de la compañía en 2018 al grupo del diseñador estadounidense Michael Kors le ha permitido centrarse solamente en la parte creativa y dejar de lado quebraderos económicos y burocráticos. En una entrevista con el diario La Repubblica de hace unos meses confesaba que no extraña su antiguo cuartel general.