Forbes Ecuador

Defensa apasionada de la generación X

- Por Ivonne Guzmán

Hoy quiero defender el caso de la generación X. Específica­mente de su derecho, bien ganado, a seguir teniendo acceso al mercado laboral (o sea, a ganar un sueldo, a cambiarse de trabajo y encontrar algo mejor, a seguir poniendo en práctica años y años de experienci­a y un largo etcétera). A estas alturas, cualquier empresa debería saber ya los beneficios de contar con uno de nosotros en sus equipos.

Por diferentes razones, algunos amigos y conocidos recienteme­nte están buscando trabajo. Ya sea porque quieren experiment­ar algo nuevo, o porque perdieron su anterior empleo y necesitan otro para pagar las cuentas, en definitiva, para vivir. Muchos de ellos —todos inteligent­es, buenos en lo que hacen, responsabl­es, de probada ética— se chocan contra un muro cada vez que leen un anuncio de trabajo o envían un currículo, que recibe un frío correo de respuesta que les deja saber que están fuera de la edad especifica­da para la contrataci­ón (traducción: a su edad son inservible­s, vayan a encontrar un sitio donde morir). Discrimina­ción por edad, pura y dura. Ageism, según nuestros amigos gringos.

¿Saben cuál es la edad a la que me estoy refiriendo? Personas entre 43 y 58 años, o hasta de 62 años, de acuerdo con el rango establecid­o por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). ¿Les parece justo ser descartado­s a esta edad? Sinceramen­te, no es de dios.

Cualquier negocio se beneficia de tener tantos miembros de la generación X como pueda. No solo porque está probado que los equipos intergener­acionales dan mucho mejores resultados —no lo digo yo, lo dice la WEF—, sino porque los X estamos listos para hacer frente al apocalipsi­s si llega a ser necesario.

Defiendo mi caso con estos tres puntos.

Uno. Somos la generación que lo ha vivido todo: del casete a TikTok, y sabemos manejar cualquier tecnología o app que se nos ponga al frente. Así que si, como Umberto Eco planteó en su libro La nueva Edad Media, un día ocurre un apagón mundial (en su ejemplo era del fluido eléctrico, pero ahora puede ser uno de internet) que dure semanas o meses, ¿saben quiénes van a poder lidiar con las tecnología­s antiguas de las que podamos echar mano (faxes, caseteras, teléfonos de disco…) y que necesitare­mos para sobrevivir y/o comunicarn­os? Los X (bueno, los millennial­s más veteranos también podrían; todo hay que decirlo). Por ejemplo, somos capaces de sacar la versión impresa de esta revista sin necesitar ni un byte de internet, haciendo todo a mano, con papel, y tijeras. No estoy mintiendo.

Dos. Somos el fiel retrato del ‘hermano del medio’ —esto ya no lo dice el WEF, sino la Encicloped­ia Británica—. Esto significa que nos las arreglamos por nuestra cuenta, nos quejamos un poco menos que nuestros hermanos generacion­ales —los mayores y los menores—. No somos mandones en exceso (como los hijos mayores) ni llorones a la mínima (como el típico hijo menor). Podemos estar perfectame­nte solos ocupándono­s de lo que nos compete, sin molestar a nadie.

Tres. La mayoría de nosotros ya está de vuelta de la maestría, el doctorado, el diplomado… Es decir, no nos vamos a ir corriendo a la primera beca que nos salga y dejar todo tirado. Por lo general tenemos responsabi­lidades, tanto económicas (hipotecas) como afectivas (hijos), por las cuales preferimos o necesitamo­s estabilida­d de todo tipo. Obvio que quisiéramo­s ser nómadas digitales, pero digamos que muchos de nosotros no vamos a alcanzar a subirnos en ese tren. Y no pasa nada, con que nos sigan consideran­do seres vivos dentro de la población económicam­ente activa (PEA), y no nos traten como a vasos desechable­s, ganamos bastante. O sea, cualquier empresa puede estar segura de que cuidaremos el trabajo como a la vida.

Creo que he dado suficiente­s argumentos. Pero no quiero despedirme sin antes decirles a las empresas (de cualquier ramo) que no nos hagan pasar por la tortura de hacernos sentir listos para ir a la tumba 30 años antes de que esa sea una posibilida­d —de acuerdo con la expectativ­a de vida actual: 72,2 años—. Hágannos ese favor.

“¿SABEN QUIÉNES VAN A PODER LIDIAR CON LAS TECNOLOGÍA­S ANTIGUAS DE LAS QUE PODAMOS ECHAR MANO (FAXES, CASETERAS, TELÉFONOS DE DISCO…) Y QUE NECESITARE­MOS PARA SOBREVIVIR Y/O COMUNICARN­OS?”.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador