Ecuador necesita una dieta rica en liderazgo y baja en paternalismo
¿Qué es lo que comen en los países como Israel o Japón para alimentar a su población con motivación y hambre de éxito? Existe quizás una dieta especial que no ha llegado a Ecuador que nos impide a tener un país que desborda innovación, superación y éxito.
Recordemos los terribles terremotos que afectaron a Haití (2010) y Japón (2011), dejaron decenas de muertes e incalculables daños materiales. Los dos países sufrieron daños materiales y pérdida de vidas humanas, sin embargo, la historia de ambos nos demuestra como la capacidad de visión en resiliencia y foco de responsabilidad habilita o inhabilita el progreso. En Haití un país que ya sufría de pobreza multidimensional antes del terremoto, sigue sufriendo 12 años después rezagos de esta catástrofe; a diferencia de Japón que a pesar de sobrevivir el sismo que incluso provocó la fusión de una central nuclear, la contaminación de grandes zonas con radiación, seguido por un tsunami, no sufrió cambios dramáticos en su estabilidad financiera y de desarrollo.
La diferencia más importante entre estos países se veía en las imágenes después de la destrucción, en donde en Haití las personas desahuciadas se sentadas encima de lo escombros esperando que organismos internacionales o el estado venga reconstruirles sus vidas. Las mismas imágenes sobre la destrucción circulaban sobre Japón, en donde en vez de encontrar a la población sentada en los escombros, veíamos familias limpiando calles y reconstruyendo sus hogares con sus propias manos. Lejos de juzgar la reacción de Haití, o minimizar este complejo problema, mi intención es notar la diferencia en la mentalidad de resiliencia entre las dos poblaciones. Estos dos países difieren en historia, en tipos de gobierno, pero esencialmente cuentan con gente por el mismo potencial. Qué podemos aprender sobre esta situación y como ecuatorianos qué podemos aprender de como hacen mejor otros países para sobrellevar los desafíos naturales y políticos que nos esperan.
Ecuador, un país con mucha historia paternalista, ha criado ciudadanos que continuamente estamos esperando que venga el Estado u otra organización salvadora a dar las soluciones a nuestros desafíos. Desde la educación, desnutrición, reconstrucción o corrupción, el ciudadano común se desentiende de ver como desde su área de impacto puede contribuir a dar solución a estos desafíos. ¿Qué sería de nuestro país si actuáramos como si no hubiera estado? Como si nuestro progreso depende de nuestra capacidad de unirnos como ciudadanos para reconstruir el país. El Ecuador con el que todos soñamos no está solamente en las manos de buenos líderes, está en nuestra capacidad resiliente de unirse a dar soluciones sistemáticas y permanentes a problemas sociales. Hoy en día florecen iniciativas publico-privadas que demuestran la posibilidad de hacer un país diferente posible, que llenen de esperanza y orgullo a pensar que no debemos sentirnos desahuciados sino motivados.
En los países en donde se exporta conocimiento, patentes e innovación no se mantiene una dieta especial, se alimenta el empoderamiento de acción para no esperar que otros solucionen los problemas que te afectan hoy. El Ecuador, país rico en recursos humanos, privilegiado geográficamente por su abundancia, ha sido víctima de su propia riqueza. No nos hemos enfrentado nunca a una realidad en donde exportar recursos humanos sea nuestra única opción como Israel o Korea. Pero la realidad es que nunca seremos capaces de progresar si los recursos humanos no administran correctamente los recursos naturales. Somos un país rodeado de riqueza y pobre en administración, y no hablo solamente por los líderes políticos sino por el liderazgo de cada uno de los ecuatorianos que ha sido tímido de ser parte de la acción. Creo que si queremos empezar a soñar en grande es momento de hacernos cargo de nuestro país, no esperar que sea el Estado el que proponga, accione y evalúe. La participación ciudadana hace la diferencia y es la mentalidad resiliente que todos necesitamos. Tengo la seguridad que estamos frente a las condiciones sociales perfectas para ver cambios profundos, sistemáticos y de crecimiento para nuestro país.
“EL ECUADOR CON EL QUE TODOS SOÑAMOS NO ESTÁ SOLAMENTE EN LAS MANOS DE BUENOS LÍDERES”