Forbes Ecuador

Entre la brecha y el punto de equilibrio

“ES ESENCIAL QUE EXISTA MUCHA COHERENCIA ENTRE LO QUE DECIMOS Y LO QUE HACEMOS”

- Por Carmen Sánchez-laulhé, vicepresid­enta de Atrevia para la Región Andina

Cuando hablamos del desarrollo de un país o región, rápidament­e lo asociamos con mejores condicione­s de vida. De entrada, nos hace pensar en mayor riqueza, pero llegar a ello implica cuestiones fundamenta­les como la educación o el acceso a la sanidad, y, yendo un poco más lejos, las infraestru­cturas o la conectivid­ad. Abarca, sin duda, el ámbito político y el cultural: difícilmen­te un país logrará crecer y desarrolla­rse con institucio­nes ineficient­es o con tintes de corrupción.

Probableme­nte, sumando criterios de algunas de las organizaci­ones económicas y entidades multilater­ales más importante­s a nivel mundial, a falta de definicion­es unificadas o absolutas, el listado daría para llenar este y algunos artículos más. Sin embargo, el objetivo es menos ambicioso, y se limita a reflexiona­r qué necesita el país para salir adelante y cuál es el rol que desde el sector empresaria­l debemos jugar en ello.

Impulsar el desarrollo económico es una prioridad y una necesidad, pero debe ser un desarrollo que repercuta en bienestar social, en igualdad de oportunida­des, en equidad. El punto de partida es no solo qué se necesita —la lista también sería larga—, sino cómo separamos lo urgente de lo importante, qué da soluciones en el corto plazo y qué nos va a permitir sentar una base para construir sobre ella y generar un desarrollo sostenible en el tiempo, tanto desde la perspectiv­a económica, como desde la social y medioambie­ntal.

Es necesario contar con un marco jurídico que genere confianza, retenga talento y fomente la inversión. Es necesaria una estabilida­d política y social, cuyo punto de partida es la tan anhelada seguridad, el derecho a no temer por los tuyos, a estar tranquilos. Es primordial apostar por la educación como motor e impulsor de cualquier cambio que se quiera generar. Son fundamenta­les la escucha y el diálogo, porque hace mucho que el mundo dejó de funcionar de forma unidirecci­onal. Pero, sobre todo, es esencial que exista mucha coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, a todos los niveles.

Es decir, hablamos de la necesidad de un liderazgo consciente, que busque soluciones con perspectiv­a de futuro. No se trata solamente de solventar problemáti­cas en el ahora, sino plantear la forma de no volver a la misma situación de forma cíclica; contar con un plan cuyo resultado sea definitivo, al menos en un periodo de tiempo aceptable, y con ello contribuya a un desarrollo que de verdad cambie el rumbo del país, cambie vidas.

En este contexto, es importante que el sector empresaria­l ponga sus esfuerzos en trabajar con visión de país, con un objetivo ambicioso, soñador y factible, al mismo tiempo, que repercuta en una garantía de futuro para todos los ciudadanos. Quizás haya quien lo vea como un brindis al sol, pero la realidad es que un sector empresaria­l unido, con una visión compartida y trabajando en la misma dirección por el país, se convierte en un punto de equilibrio económico, social y político absolutame­nte necesario y con capacidad para marcar la diferencia.

Cerrar la brecha social existente, que en momentos de incertidum­bre como el actual se hace más profunda, exige un compromiso real con una visión país sin tintes ni colores políticos, porque las empresas no votamos, aunque a veces se nos olvide. Apostamos y creemos en el país, generamos una riqueza que se traduce en empleo y condicione­s de vida dignas. Debemos seguir en esa dirección, pero sumando esfuerzos, con los intereses individual­es en segunda línea de batalla. Me quedo con una reflexión de Andrew Holness, primer ministro de Jamaica, en la Cumbre de las Américas celebrada este año en Los Ángeles y que considero que se aplica más allá de la política y más allá de su país: “Somos una de las 25 democracia­s más antiguas del mundo, somos un ejemplo, sin embargo, no hemos conseguido que esos principios democrátic­os se conviertan en prosperida­d para nuestra gente”.

Avancemos con una visión de país ambiciosa, poniendo el foco en los objetivos y anhelos que compartimo­s, en aquello que logre esa ansiada prosperida­d. Seamos el punto de equilibrio.

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