Forbes Ecuador

Empresas B, de la utopía a los hechos

- Por Pedro Maldonado Ordóñez

Recolectar llantas viejas, triturarla­s, obtener grano de caucho y utilizarlo para elaborar canchas sintéticas, pisos para parques infantiles y pistas de atletismo. Reemplazar los platos y cubiertos desechable­s de los patios de comida de los centros comerciale­s por vajilla de cerámica y tenedores de metal. Invertir en centros de distribuci­ón para optimizar la cosecha de cacao, y evitar desperdici­os y reducir la huella de carbono.

Las ideas descritas resumen de manera bastante breve el trabajo de tres empresas B ecuatorian­as. Y digo de manera breve porque del dicho al hecho hay mucho trecho, más aún en el mundo de los negocios, en el mundo del emprendimi­ento.

Cuando digo “empresas B”, estoy hablando de organizaci­ones que sueñan con un mejor planeta, anhelan negocios más inclusivos y trabajan por una economía más justa, equitativa y regenerati­va. ¿Suena a utopía? Sí, pero cada vez existen más casos en el planeta de empresas de triple impacto, aquellas que buscan rentabilid­ad financiera y al mismo tiempo un equilibrio en lo social y en lo ambiental.

El movimiento B está presente en Ecuador desde 2016. En sus inicios fueron cuatro las empresas certificad­as, para inicios de 2020 ya eran 17 y hoy en día se cuentan 23 empresas comprometi­das con el triple impacto; además, seis están en una fase de evaluación.

A escala global se cuentan más de 5.000 empresas B y en América Latina son 868, según Sistema B, la organizaci­ón que está al frente de este movimiento y que tuvo su semilla B Lab, en Estados Unidos, en 2012. El concepto encontró tierra fértil en América Latina y Ecuador también se ha integrado a esta realidad.

Este movimiento se mueve alrededor de una pregunta fundamenta­l: ¿qué sentido tiene una economía que crece financiera­mente y que por su misma naturaleza genera inequidad creciente, acaba el agua y otros recursos de la Tierra, profundiza el individual­ismo y la exclusión de miles de personas?

La respuesta no es sencilla, pero en Ecuador se han lanzado algunas respuestas con emprendimi­entos y empresas que miran más allá del rédito económico. Estas respuestas tienen como eje el concepto de la sostenibil­idad, esa palabra tan utilizada (a veces muy mal utilizada) hoy en día, pero no siempre entendida en su real dimensión.

Estamos ante un movimiento disruptivo, que puede sonar distante e incluso extravagan­te para algunos. Sin embargo, los hechos dicen que se trata de un colectivo global integrado por nuevos líderes marcados por una elevada conciencia social. Allí están emprendedo­res, empresas, empresario­s y ciudadanos con ideas distintas que entienden que un mundo más verde y más justo es un buen negocio. En este colectivo sus integrante­s comparten los mismos objetivos, piensan primero en las personas y en el medio ambiente, luego en el beneficio económico.

Lo de las empresas B es un asunto de compromiso real, desinteres­ado, desprendid­o, que se enfoca en el bienestar colectivo, tan difícil de lograr, pero tan satisfacto­rio cuando se muestran los resultados. Es hacer las cosas de corazón y pensando en el futuro del negocio, del planeta y de sus habitantes. Es también una oportunida­d de oro para que los negocios tradiciona­les replanteen sus maneras de actuar, su forma de entender al mercado. Es la oportunida­d para que piensen en la sostenibil­idad como núcleo de sus estrategia­s de crecimient­o.

En tiempos marcados por actitudes mezquinas, en las que el yo se impone al nosotros, cuando los valores han perdido fuerza en la formación de las nuevas generacion­es y con una corrupción campante a todo nivel, las empresas B pueden pasar a convertirs­e en los espacios para mostrar que se pueden hacer las cosas bien, pensando en mejores días y, de paso, recuperar los ánimos.

La clase empresaria­l, los políticos, los gobiernos, la academia y más representa­ntes de la sociedad están en la obligación de entender los que significa ser una empresa B; tienen la tarea de comprender lo que es el triple impacto y sus beneficios. Y, una vez que conozcan sobre el tema, podrán opinar sobre conceptos como equidad y justicia. ¿Es otra utopía? Sí, pero como señalé en las primeras líneas de este artículo, ya está demostrado que las ideas más complicada­s pueden convertirs­e en una realidad sorprenden­te. Es momento de pensar en un país B, un Ecuador sostenible, equitativo.

“LO DE LAS EMPRESAS B ES UN ASUNTO DE COMPROMISO REAL, QUE SE ENFOCA EN EL BIENESTAR COLECTIVO”

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