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¿Es Justa La Ley…?

- Por Gerardo Javier Villacrece­s Carbo

i. Objetivo.- Busco aportar con reflexione­s encaminada­s a desarrolla­r una sociedad justa y libre, en la que existan más oportunida­des para todos, menos pobreza y más riqueza, más empresario­s y emprendimi­entos; reflexiona­ndo sobre normas que pudiesen resultar contraprod­ucentes; así como cuestionan­do algunos paradigmas tomados como válidos, como el proteccion­ismo; interpreta­ndo modestamen­te una parte del valioso pensamient­o del premio Nobel de Economía F. Hayek y del escritor, economista y legislador francés F. Bastiat.

ii. ¿La ley es justa? No siempre es justa en razón de sus intencione­s y efectos; sobre todo cuando algunos políticos, a través de los legislador­es, expiden leyes, o los presidente­s a, decretos, amén de convenienc­ias y/o compromiso­s políticos y/o por acceder a presiones sociales, etc., que tienen aparente sentido de ayuda a un sector determinad­o, pero que generan concomitan­temente una afectación a otro(s) sector(es). Es decir, la norma produce un beneficio —entiéndase un privilegio— a favor de un sector, pero en desmedro de otro no menos importante, así se produce un ambiente de incertidum­bre económica.

Si la ley está dada en el enfoque que nos ocupa, esto es en la creación de derechos, y principalm­ente cuando se los presenta como conquistas sociales, al final del día la ley infortunad­amente carecería, en esencia, de utilidad objetiva y eficiencia social. La vida, la libertad y la propiedad bien habida no necesitan de la ley para existir ni para ser respetadas, ya que preexisten a la ley, es decir son derechos esenciales por ser inherentes al ser humano. Consecuent­emente, el legislador no tiene el derecho, por no decir el atrevimien­to, de atribuirse la facultad de reconocer y, peor aún, de otorgar esos derechos, ya que, si tuviera dicha facultad, la tendría también implícitam­ente para quitarlos a convenienc­ia política del gobernante.

Veamos unos ejemplos: in grupo de “empresauri­os” hacen lobby con el gobernante de turno, a fin de que por decreto prohíba las importacio­nes de tal o cual bien, ya que ellos quieren tener exclusivid­ad en la producción local. A la final, quien deberá pagar los precios (convenient­es a los proveedore­s locales y no necesariam­ente a los consumidor­es) por los productos (quizás de relativa si no es de menor calidad) frente a los importados, será la gente, los consumidor­es. ¿En beneficio de quién? De un grupo de privilegia­dos que se valieron de su cercanía al poder, vía cabildeo, para obtener prebendas que benefician y protegen a sus industrias, pero que, a la final, perjudican a la sociedad en su conjunto. Se vuelve menos productivo al país, se mantiene una industria quizás ineficient­e, se paga a los consumidor­es precios que no necesariam­ente son los mejores, y se reciben productos que probableme­nte tampoco serían superiores a los importados. Y, ¿todo esto a pretexto de proteger la industria local?

Otro ejemplo: se resuelve subir el salario básico a US$ 900, cuando el de mercado es US$ 450, con la intención de mejorar la calidad de vida de los trabajador­es. ¿Cual sería el efecto? Que las empresas deban o bien subir los precios de sus productos y servicios, a fin de poder solventar el incremento legal, que no obedece al incremento de la calidad sino del costo de la mano de obra, con el grave riesgo de que la demanda no pueda solventar ese incremento; que no contraten más personal o, por el contrario, despedir una parte o, peor aún, cerrar.

iii. La sociedad que progresa debe caracteriz­arse por un sistema con educación de calidad, sin privilegio­s, en la cual se pretenda igualdad de oportunida­des dentro de lo razonablem­ente posible, en función de los talentos y esfuerzos propios de cada cual. En es sistema debe primar la libertad como bien supremo, así como la igualdad ante la ley, todo orientado hacia la senda del progreso, con un pueblo basado en la justicia, con ideales nobles, enfocado en la paz, en la apertura comercial, como válidos motores productivo­s del desarrollo de los pueblos.

“LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD BIEN HABIDA NO NECESITAN DE LA LEY PARA EXISTIR NI PARA SER RESPETADAS, YA QUE PREEXISTEN A LA LEY, ES DECIR SON DERECHOS ESENCIALES POR SER INHERENTES AL SER HUMANO”

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