ARTE PARA HABLAR DE LA MATERIA Y EL TIEMPO
LAS CERÁMICAS DE SOFÍA ULLAURI, NATALIA ESPINOSA, MARCELA ROLDÁN Y DANIEL ESPINOSA DIALOGAN EN UNA EXPOSICIÓN COLECTIVA QUE SE INAUGURÓ EN QUITO, EN LA GALERÍA ARTE ACTUAL.
La cerámica no solo es un material, es también un proceso. A través de su creación, los artistas no solo dan forma a la materia, sino que, además, revelan su potencialidad de transformación.
Este es el eje de Devenir (cerámica): de la materia y el tiempo), muestra que abrió sus puertas en la galería Arte Actual de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). La exposición, curada por María Fernanda Troya, explora la relación entre la cerámica, el tiempo y la memoria.
“Como todo en el mundo que nos rodea, el objeto artístico es el resultado de un encuentro y una correspondencia entre lo humano y lo material, entre el material y procesos físicos, químicos, biológicos y no meramente el resultado de una idea preconcebida en la mente del hacedor. Me interesaban los procesos intermedios, indecisos de la materia, el momento en el que todavía no es”, señala.
Para ello, la académica juntó el trabajo de los artistas Sofía Ullauri, Natalia Espinosa, Marcela Roldán y Daniel Espinosa, quienes sumaron piezas e instalaciones a la propuesta.
Ullauri trabajó con materiales geológicos, tierras negras y rojas, cenizas volcánicas y obsidianas para hablar de los espesores temporales, de lo frágil y de lo duradero. Al momento, esta lleva a cabo un trabajo de experimentación e investigación en torno a las pastas y esmaltes cerámicos que reflejan sus procesos migratorios y las historias del movimiento humano que la tierra puede contar.
Mientras tanto, en las piezas de Natalia Espinosa se visibiliza deconstrucción crítica del objeto y gestos cerámicos tradicionales. La artista, fundadora del taller de cerámica Perro de Loza, en el barrio de La Floresta, describe su trabajo como una manera de capturar la ausencia en las cosas y delinear mediante la maleabilidad del medio la blandura de la noción de las mismas.
Señala que su vínculo con la arcilla surgió por nostalgia, ya que le permitió volver simbólicamente a su casa, tras mudarse al otro lado del mundo. De a poco, aprovechó el imaginario tradicional de la cerámica para deconstruirla y apostar por la evocación como herramienta subjetiva en quien observa sus piezas.
Daniel Espinosa, en cambio, trabaja a través del ensamblaje para plantear los tiempos históricos. Sus obras son elaboradas a base de fragmentos de piezas cerámicas precolombinas y cuentan con formas de animales y seres antropomorfos. El artista pasó veinte años recolectando fragmentos de cerámica y conchas que encontraba en las playas de San Vicente, Manabí.
“Nunca había un artefacto completo, solo pedazos rotos, pi
cos, retazos, mullos, cosas así entre las conchas y la basura”, narra.
Finalmente, las obras de Marcela Roldán evocan los espacios domésticos a través de construcciones que traen al presente la función primaria de la cerámica: contener los alimentos. Para ello usa tierra y harina. “Para mí ha sido muy importante reflexionar sobre si hay otros métodos de producción que puedan ser más éticos con el ambiente”, señala.
La exposición estará abierta al público hasta el 23 de mayo.