CINE y algo más...
En ocho partes, sus directores (Ben Richardson y Guy Ferland) han creado una de las miniseries más impactantes del período 2022-2023.
Al abrir el espectáculo con un safari en el corazón de África y un batallar en los campos europeos de la Primera Guerra Mundial, los alcaloides ponderan su efecto televisivo y el espectador es forzado a quedar frente a paisajes rurales, campos de batalla, suplicios físicos ‘justificados’ por la imposición de la religión católica y la reacción que genera la Teonna, quien no descansará hasta volver con los suyos.
Quienes interpretan a monjas y sacerdotes crean sus roles como reencarnación de los inquisidores medioevales. Las secuencias desarrolladas en África, en el mar, en las naves, tienen el sabor de las historias escritas por Alejandro Dumas. El enfrentamiento de pasado y futuro a través de automóviles vs. caballos, de aparatos eléctricos inconcebibles para quienes los ven, es muestra de lo que sorprende al ser humano en el cambiar de un mundo que fue de agua, manos, hogueras y madera, donde una refrigeradora es poco menos
CALIFICACIÓN: que un desafío a la naturaleza.
Pero es en el enfrentamiento de la justicia contra la ruindad que genera la politiquería donde 1923 alcanza refinamiento: las imágenes de jueces ruines, de propietarios deshonestos merecen nuevo spin off.
Los roles femeninos son de primera calidad: Helen Mirren es la mujer indómita que jamás se da por vencida. Julia Schlaepfer rompe los prejuicios sociales cuando descubre que el amor y la pasión van juntos. La Nieves tiene la valía de la fémina indígena que sabe lo que simboliza la palabra libertad, la lucha contra la crueldad y el conocimiento cabal de la dignidad, no la de gritos estúpidos, sino la que tiene control de su inteligencia emocional, aunque eso la lleve a crueles represalias físicas.
Harrison Ford es pilar de la trama. Su actuación está muy cercana a la perfección, especialmente cuando su rostro es imagen de la reflexión y decisión que debe tomar un líder cuando el enemigo intenta flanquearlo con engaño e hipocresía, donde la vileza es el pan de cada día, especialmente la de Flynn, el ovejero, y de Whitfield, un acertado Dalton, capaz de matar para satisfacer sus ambiciones o sus desafueros sexuales. 1923, amplifico, no es un largometraje de cowboys, pero a momentos hace recordar los que escribió William K. Everson en su libro Historia de las películas del Oeste: “No importan los superhéroes, tampoco los seres humanos en el espacio, siempre habrá en la existencia de todo muchacho la imagen de un vaquero a caballo galopando para salvar a su dama o enfrentar una injusticia. Ello se transformó en mágica e inolvidable visualización fílmica, la que se preserva eternamente en la memoria de quienes la vieron”.