Innovación, un acto de valientes
La innovación, según PwC, es prioridad para el 97 % de directores y altos ejecutivos de las empresas, y un objetivo aspiracional convertido en sueño para muchas organizaciones. Lo que muchas empresas desconocen es lo que hay detrás de una estrategia de innovación a nivel organizacional.
En efecto, la innovación no es un resultado, es un proceso, y, primordialmente, una mentalidad. Muchos la asociamos con tecnología y con prototipado de nuevos proyectos. Sin embargo, es mucho más que ello. En realidad, lo más crítico es sembrar una cultura de innovación. Para eso tenemos que reconocer que hay algunos obstáculos en el camino, los cuales debemos identificar antes de soñar en tener la unidad de innovación.
La innovación es mucho más que buenas y novedosas ideas. Es más, incontables excelentes ideas quedan parqueadas en reuniones, por falta de visión para darles alas. La innovación es un acto de emprendimiento, en el que el terreno es desconocido, y donde reglas que marcan tu experiencia deben ser olvidadas. Para un gran número de empresas, la fuente de sabiduría más importante son los presidentes retirados o perfiles con mucha experiencia. Cuando esa fuente de sabiduría intenta resolver un problema, utiliza experiencias pasadas ideales, que con frecuencia ya no existen, bajo condiciones de mercado caducas. Esa fuente de sabiduría puede ser el contaminante para reconocer el potencial de nuevas y frescas ideas. Por lo tanto, el primer paso para la innovación es rodearnos de directorios y líderes frescos, dispuestos a emprender con riesgo, y desafiando las reglas del pasado.
La segunda regla para fomentar una cultura de innovación es que no hay atajos. El camino está pavimentado de mucha perseverancia. Cuando vemos un servicio o producto innovador, la tendencia es ignorar que, detrás de ese producto, hay cientos de intentos fracasados por llegar al éxito. La unidad de innovación está compuesta por personas con “GRIT”. Angela Duckworth presentó este término por primera vez para describir una actitud de perseverancia, compromiso y determinación, que es clave para el éxito. Localmente en Ecuador podríamos traducirla como “ñeque”. Los procesos de innovación requieren una visión de éxito a largo plazo; no hay caminos cortos para innovar. El testeo de la innovación es largo y complejo, y está constantemente criticando nuestro trabajo actual.
Lo más complejo es acostumbrarse a la incertidumbre, ya que, por naturaleza, el ser humano quiere sentirse en control. Anticipar lo que va a pasar y tener sensación de dominio es un sentimiento aspirado de paz; la innovación provoca todo lo contrario. Con frecuencia desafía lo que ya sabemos, provoca poner a prueba nuestros sesgos de confirmación y nos invita a cuestionar reglas y asunciones sobre nuestro campo de trabajo. Lo bueno es que una vez que se saborea el éxito de la innovación, hay cierta magia en gozar de la incertidumbre y en disfrutar el desafío de no saber.
La abundancia y la apertura de ideas son críticas también para la construcción de una cultura de innovación. Uno se sorprendería al saber cuántas ideas extraordinarias a lo largo de la historia fueron desestimadas porque su oportunidad no fue evidente. La paradoja del éxito es que las nuevas ideas parecen locas al comienzo, haciendo que sean ignoradas (Gutsche, 2020). Los líderes de mercado corren el más alto peligro al perder grandes oportunidades de innovación. Su grandeza y poder de mercado les impide estar en constante búsqueda de oportunidades para sus productos o servicios. Esa comodidad ha sido el enemigo de empresas exitosas. La meta de la innovación no es solamente hacer cosas mejores y más eficientes, sino diseñar prototipos que hagan que lo que hacemos sea obsoleto. Boicotear tus propias ideas y desafiarlas constantemente requiere de una mentalidad de valientes.
Una cultura de innovación requiere una inversión de lo más costoso: TIEMPO. En cualquier organización, lo que más falta es tiempo. Lamentablemente, una cultura de innovación requiere de una sólida inversión de tiempo. Las buenas ideas hay que curarlas, moldearlas, pensarlas y, a veces, procrastinarlas. Una cultura de innovación se alcanza con arduo trabajo y búsqueda constante de oportunidades. ¿Está tu organización lista para el desafío?
“LA INNOVACIÓN SE LOGRA CUANDO LA URGENCIA DE CAMBIO ES IGUAL A LAS GANAS DE INCOMODARSE”