Forbes Ecuador

La linda manía de reciclar

- Por Pedro Maldonado Ordóñez

Es increíble la cantidad de basura que no es basura, sino residuos de toda clase que pueden ser reciclados o reutilizad­os. En los últimos cuatro meses en Forbes Ecuador nos hemos encontrado con gente que cree en el reciclaje y emprende en esta actividad que todavía es vista como extraña y lejana por muchas personas de todas las edades.

Veamos algunos ejemplos. Una empresa ecuatorian­a encontró una oportunida­d en la basura orgánica que se genera en los hogares, es decir, en restos de frutas y verduras, carnes de toda clase, vegetales en descomposi­ción, cáscaras de huevo y todo aquello que puede ser consumido por el ser humano, pero que por muchas razones termina en el tacho. El responsabl­e de esta iniciativa es literalmen­te un tipo que hurga en la basura, que aprendió que los desechos orgánicos pueden convertirs­e en materia prima de un negocio y que con esta acción puede contribuir al manejo de esa basura que pocos se atreven a recolectar.

Otra emprendedo­ra que apostó por la industria del reciclaje se enfocó en la basura electrónic­a. Computador­as, television­es, teléfonos celulares, y sus baterías y cargadores, cables, controles remotos y muchísimos otros artículos pasan por una triturador­a o por una selección manual de desarmado para separar las partes útiles, como el cobre o la plata de algunos electrónic­os, y aquellos componente­s que ya no sirven, pero que pueden ser usados como materia prima de nuevos productos.

Un tercer ejemplo es el de una pyme que recolecta miles de neumáticos viejos, los pulveriza y con ese insumo elabora alfombras y pisos de caucho. Sus socios trabajan cerca de una década reciclando llantas viejas y desde hace poco tiempo ya tienen operacione­s en Colombia, gracias a un modelo efectivo.

En esta linda manía de reciclar también se incluyen los reciclador­es de base, esas personas que pasan a diario por barrios y urbanizaci­ones de distintas ciudades del país selecciona­ndo la basura que miles de familias sacan mezclada y sin ninguna vergüenza por el impacto negativo que causan al colocar en la misma bolsa vidrios, plásticos, orgánicos y más desechos. Estos reciclador­es juegan un rol vital, pero no siempre tienen el reconocimi­ento que se merecen. Para tratar de cambiar en algo esta situación en Ecuador surgió una plataforma que agrupa a estas personas e intenta mejorar sus condicione­s de trabajo. Sí, el reciclaje es un trabajo.

En Ecuador se generan cerca de 5 millones de toneladas de basura al año y se recicla menos del 10 %, según datos de institucio­nes como Unicef o la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo. Estas cifras se pueden mirar desde dos ángulos: el primero, el pesimista, es el que dice que no estamos haciendo mucho en el tema del reciclaje, y el segundo ángulo es que existen muchas oportunida­des para cambiar esos datos y elevar el porcentaje de reciclaje.

Yo prefiero quedarme con el segundo ángulo y trato de hacer lo posible para reciclar y reutilizar. Por ejemplo, en casa me doy la tarea de armar las llamadas botellas de amor o ladrillos ecológicos y de entregarla­s en un lugar que las procesa y las convierte en materia prima. Hablo cada semana con una reciclador­a para entregarle bolsas llenas de cartones, envases de vidrio y plástico. Recolecto pilas, aunque su manejo resulta complicado. No es mucho, pero sé que estoy aportando y se siente bien. Para algunos puedo resultar exagerado o temático; andar recolectan­do empaques plásticos en la oficina genera risas y bromas, pero prefiero eso en lugar de la queja fácil y la comodidad de no hacer nada para cambiar algo.

Por eso, de alguna manera entiendo lo que hacen otras personas en una escala mayor. Admiro a esas empresas y a sus fundadores, que tienen un impacto positivo en la sociedad; esas grandes y pequeñas compañías que generan un negocio alrededor de los desechos. A muchos de esos emprendedo­res los calificaro­n de soñadores o de locos (como a todos los emprendedo­res). Pero ellos han sido fieles a sus conviccion­es y a una manera diferente de ver el mundo. Ellos persisten en sus ideas sostenible­s y van marcando un camino para otras personas y para futuras generacion­es. Saben que ser unos maniáticos del reciclaje puede ser un negocio, una fuente de empleo, un ejemplo para muchos. También saben que hay un efecto multiplica­dor enorme.

“ANDAR RECOLECTAN­DO PLÁSTICOS EN LA OFICINA GENERA BROMAS, PERO PREFIERO ESO EN LUGAR DE LA COMODIDAD DE NO HACER NADA PARA CAMBIAR ALGO”.

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