EN BOSTON INVESTIGA, LIDERA Y ROMPE ESQUEMAS CON UN ENFOQUE SOCIAL
Esta ecuatoriana de 33 años vive en Boston y cumple varias facetas: enfermera de investigación clínica, de hospicio y cuidados terminales; consultora de una start up del sector de bienestar y voluntaria en una granja orgánica. Además, es parte de la Sociedad de Enfermeras Científicas, Innovadoras, Emprendedoras y Líderes (Sonsiel). Esta organización suma más de 500 miembros en la actualidad y sigue reclutando personas que crean en valores como intentar, equivocarse, conversar con la gente y ser generosas con las ideas.
Andrea Jaramillo tiene las ideas claras y las transmite con el ejemplo. Vive en Boston junto con su esposo, un médico ecuatoriano con quien comparte alegrías y desafíos. En una de las ciudades más importantes de EE. UU. va descubriendo habilidades que pone en práctica a diario, sin temor al error y consciente de que cada aprendizaje le abre nuevas puertas, ya sea como enfermera, como consultora o como una ciudadana preocupada por la igualdad. De padre ecuatoriano y madre estadounidense, esta joven ha experimentado lo que significa ser migrante. También conoce de cerca el valor de romper esquemas y sabe lo importante que es respetar los ciclos de la naturaleza. “Vivimos en la sociedad del supuesto verano eterno, queriendo producir todo el tiempo, pero nos podemos quemar. La naturaleza nos enseña que somos seres de ciclos, seres de producción y de inviernos. Si no honramos el invierno, dejamos de ser sustentables”.
Enfermera, consultora de una start up, voluntaria. ¿Cómo combina todas sus facetas?
Decidí romper esquemas de lo que significa ser enfermera y abrirme a varias posibilidades. Conozco a varias enfermeras que han hecho eso y ha sido muy lindo; esta decisión que tomé me ayuda a tener un trabajo sustentable, controlo mi tiempo, hago lo que quiero hacer y abro mis posibilidades. Ser enfermera es mucho más que el cuidado a pacientes; somos expertas en empatía y en innovación, específicamente en design thinking. La empatía es el primer paso para saber qué necesita una persona, para entender qué necesita el paciente. Enfermeras y enfermeros tenemos una experticia muy valorada y podemos aportar en crear nuevas tecnologías, por ejemplo.
¿Cuántos años lleva en el mundo de la enfermería?
Cinco años, pero me tomó casi 10 entender todo el proceso. Mi mamá es estadounidense, migré a EE. UU. con ella y mi papá, pero tuve que esperar casi seis años para obtener mis papeles. El sistema está tan roto que me demoré en legalizar mi situación. Esa experiencia cambió la perspectiva que tenía sobre ser migrante, desde perder privilegios hasta empezar desde cero en otras realidades. Mientras tanto, fui voluntaria en el Instituto Nacional de Salud en Boston, como intérprete. Allí supe lo que hacía una enfermera.
¿El Instituto Nacional de Salud fue el primer paso para empezar su carrera?
Así es. Yo hablaba inglés, pero tuve que aprender más y esforzarme. Tomé clases en un colegio de la comunidad y apliqué para estudiar enfermería, una carrera que dura cuatro años. En ese camino tuve retos como entender el sistema de educación; fue difícil porque tenía 25 años y los demás eran más jóvenes. Lo chévere fue ir encontrando oportunidades y conectar con personas con ideas y ganas similares.
¿Ha cumplido sus expectativas?
Por completo, se han abierto muchas oportunidades. Cuidar, ser parte de un equipo y romper jerarquías son conceptos y acciones muy importantes para mí.