Expresiones

SU MANSIÓN VUELVE A SALVARSE DE LA DEMOLICIÓN

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Es como si la vida se empeñara en mantener su recuerdo vivo. Como suele ocurrir incluso hoy en día, los actores de Hollywood que se convirtier­on en estrellas de cine medían su estatus (y lo siguen haciendo) en una relación directa con el tamaño de sus viviendas. Icónicas y casi escandalos­as resultaban las de Mary Pickford (18921979) y Douglas Fairbanks (1883-1939) en Beverly Hills, donde se vivieron las mejores fiestas de la época. O la de Rodolfo Valentino (1895-1926), por quien suspiraban nuestras abuelas, una magnífica propiedad en Bel Air. Todas ellas fueron demolidas en algún momento para, en la mayoría de los casos, construir gigantesca­s propiedade­s valoradas en decenas de millones de dólares. La de Marilyn Monroe (1926-1962), la famosa rubia fallecida en extrañas circunstan­cias, es una de las últimas construcci­ones incluirse en la lista de monumentos culturales históricos de Los Ángeles.

Es decir, está impedida de ser derribada. Se trata de una vivienda de estilo colonial, construida en 1929 y ubicada en el barrio de Brendtwood. La construcci­ón es de unos 270 metros cuadrados, en un terreno aproximado de 1200 metros cuadrados. En un principio, tuvo cuatro habitacion­es y tres baños. Techos de vigas y puertas de arco se complement­aban con una piscina que la actriz jamás llegó a utilizar. Marilyn la compró poco antes de fallecer, por $ 77.500, con una hipoteca por la mitad de ese valor. Era, en realidad, una morada casi humilde si se la compara con las súper mansiones de sus colegas. A pesar de ello sigue en pie. Dan Lukas y Anne

Jarmain fueron unos sus propietari­os y la vendieron en 2023 por $ 8,3 millones. El nuevo dueño quiso demolerla, incluso obtuvo los permisos necesarios, pero luego el ayuntamien­to revocó la autorizaci­ón. Ni la mansión de James Stewart (1908-1997) en Beverly Hills ni el palacio rosa de Jayne Mansfield (1933-1967) en Holmby Hills han corrido con la misma suerte. Hasta la residencia que utilizó la reconocidí­sima Elizabeth Taylor (1932-2011) los últimos 30 años de su vida y que se vendió en 2021 por $ 11 millones, está a punto de ser tirada abajo. Su actual dueño, el millonario constructo­r Ardie Tavangaria­n, planifica construir algo realmente exclusivo.

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