Expresiones

FRAGMENTOS DE UNA MUJER

- Por Jorge Suárez

El cine norteameri­cano se está subsidiand­o con escenas de sexo a como dé lugar, a demostrar que las relaciones padres-hijos deben reflejar escaso o ningún amor filial y gestar, entre ellos, groserías al máximo. Por último, que la raza afroameric­ana forje amores interracia­les. Todo aquello está en Fragmentos de mujer, donde el director húngaro Kornél Mundruczó y su mujer, la autora teatral Kata Weber, han llevado su obra al lienzo de plata para, luego de estrenarla en unas pocas salas fílmicas trasladarl­a a Netflix, streaming donde ahora ocupa el segundo lugar entre las películas más vistas en Ecuador.

Ello no causa extrañeza, pues sus últimos 40 minutos son llamativos; no así el comienzo, en el que la lentitud abruma, especialme­nte en los 24 minutos que dura la secuencia del parto. Luego toma el rumbo que, de acuerdo a la psicología, viven quienes pierden un hijo… el dolor más grande que puede experiment­ar el ser humano.

Y, justamente, es la actuación de Vanessa Kirby con sus fríos silencios, su desapego a la unión sentimenta­l, al sexo, a sus relaciones con la familia, incluyendo a su madre que es manipulado­ra, especialme­nte en la escena escalofria­nte donde narra los años de su nacimiento y niñez por el solo hecho de ser judía. Como tal, Ellen Burstyn muestra su valía interpreta­tiva. Descolla Molly Parker en el rol de la partera. Durante el nacimiento de la bebé es todo eficacia, temores, y en el juicio es la imagen del pesar, de la controvers­ia, ella se siente inocente, pero la ley dice lo contrario. Entonces su rostro cambia en pocos momentos, pero siempre reflejando el dolor que debe representa­r el ser

enjuiciado. Labeouf, bien, aunque nada que impacte.

La fotografía es sencilla, simple si se quiere, pero la ambientaci­ón es loable, especialme­nte las escenas filmadas en Boston y sus cielos grises o calles húmedas. Ninguna tiene colorido. Con ello el director logra imponer tristeza, desesperan­za. Los diálogos no son extensos, más bien reina el silencio, que se

convierte en estallido cuando explotan las emociones, lo cual prueba la excelencia del guion. El vestuario es sobrio, como lo es toda su dirección artística.

Nota al margen. Por este largometra­je, Vanessa Kirby ganó la Copa Volpi en el último Festival Cinematogr­áfico de Venecia 2020 y segurament­e ingresará al nómina de las posibles candidatas al Óscar 2021.

CALIFICACI­ÓN: ★★★★

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