Dialoguemos sobre medio ambiente y minería
El diálogo es la base fundamental de una sociedad en desarrollo. Es precisamente en el consenso en donde se logra la convergencia entre las posiciones diversas que pueden tener los actores en una sociedad. Por supuesto, lo esencial para ese diálogo será, en primer lugar, tener la voluntad de sentarse en una mesa para exponer nuestros puntos particulares, pero, sobre todo, hacerlo con la disposición de escuchar la opinión y los puntos de vista de los otros, para, de este modo, construir un gran acuerdo nacional.
Dos de los temas trascendentales para el futuro del Ecuador son la protección del medio ambiente y la explotación minera responsable. Estas dos áreas, sin duda amplísimas y complejas, se han presentado en los últimos años como antagonistas o contradictorias, pero en realidad tienen mucho más en común que lo que la gente, a vuelo de pájaro o al simple calor de sus ideas o convicciones personales, puede llegar a imaginar.
Por ejemplo, basta echar una mirada a la experiencia común de países del primer mundo como Canadá y Australia, dos potencias tanto en minería como en protección al medio ambiente, para comprender que entre las dos actividades existen muchos puntos de convergencia que, de alcanzarse en el Ecuador, nos beneficiarían enormemente.
Gracias a esta concordancia que se ha logrado entre medio ambiente y minería responsable, las industrias mineras de Canadá y Australia trabajan desde hace varios años con eficiencia, seguridad, y con un profundo respeto y cuidado por el medio ambiente y por las fuentes de agua. Por supuesto, para alcanzar este nivel de desarrollo y protección, en las dos naciones primaron el diálogo abierto, las concesiones mutuas y la construcción de un acuerdo nacional bajo la premisa de que tanto una actividad como la otra resultan imprescindibles para la prosperidad.
Todos sabemos la riqueza inmensa del Ecuador en recursos naturales. En todas las regiones de nuestro país tenemos zonas de indiscutible belleza, en muchos casos única en el mundo, con ecosistemas frágiles que demandan atención y protección. También sabemos que en los últimos años el país ha revelado extraordinarios descubrimientos geológicos que nos han puesto en la mira de las empresas con prestigio internacional. Sin embargo, al mismo tiempo, somos conscientes de que esos recursos han despertado la codicia de la minería ilegal, esa actividad que tanto daño ha hecho ya en el país en zonas como Zaruma, Portovelo, Nambija o Buenos Aires (provincia de Imbabura). Y sabemos, sin que quepa la menor duda, que allí donde surge la minería ilegal están detrás el narcotráfico, el lavado de dinero, la explotación laboral, el trabajo infantil y, cómo no, también los intereses de supuestos defensores del medio ambiente o del agua. A ellos no les importa ni les conviene en absoluto cuidar la naturaleza, sino solamente desalentar y atacar a la minería formal para promover la explotación ilegal de recursos en las zonas donde ellos mismos o sus cómplices han venido realizando actividades ilegítimas a costa de la naturaleza y del país.
Hoy resulta indispensable promover ese diálogo entre los verdaderos defensores del medio ambiente, con presencia de ONG reconocidas a nivel mundial para la preservación de la naturaleza y con las empresas mineras que han venido cumpliendo con estándares de trabajo responsable, con la tecnología más avanzada y con una visión común de respeto y cuidado del medio ambiente en países desarrollados.
Ha llegado el momento de empezar ese diálogo e identificar las diferencias y los consensos que pueden existir entre unos y otros. Solo así lograremos construir las bases de un verdadero acuerdo nacional que nos permita cuidar y proteger el medio ambiente, así como explotar de forma racional y legítima los recursos minerales que abundan en el Ecuador.