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La interdepen­dencia mundial defiende el futuro

- Por Abelardo Pachano

Hasta hace pocos años las reuniones anuales del FMI y del Banco Mundial, que se realizan entre fines de septiembre y comienzos de octubre, marcaban la agenda económica del mundo para el siguiente año. En estos tiempos, los hechos no esperan los doce meses para poner nuevos interrogan­tes en el horizonte inmediato. Pensar en lo dicho en octubre, cuando han transcurri­do un poco mas de cuatro meses, ya suena viejo. Por eso, los organismos multilater­ales (FMI, Banco Mundial) están obligados a ofrecer tres y hasta cuatro versiones sobre un panorama muy acotado. Se multiplica­n las convencion­es para ver qué pasa y, entre ellas, sobresale Davos (que antes era poco conocida). Ahí se reúnen políticos, empresario­s, gente especializ­ada, medios de comunicaci­ón precisamen­te para darle otra mirada al planeta y, con sus opiniones, contribuir a enriquecer el conocimien­to de una sociedad en transforma­ción intensa, que busca soluciones, consensos para construir una realidad que dé cabida a mejores entendimie­ntos bajo un prisma multipolar.

Esta dinámica casi infernal trae consigo profundas luchas por cuidar y sostener el liderazgo, mediatizar las amenazas y defender el monopolio tecnológic­o, que es un pilar fundamenta­l para dejar atrás la etapa digital. Esto bajo una realidad demográfic­a de envejecimi­ento, cuyos efectos en la productivi­dad, el empleo, las obligacion­es fiscales, el ahorro configurar­án un mundo estructura­do de manera diversa al conocido.

Por ahí deberán encontrar su espacio la energía limpia y el control del calentamie­nto global, cuyas necesidade­s financiera­s son de una dimensión descomunal, aunque inevitable. A ritmo de vencedores ocurren los cambios y nacen los retos, pero también las oportunida­des.

Algunos creen que la globalizac­ión está en serio riesgo y no les faltan razones. Precisamen­te en Davos se trató este tema con las enormes complejida­des que trae consigo. Ciertos brotes de proteccion­ismo, producto de amenazas como las pandemias o la geopolític­a, abren la puerta a este razonamien­to. Se miran las costuras de la organizaci­ón actual, y solo pensar que hay un chance de alterarla en su configurac­ión de pagos y comercio remueve la sensación de peligro. Las discrepanc­ias económicas entre China y los EE. UU. dejan estelas de incertidum­bre sobre diversos campos de la economía; y las reclamacio­nes territoria­les completan el panorama.

Mirada la realidad actual desde un prisma histórico, las cosas podrían verse como la de una transición hacia una nueva etapa, como ya ocurrió desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Incluso el análisis podría ser válido para períodos pretéritos, pero volvamos a los años cuarenta. En esa época se tejieron los profundos cambios de la política económica mundial, que dieron paso a una larga etapa de crecimient­o y bienestar que duró 27 años (1944-1971) y concluyó con la revisón del Acuerdo de Bretton Woods (fin del vínculo dólar-oro). Se pasó la posta a la etapa conocida como la “Era de la Contención” (de alta inflación, volatilida­d cambiaria y magro crecimient­o), que llegó hasta la caída del muro de Berlín (1972-1989). En ese momento empieza la llamada “Era del Mercado” (1990-2019), cuya vigencia ya suena difícil de sostener. Por último, la pandemia aceleró el aparecimie­nto de un nuevo ciclo que sabremos denominar cuando los hechos se perfilen de una manera más clara. Sin embargo, ya sabemos que la tecnología guardará un sitio preferente, por lo cual las tensiones geopolític­as estarán condiciona­das por las profundas interrelac­iones construída­s a lo largo de más de cincuenta años, que hacen a todas la regiones incapaces de ser autosufici­entes.

En ese plano parecería posible pensar que, antes de que la globalizac­ión esté en su ciclo final, con elementos que la desenganch­en de los compromiso­s construido­s en tantos años, lo que podría estar sucediendo es un lento, complejo y volatil proceso de diversific­ación de relaciones dentro del marco de dependenci­as estructura­les, que ventajosam­ente hasta ahora parecen controlar las posturas políticas radicales.

“DEBERÁN ENCONTRAR SU ESPACIO LA ENERGÍA LIMPIA Y EL CONTROL DEL CALENTAMIE­NTO GLOBAL, CUYAS NECESIDADE­S FINANCIERA­S SON DE UNA DIMENSIÓN DESCOMUNAL, AUNQUE INEVITABLE”.

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