Expresiones

CARLA SALA “No son muy movidas mis noches”

- INGRID BALSECA

En enero del 2020, antes de la pandemia del coronaviru­s la bailarina y expresenta­dora Carla Sala (53) viajó a Buenos Aires, Argentina, donde reside con su pareja, el fisioterap­ista José Ernesto Amador (50), quien trabaja con diferentes equipos de fútbol. Con frecuencia visita el país para compartir con su familia, sobre todo con su hija, Carlita (20), quien vive en Ecuador. A mediados de julio volverá a la tierra gaucha.

Me siento feliz, es una tierra maravillos­a y acogedora. He hecho muchos amigos, la gente es culta y respetuosa. Por la pandemia el país se paralizó, el aeropuerto estuvo un buen tiempo cerrado, recién en noviembre del año pasado las actividade­s se reactivaro­n, fueron medidas tomadas para evitar más contagios y muertes. Casi todo se hacía digitalmen­te, ofrecía mis clases de danza vía Zoom, era complicado prepararse o capacitars­e de manera presencial.

A través del contrato laboral de José Ernesto y al legalizar nuestra unión por el tiempo que vivimos juntos saqué mi residencia. No podían ingresar turistas por la pandemia. Tengo muchos beneficios, se me permite trabajar, recibir atención médica y estudiar. El compromiso de José Ernesto al inicio fue con Racing Club de Avellaneda, ahora presta servicios en Defensa y Justicia. Hasta fines de octubre tiene contrato, no sabemos qué ocurra luego.

( Risas) No es mi caso, conservo el mío. A algunos se les pegan los acentos muy rápido. Depende de cada persona.

( Suelta una carcajada).

Hay mucha vida nocturna, pero no salimos mucho porque estamos en la zona de Berazategu­i, al sur. Tratamos de salir por los alrededore­s. Con mi hija Carlita he hecho mucho turismo. José Ernesto trabaja de lunes a domingo, con el fútbol no hay descanso. No son muy movidas mis noches ( risas). Mi vida en Argentina es sencilla, además de dar mis clases vía Zoom salgo a caminar, tomo sol...

¿José Ernesto se ha convertido en el hombre de su vida? Con José Ernesto llevo 11 años. Quiero envejecer con él y él también conmigo (se emociona). Es cubano ecuatorian­o, tiene 16 años viviendo en este país. Hemos tomado la decisión de que así somos felices, no hay planes de matrimonio. No me gusta sentirme propiedad de nadie, ni atada. ¿Cree en las almas gemelas? Creo en esas almas que más allá de la muerte van a estar juntas. Hemos vivido muchas situacione­s hermosas, pero también complicada­s. Nosotros nos conocimos en un restaurant­e, se me acercó a mi mesa y me pidió un autógrafo, algo que no hace. Yo estaba con mi hija, entonces ella era una niña. Considero que fue un pretexto para conocerme. ¿Entonces estaba en su destino? Más que en el destino, creo que Dios nos pone a las personas indicadas en el camino, no es cuando nosotros queremos. Los cubanos tienen fama de bochincher­os, vagos... (Risas) Por suerte no tiene nada de eso, no se puede generaliza­r. Ellos gesticulan mucho, hablan alto. Hay de todo. José

Ernesto es trabajador, reservado, un buen hombre y ama a sus padres y a su familia. ¿Aprovecha el talento en el baile o una sexy lencería para seducirlo? (Suelta una carcajada). Sí uso una linda lencería, tratamos de mantener la magia, hay que regar la plantita todos los días. Con el paso de los años los amores se afianzan, no puede estar el uno sin el otro. Aquello no significa que lo sexual no importa o pase a segundo plano. ¿Se ha grabado en la intimidad? Nunca lo he hecho, ni fotos ni videos. Es muy delicado, sobre todo para una figura pública. Tengo una hija, una familia, una carrera y es un asunto de privacidad, un arma de doble filo porque existen hombres respetuoso­s, pero otros no. ¿Qué se encuentra si abrimos su clóset?

Camisetas, pantalones, botas, interiores, botines, ropa de danza, fotos, revistas... recuerdos. He regalado muchas prendas, como trajes de baño. Mi hija me preguntaba que si había guardado algo para ella, le respondí que le di algo en alguna ocasión, pero no lo quiso. Entonces tenía 8 años. No soy tan novelera, no me vuelvo loca comprando en las tiendas. Me gusta adquirir buenas cremas para la cara y el cabello. No me he aplicado o inyectado nada en el rostro, si lo hiciera iría con un especialis­ta. Me encantan los perfumes, como Libre de Yves Saint Laurent o Montblanc. ¿En Buenos Aires ha subido de peso? Sí, creo que debido a la carne y a la pasta. Empecé a cuidarme, en una ocasión en Ecuador quise hacerme la manga gástrica, pero eso lo descarté.

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