‘HAY PLATA EN EL MUNDO, APROVECHEN’
Todo un boom se vive actualmente alrededor de la emisión e inversión en bonos temáticos. El desarrollo de estos instrumentos de financiamiento para proyectos sostenibles e inclusivos todavía está en pañales en Ecuador. Pero hay esperanza.
La española Gema Sacristán se ha quedado sorprendida con las flamantes oficinas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Quito, Ecuador. “Me atrevería a decir que son las mejores que tenemos en la región”. Este fue el punto de encuentro para que la directora general de Negocio de BID Invest explicara cómo operan los bonos temáticos y cómo las empresas pueden aprovechar esta forma de financiamiento para ampliar su menú de inversionistas. Aunque el tema todavía es nuevo en el país, los pasos que han dado algunos bancos en esta línea hacen prever que en los próximos años habrá cada vez mayor atención en impulsar proyectos por esta vía. “Plata hay”, dice la ejecutiva originaria de Burgos. Lo que falta es que el sector corporativo aproveche las oportunidades.
¿Cómo funcionan y cuál es el fin de los bonos temáticos?
Hoy se habla mucho acerca de la inversión sostenible, que es aquella que, además de buscar una rentabilidad financiera, se enfoca en lograr un retorno social o medioambiental. Los bonos temáticos son instrumentos de deuda que básicamente dan un cupón, una rentabilidad financiera, dependiendo del riesgo. Un emisor va a los mercados de capitales y emite un bono. De esto ha habido un gran boom en el mundo. Empezó con los bonos verdes, pero recientemente, y muy unido a los efectos de la pandemia, están ganando mucho ímpetu los bonos sociales. Los bonos verdes financian proyectos verdes (energía, eficiencia energética, carbono neutralidad) y los bonos sociales se centran en proyectos de educación, salud, vivienda social, inclusión financiera y todo lo que tiene que ver con género, diversidad e inclusión. A la par, también hay bonos sostenibles, que son una mezcla de bonos verdes y sociales.
¿Cuál es la diferencia entre préstamo y bono temático?
En el fondo, un préstamo y un bono, son lo mismo. Lo que pasa es que un bono abre las puertas a más inversionistas. En un préstamo, la transacción es uno a uno, se va a un banco, se pide un préstamo para un proyecto cualquiera y ya está; a veces, se comunica algo al mercado. Cuando se emite un bono, en cambio, se va a los mercados de capitales, donde distintos inversionistas lo compran. Normalmente, lo que se busca es diversificar las fuentes. Yo siempre optaría por un bono, aunque pareciera más tedioso al principio, porque pongo en valor quién soy yo —algo que nunca viene mal—, pero, sobre todo, porque aumento mi base de inversionistas.
Y, precisamente, como usted lo dice, puede ser más tedioso emitir un bono que pedir un préstamo. Una empresa, seguro, se lo va a pensar dos veces.
Sí, pero la ventaja de hacer un bono es que pone en valor la estrategia de sostenibilidad que tiene, es decir, si es capaz de impulsar proyectos o si su propio ADN justifica la emisión de un bono temático. No olvidemos que el mundo está cambiando mucho y que todos tenemos que ‘revalidar' nuestra licencia para operar, tanto con los gobiernos como con los consumidores. Ahora hay que mostrarse al mundo con una estrategia de sostenibilidad, donde se vea que te preocupa el planeta, la comunidad en donde operas. Un bono da esa plataforma, pero, en especial, da acceso a distintos tipos de inversionistas. Y esto es una forma de poner en valor la estrategia de valor sostenible. En el planeta hay una serie de inversionistas que están buscando oportunidades.
Entonces, ¡plata hay!
Sí, plata hay. Lo que se está buscando son oportunidades de inversión. Y además Ecuador tiene una gran ventaja que debe poner en valor: la moneda. Los dólares dan acceso a otra serie de inversionistas, es una gran ventaja.
A las empresas, salvo excepciones, todavía les cuesta pensar en largo plazo. ¿Cómo cambiar ese chip y convencerlas de que un bono temático puede ser una mejor alternativa de financiamiento, claro está, si hacen bien sus deberes?
Son instrumentos poco conocidos, por eso queremos levantar conocimiento para que vean las posibilidades. Desde el lado del inversor, en general, no solo en Ecuador, los mercados de capitales están poco desarrollados. Existen pocas empresas que salen a bolsa en el mercado local y se emiten pocos bonos. Es necesario desarrollar toda esta capacidad, creando un modelo de oferta y demanda con un mercado de valores que se interese en esto. Sin embargo, tengo que decirlo, hemos visto mucho interés reciente en la región por desarrollar esta industria. En Ecuador, en menos de dos años se han emitido seis bonos.
De hecho, dentro de poco va a salir en Ecuador un proyecto de 500 MW, eso podría financiarse con un bono verde, por qué no. Ojalá que en algún momento dado podamos financiar un proyecto de estos. Lo importante de un bono para que sea temático es que haya proyectos que justifiquen el uso de fondos.
Si bien un bono temático puede sonar lejano para una empresa grande, mucho más para una mediana o pequeña, ¿cómo adaptar sus procesos para ver en este tipo de financiamiento una alternativa para pensar globalmente?
Como BID Invest, tenemos un papel que jugar, pero no podemos ni queremos financiar todas las empresas, ni de Ecuador ni de todos los 26 países donde trabajamos. Es necesario un efecto demostración. Queremos que otros repliquen. Que mañana tengamos un banco nacional que trabaje en bonos temáticos para sus clientes. Nosotros le hacemos un bono al banco y este hace otros para sus clientes. O sea, un efecto cascada. Así podremos llegar a otro tipo de sectores, quizás más pequeños. La idea es que los bancos empiecen a crear productos verdes: hipotecas verdes, préstamos verdes para autos, tarjetas de crédito verdes. La banca es un catalizador de este tipo de inversión y ellos mismos podrían hacer estos bonos para sus clientes.
¿La emisión de un bono temático debería reflejarse en tasas de interés más bajas?
La realidad es que hay que diferenciar entre la tasa que cobramos al emisor del bono y la que cobra el emisor a sus clientes. Nosotros al emisor le cobramos una tasa de interés, técnicamente un cupón, basada en el riesgo que ellos tienen, es una tasa de mercado. Luego, lo que ellos cobran a sus clientes está fijado por el regulador local, ahí no nos podemos meter. Obviamente, como banco de desarrollo, nos interesa también la rentabilidad social que se traduce en cerrar brechas, y eso no puede ocurrir si hay una tasa de interés muy alta porque nadie va a pedir un préstamo.
¿Cuál ha sido el efecto demostración de estos bonos temáticos?
BID Invest empezó a operar en enero de 2016, somos un banco joven. Hemos emitido 27 bonos en la región y creo que somos los líderes en bonos temáticos. Cuando vamos a ver a un cliente, tenemos una oferta de valor que va unida a tres grandes patas. La primera es un producto financiero con dos opciones: estructurar y comprar el bono, total o parcialmente, y una garantía parcial.
La segunda pata es la asistencia técnica; llevamos consultores del mercado para ayudar al inversionista a estructurar el bono. Hay mucha gente que nos llama a decir que quiere un bono verde. Le preguntamos si tiene una estrategia verde y nos dicen que no. Entonces no se puede hacer nada. Hay que alinearse a una estrategia de negocio, del proyecto que se financia. Por eso, ayudamos a ver la oportunidad, a crear un marco metodológico, a que sigan avanzando en su estrategia.
Y la tercera pata es la creación y diseminación de conocimiento. Hemos escrito guías de cómo emitir bonos, tenemos una plataforma de transparencia en la cual se puede ver el desarrollo y el impacto de los bonos que hay en la región, etc.
¿Ya se pueden sentir efectos positivos de los bonos temáticos en la región, hay menos contaminación, hay reducción de la brecha de género…?
La realidad es que a finales de año pasado se sumaron US$ 70.000 millones de bonos temáticos en la región. A marzo de este año, ya son US$ 78.000 millones. Solo en lo que va del año ha habido 16 emisiones. El efecto acumulado es aún difícil verlo, porque estos bonos se emiten hoy y, según el plazo, se cierran después de años. Luego de que se acaben se puede saber. Es un mercado en nacimiento en algunos países, en otros en crecimiento.
Ahora bien, tampoco creo que por tener bonos temáticos vamos a cerrar todas las brechas. En el tema de género, desarrollamos un concepto de lentes de género. Se trata de un subgrupo de inversión sostenible que busca cerrar las brechas desde el cómo, mediante tres palancas: invirtiendo o financiando a empresas lideradas por mujeres; apoyando a las empresas que promueven el liderazgo de las mujeres, que buscan contar con más presencia femenina en los puestos de dirección, con compromiso de romper los techos de cristal, e impulsando a empresas que crean productos o servicios que mejoran la vida de las mujeres.
¿Hay un lente para la diversidad?
Nosotros hablamos cada vez más de género, diversidad e inclusión. Espero volver este año a Ecuador porque estamos trabajando en un bono que va a ser el primero de la región, ya no solo de género, sino de género, diversidad e inclusión. Allí abarcará a otros grupos de interés, minorías étnicas, afrodescendientes.
Respeto a la región, ¿en qué nivel estamos?
Ecuador está en la mitad de la línea, progresa adecuadamente, pero le falta, como a casi todos los países. Brasil fue el pionero en inversión sostenible. Luego tomó el liderazgo México y un país que trabaja mucho ahora es Colombia. Después hay un segundo nivel de países donde probablemente están Chile y Perú. Después otros catch in up, entre ellos Ecuador. Detrás, miles que ni han empezado.