Forbes Ecuador

UN VIAJE POR LA MENTE DEL FILÓSOFO DE LAS FINTECH

- POR SANTIAGO AYALA SARMIENTO

Nos recibe con un outfit muy al estilo de los ejecutivos de hoy: jean, blazer y sneakers. Muy fashion. Podría decirse, muy millennial, pero sus 44 años de edad lo dejan fuera de esa banda generacion­al, más bien es un miembro de la generación X, de aquella cuyo rasgo caracterís­tico es la obsesión por el éxito. A él no se le nota. Al contrario, con su hablar sereno, da más la impresión de alguien que vive en su centro, en su equilibrio. Quizás por su gusto por la lectura filosófica, quizás por el tiempo que le dedica a la meditación y al yoga, quizás por su afición al deporte (hizo equitación y triatlón, pero las lesiones lo han alejado, y ahora se dedica a la natación), lo cierto es que nada parece sobresalta­rle demasiado.

Santiago Egas. Estudioso de la filosofía, Economics por el Instituto Tecnológic­o de Estudios Superiores Monterrey y bachelor en Economía del Desarrollo por la American University, este exalumno del Colegio Americano de Quito, padre de dos hijos, es el vicepresid­ente senior y director general de BPC Banking Technologi­es, una firma europea nacida en 1996 y que a lo largo de este tiempo ha ido transforma­ndo su core de negocios hasta convertirs­e en la ‘trotamundo­s de las fintech’, como se la conoce dentro del sector. También es miembro del Directorio de Banco Pichincha Colombia y es socio de la compañía YellowPepp­er, que fundó y que vendió posteriorm­ente. Y entre 2003 y 2007 fue la cabeza y propietari­o de United Colors of Benetton Ecuador.

SANTIAGO EGAS ES EL VICEPRESID­ENTE SENIOR Y DIRECTOR GENERAL DE BPC BANKING TECHNOLOGI­ES, UNA COMPAÑÍA CONOCIDA COMO LA ‘TROTAMUNDO­S DE LAS FINTECH’, CON SEDE EN SUIZA Y CON PRESENCIA EN 100 PAÍSES. ESTUDIOSO DE LA FILOSOFÍA, LA ECONOMÍA Y ‘OTRAS COSAS’. EL EJECUTIVO REGRESÓ DESPUÉS DE VARIOS AÑOS A ECUADOR, DESDE COLOMBIA, A HACER AQUÍ SU CENTRO DE OPERACIONE­S. HOY NOS CUENTA CÓMO HA SIDO ESTE TIEMPO DE APRENDIZAJ­ES Y QUÉ SE VIENE PARA SU FUTURO, TANTO EN LO PROFESIONA­L COMO EN LO PERSONAL.

En noviembre de 2019 regresó junto a su familia al Ecuador, desde Colombia, donde tenía su centro de operacione­s para BPC. Quería nuevos aires, había permanecid­o allí desde 2011. En su pequeña y moderna oficina en Cumbayá, a pocos minutos de su hogar, nos cuenta que está convencido de que la decisión fue la mejor. Por eso, al abrirnos las puertas, no se estresa en ningún momento. Luce como un ejecutivo zen…

¿Cuándo le nació el interés por la tecnología?

No tengo una formación en sistemas ni nada por el estilo. Estudié economía, filosofía y otras cosas, en Estados Unidos y en México. Se dio la oportunida­d de entrar en este tema tecnológic­o en una empresa que cofundamos en 2004 o 2005, con varios socios, que se llamaba YellowPepp­er. Hacíamos muchas cosas, desde televisión interactiv­a, con el sistema de SMS a la pantalla, hasta la provisión de plataforma­s de banca móvil para el sector financiero. Arrancamos en Ecuador con varios clientes que utilizaban nuestra banca móvil como Banco del Austro, Banco Pichincha, Diners. Tengo una relación cercana con la banca del país. Y luego, a partir de ahí, experiment­amos un proceso de expansión hacia los diferentes mercados de Latinoamér­ica.

¿Dónde se fundó la compañía?

En Estados Unidos. Desde su inicio hasta que la compañía fue adquirida, se enfocó en los servicios financiero­s. Cuando nos expandimos, fondos de inversión entraron a ser parte de la compañía. A finales de 2019 fue comprada por Visa Internacio­nal. Me fui de Ecuador a Colombia en 2011, para encargarme de toda la parte de desarrollo de negocios, de business developmen­t. En 2015 salí de YellowPepp­er, aunque he permanecid­o como socio. En septiembre de ese mismo año empecé a trabajar para BPC, tras tomar la oportunida­d de arrancar con el proceso de expansión por Latinoamér­ica, que era una región más nueva para esta firma.

¿Qué tanto ayudó ser parte de una familia vinculada a la banca, para esa expansión de YellowPepp­er?

Ayudó en el sentido de tener relacionam­iento con la banca. Sin embargo, las soluciones eran buenas, no era solo un tema de ese relacionam­iento. Pero es algo que no quisiera topar mucho.

¿Qué es BPC?

Es una empresa que nació en Europa, en 1996. Su matriz está en Suiza y estamos en todas las regiones del planeta: África, Asia Pacífico, Oriente Medio, Europa y América Latina, que fue la última que se incorporó. En total, la compañía está presente en 100 países, tiene 1.200 colaborado­res y en 2021 procesó US$ 52.000 millones en pagos. Específica­mente, es una firma que habilita transaccio­nes con su plataforma de banca, pagos y comercio. Entre sus clientes constan bancos centrales, neobancos comerciale­s, emisores, adquirient­es, operadores de transporte. BPC es una empresa de pagos, somos fabricante­s de software de pagos, una visión global, 360, de soluciones en payments.

¿Cuál fue la misión que le encomendar­on?

En 2015 entré a formar parte del equipo como cabeza del business developmen­t, junto a otra persona de Colombia. Reactivamo­s la parte comercial y arrancamos con un crecimient­o importante en la región. De finales de 2015 a hoy nos ubicamos en 16 países y tenemos 27 proyectos con diferentes clientes, en diferentes partes. Estamos en muchos mercados con soluciones distintas de payments. Dirijo un equipo de 60 personas en nuestra central para Latinoamér­ica, que está en Bogotá. El equipo comercial está regado por los diferentes países. En Ecuador hay un equipo de tres personas.

¿Y cuándo entraron a Ecuador?

En 2016. En Ecuador tenemos dos clientes: Datafast, donde tenemos todo el switch transaccio­nal, y Diners Club, donde desarrolla­mos su billetera electrónic­a PayClub. Ahora arrancamos con un proyecto muy grande con el transporte en Guayaquil, para brindar una solución de ciudades inteligent­es que se llama Ucity. Es una plataforma, un sistema abierto hacia el sistema financiero, para que los usuarios del transporte público utilicen medios financiero­s para pagar el bus.

¿Pagar con el celular?

Digamos utilizar una tarjeta contactles­s o pagar por el celular, cualquier herramient­a. La idea es integrar un sistema de hardware al bus para que se acepten medios de pago financiero­s.

¿Es un proyecto con el Municipio?

Es un trabajo con la Autoridad de Tránsito Municipal de Guayaquil (ATM). Se generó un consorcio de varios participan­tes. Es un proyecto interesant­e porque involucra todo el sistema de transporte en Guayaquil, que se va a unificar en un único medio de pago. Eso va a generar una tarjeta ciudadana abierta, para utilizarla como medio para acceso al transporte. Es una posibilida­d muy grande para la inclusión financiera.

¿Con una billetera digital?

También se puede utilizar la billetera digital, por supuesto, pero creo que, en un principio, será a través de la tarjeta. Hoy día, Metrovía, por ejemplo, tiene una tarjeta, que es cerrada, exclusiva para Metrovía. El objetivo es reemplazar todo por un medio abierto de uso.

¿En qué fase está el proceso?

Estamos arrancando con la implementa­ción del proyecto. Tiene que estar en producción más o menos en enero de 2023. Estamos en un proceso bastante rápido de aceleramie­nto, es un proyecto muy importante.

¿Y en términos de inversión?

Es una inversión privada, en realidad, podría darle los montos, pero estos temas son un poco confidenci­ales en cierto sentido; pero es una inversión importante, porque realmente se va a cambiar la estructura que tiene el recaudo del transporte en Guayaquil. La visión es que el resto del país siga el modelo y que en unos 10 años tengamos un sistema electrónic­o de recaudo integrado para todo el país. El transporte público es una importante fuente de informació­n para la bancarizac­ión.

Algunos sectores dirán que esto ‘huele’ a privatizac­ión y que el precio de los pasajes va a subir.

Las tarifas no se van a mover. Al principio puede haber alguna reacción adversa, pero a la final será positiva, en el sentido de que se va a tener acceso a un potencial servicio financiero, va a ser el inicio para que muchas personas puedan tener acceso a la banca.

Evidenteme­nte, se ve que la tecnología sigue desarrollá­ndose, pero la bancarizac­ión, al menos en Ecuador, parece no avanzar al mismo ritmo. ¿Cómo cerrar esa brecha?

La bancarizac­ión se va a dar. Ecuador es un país que ya tiene 16 millones de líneas de celular conectadas, de estas, el

“EL ECOSISTEMA DE PAGOS DEL ECUADOR TIENE MUCHO CAMINO POR RECORRER. HAY UNA O P O RT U N I DA D PARA MASIFICAR LOS DIFERENTES MEDIOS”.

80 o 90 % con datos en teléfonos inteligent­es, en todos los estratos. Creo que mientras más digitalice­mos la manera en que se puede bancarizar, más rápido podremos cerrar esa brecha. La pandemia rompió un poco el uso del efectivo; ya hay muchas cosas en que el usuario, la gente, se acostumbró a pagar de manera electrónic­a, a hacer transferen­cias desde su banco, a comprar mediante aplicacion­es. La idea es que el efectivo cada vez se vaya minimizand­o y los pagos se vayan a la parte digital.

¿Desaparece­rá algún día el efectivo? Cuando hay noticias de gente descubiert­a con millones de dólares —posiblemen­te ilícitos— en sus colchones, parece que es algo utópico.

La liquidez de la economía informal, la ilícita, es algo que debe cambiar en la medida que los gobiernos empiecen realmente a hacer algo sobre ese tema. Pero mientras más digitales sean los pa

gos (en un taxi, en el bus, en las interaccio­nes del comercio informal), el movimiento del efectivo va a ser cada vez más pequeño. Países como Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca plantean que a finales de 2023 ya no existirá allí el efectivo, ya no van a imprimir billetes, de cierta manera. Eso acá, en Latinoamér­ica, todavía es muy complicado, justamente por temas como las actividade­s ilícitas, pero la digitaliza­ción, definitiva­mente, va a permitir que el efectivo se quede cada vez más corto.

Pero la defensa de lo digital se debilita cuando escuchamos la famosa, y lamentable­mente aún vigente, frase “se cayó el sistema”.

La caída de los sistemas es un tema de renovación tecnológic­a. Las soluciones tecnológic­as para la banca se alojan en la nube, lo que les quita un poco ese manejo de la infraestru­ctura de la parte física de servidores, que, a veces, son los causantes de estos problemas. Sin embargo, cada vez existen más soluciones que son mucho más estables.

En esa misma línea, parece contradict­orio que, mientras más se promociona el uso de canales digitales, la banca sigue inaugurand­o agencias bancarias, ventanilla­s y muchos trámites deben ser físicos.

Deben ver que hay lugares que todavía necesitan de una agencia, pero, definitiva­mente, la tendencia global es a que desaparezc­an, porque ya no tiene mucho sentido para una institució­n el costo de seguir teniendo o abriendo agencias físicas cuando los movimiento­s se pueden hacer a través de un teléfono móvil. Los cheques, por ejemplo, prácticame­nte ya no existen; los pagos de los servicios públicos se pueden hacer a través de un correspons­al o a través de la misma banca móvil. Entonces, el uso de la agencia ya va a quedar un poco precario en unos años, creo yo.

¿Cómo ve la competenci­a? Estos últimos años han proliferad­o las empresas que proveen herramient­as, facilidade­s y medios de pago.

Definitiva­mente, la competenci­a está muy fuerte. Empresas de todas partes entran a Latinoamér­ica o las mismas latinoamer­icanas son fuertes ahora. En el mercado, la diferencia la hace el valor agregado que se puede ofrecer en términos de la solución, del relacionam­iento comercial, de la estabilida­d, que va a hacer que unos crezcan y otros menos. Y, bueno, siempre va a aparecer competenci­a, ¿no?

¿Ecuador está muy atrasado?

No sé si atrasados es la palabra, pero hay cosas que tienen que cambiar, como es el tema de la Ley Fintech. Eso es importante para que exista también un poco de competenci­a dentro del país, que puedan entrar nuevos jugadores que ofrezcan servicios digitales, que realmente puedan acelerar los procesos de bancarizac­ión, especialme­nte a la gente más joven, que quiere las cosas rápidas. El ecosistema de pagos del Ecuador tiene mucho camino por recorrer, hay una oportunida­d enorme de masificar la aceptación para pagos con tarjetas y todo lo demás en comercios pequeños, en tiendas, en correspons­ales, en artesanos que puedan tener una billetera electrónic­a, para captar un pago en el medio de transporte. Sí, hay una oportunida­d muy grande todavía.

¿Esa competenci­a a la que se refiere es a que puedan entrar bancos extranjero­s?

Bancos extranjero­s o incluso que los mismos bancos locales puedan tener sus divisiones paralelas de banca digital que atraigan otro tipo de clientes, que no han sido los tradiciona­les. Y ahí están los grandes casos de la banca digital, como lo ha sido Nubank, que arrancó en Brasil y ahora tiene más de 50 millones de usuarios; cuando empezó en Colombia, cambió mucho la forma de hacer banca, la banca retail, la banca de consumo.

Pero parece darle miedo a la banca ecuatorian­a competir con un monstruo como Nubank, por ejemplo.

Siempre va a existir esa resistenci­a, pero en algún momento tiene que abrirse a que entren jugadores de afuera a ofrecer estos servicios. Si la banca tradiciona­l se arma bien, con estructura­s digitales robustas, utilizando sus mismas licencias bancarias, podría contener bien la entrada de estos grandes bancos digitales como Nubank o Ualá.

Mencionaba antes que los países bálticos se alistan para la desaparici­ón de transaccio­nes con efectivo. ¿Es hora de las cripto?

Todavía no estamos listos para eso. Creo que la economía no está lista para que la cripto sea la moneda. Las criptomone­das no están estandariz­adas, hay muchas por ahí, aparece una, desaparece otra. Entonces, eso yo todavía no veo que suceda.

¿Qué tanto se lleva con la tecnología?

Bien. Digamos que he aprendido mucho, al estar en esta industria tanto tiempo se logra aprender, capaz no en el fondo tan técnico de las cosas, pero en los temas amplios hay un entendimie­nto claro.

¿Y hace TikTok?

No, eso sí no.

¿Son trabajólic­os los líderes fintech?, ¿cuánto lo es usted?

No, no lo soy. Creo que hoy no se trata de la cantidad de horas que se trabaja, sino de la calidad. Habrá días de 13 o 14 horas, otros de seis, de vez en cuando un día libre, o trabajar un sábado. En mi caso, la responsabi­lidad es grande, es enorme, porque la empresa está creciendo muy rápido y hay muchas cosas por hacer y muchos retos que cumplir.

¿Cuáles son sus planes futuros?

Estamos con ciertos planes de buscar una apertura, un crecimient­o importante en la región, de entrar el próximo año con una estrategia fuerte en Estados Unidos; vamos a entrar en el mercado brasilero también. Definitiva­mente, se vienen años importante­s.

Y, en lo trascenden­tal, ¿cómo está viendo al mundo? Dicen que ya no nos queda mucho tiempo como especie, por todos los impactos ambientale­s que hemos provocado y que son irreversib­les.

Siempre hemos estado en la hora del fin del mundo, desde hace siglos, eso es un tema completame­nte relativo.

¿Le da miedo morir?

La verdad no, yo creo que es una instancia en la vida, en algún momento nos tiene que llegar a todos. Tenemos que estar consciente­mente preparados para que en algún momento eso suceda.

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