Qué buenos dos minutos
Me lancé con todo, con una pluma y un papel en las manos. Llevaba conmigo el apoyo de mi familia, una experiencia de 34 años y la confianza de otros dos ‘locos’ que en solo dos minutos me convencieron de hacerlo: Alex Milberg y Gonzalo Arias. ¿Lanzar Forbes en Ecuador, en un momento tan difícil para los productos impresos? “Papá, dale, no dudemos, sabes hacerlo”, me aconsejó mi hijo Carlos. “Solo tienes las de ganar”, me animó mi esposa. A medida que pasaban los días, las piezas iban encajando casi por inercia. ¿Cuál sería el mejor equipo? La primera llamada fue a María Judith Rosales. Le dije que quería conversarle sobre un nuevo proyecto. Tras dos minutos, nada más bosquejarle, dijo SÍ.
La oficina física poco a poco iba equipándose con el gusto y pasión de mi hijo. Necesitaba una mano para que me ayudara en lo administrativo, así que marqué a Verónica Estupiñán, quien me acompañó muchos años en la redacción de El Comercio. Entre saludarla y comentarle que estábamos armando un nuevo proyecto pasaron dos minutos. No me dejó terminar la presentación: “SÍ”, dijo. Luego, llegó un jovencito, Juan Diego Tovar, que pidió una oportunidad para empezar su vida laboral. En dos minutos le dije “SÍ”.
Y así seguimos armando el lego. Había estado buscando un periodista que tuviera experiencia, pero que pensara fuera de la caja. Me recomendaron a Santiago Ayala Sarmiento, habíamos trabajado ambos en El Comercio. Me animé a llamarlo. Dijo: “Bueno, pero si hay café”. ¡Y claro que tenemos café! Más nos demoramos en servir las tazas que él en decir que SÍ. Los cuatro arrancamos, primero con la web, el 15 de julio de 2021, y después, en agosto, con nuestro primer número impreso. En el lado comercial debíamos ofrecer publicidad. Llamé a Liz Giler, que tenía un networking fabuloso. —Yo de ventas no sé nada—. —No te preocupes, el que quiere puede—. Dos minutos después, dijo que Sí. Algo similar pasó con Sol Fraga, experta en marketing, amateur en ventas y apasionada . “No me digas más, SÍ”, en dos minutos aceptó. Pasaron los días y fueron sumándose más piezas al equipo. Vinieron los diseñadores gráficos, Freddy Tovar y Ricardo Salvador, a quienes tampoco les llevó más de dos minutos decir que SÍ. En serio, no es invento, la emoción de ser parte de un ambicioso proyecto, donde se da rienda suelta a la creativad. Por eso invité a unirse al fotógrafo Pavel Calahorrano, otro compañero de batallas en varias redacciones de medios quiteños; tampoco tardé más de dos minutos en traerlo a las filas. “Y yo que pensé que nunca más me iba a volver a enamorar”, me dijo; su tenacidad por la fotografía estaba intacta.
Estábamos creciendo en audiencias y en propuestas periodísticas. Necesitábamos más manos y así fue como se integró Pedro Maldonado, otro amigo de los pasillos de El Comercio. En realidad buscábamos un pasante, pero cuando Pedro le había preguntado a Santiago que si habría forma de colaborar con Forbes, Santiago le había dicho que SÍ, como pasante. Reí por la situación tan chusca, todo un editor ahora con nosotros. Nunca imaginé que aceptaría. Tardé dos minutos en contarle sobre Forbes y este cuencano dijo que SÍ.
Casi a la par se integró Mónica Mendoza, como nuestro radar en Guayaquil. Con ella, como buena ‘mona’, el diálogo fue al grano. “Ñaño, qué chévere, empiezo hoy mismo”. En dos minutos teníamos otra integrante. Las dos horas restantes de nuestra conversación nos dedicamos a recordar viejos tiempos. Luego llegaron Paula Torres, Carolina Endara, Susana Aguirre, todas con un deseo intenso de comercializar este producto top que ha sacudido, para bien, el escenario editorial del país, acompañado de un boom orgánico en el plano digital. Nuestra última contratación, Dagmar Vásconez. “Tengo una guagua que es una crack en esto del manejo del mundo digital y de todo esto que les gusta a los jóvenes”, me dijo un día Santiago. “Que venga mañana”, le dije. Y vino. En dos minutos le sembramos el bichito y nos dijo que SÍ. La verdad, con cada uno hay una historia. Pero, como les he dado una probadita, con pasión, criterio, experiencia y muchas ganas, cada uno de esos dos minutos se transformaron en nuestro primer año.
Empezamos nuestro segundo año. Contamos con ustedes.