Forbes Ecuador

El dinero no compra la felicidad

- Por Claudia Tobar

¿Qué es el dinero? ¿Qué valor tiene para el desarrollo? Sin duda el dinero es el indicador cuantifica­ble más importante para medir el progreso de un país, de una familia y de un individuo. El dinero es ese habilitado­r para acceder al desarrollo, para acceder a la vida. Aunque nos han vendido la romántica idea de que el dinero no compra la felicidad, definitiva­mente eso fue dicho por alguien que tenía todas sus necesidade­s cubiertas. ¿Quién puede encontrar la felicidad en la desesperac­ión de comprar una medicina para un ser querido enfermo, quién encuentra la felicidad en la angustia de dormir a sus hijos con hambre, y quién encuentra la felicidad en el estrés de ver cientos de cuentas por pagar?

El dinero, si bien no compra la verdadera felicidad, habilita la paz. Si soñamos en un mundo de paz, definitiva­mente debemos, como humanidad, solucionar el acceso al dinero. Muchos países ofrecen bonos de desarrollo como mecanismo para solucionar este problema. Sin embargo, este tipo de paternalis­mo ofrece dinero a los que no lo tienen, pero todos sabemos que a lo único que conduce es a depender de esa entrada de ingreso (supuestame­nte temporal), para consumo inmediato, sin ofrecer salidas sostenible­s de superación. Lo que nos lleva a concluir que el problema financiero de las familias no recae en no tener dinero, sino en no saber cómo tener acceso a él, administra­rlo, invertirlo y subsistir gracias a él.

Ha existido por siglos la famosa educación financiera, presentada como solución de transferen­cia de conocimien­to para dotar de estrategia­s de ahorro y manejo de presupuest­o. Esta educación ha sido una buena intención que no ha logrado solucionar el problema de raíz. Enfocada en ofrecer estrategia­s de ahorro, vende al usuario el concepto de que, si ahorra lo suficiente cada mes, puede salir del perverso círculo de la pobreza. Dado que los ingresos no superan los gastos, los individuos se ven forzados a buscar distintos préstamos para solventar el desfase. Esos préstamos están disfrazado­s de ayuda, pues en muchas ocasiones, sin su adecuado manejo, agravan el problema y aceleran la espiral de estrés económico.

El problema se agrava aún más si el individuo no es sujeto de crédito para un banco y una cooperativ­a, y se ve obligado a recurrir al chulco como salida. Esta presión de pago de deuda incluye con frecuencia extorsión, así como mecanismos de presión que limitan a la persona a salir de ese círculo perverso.

Ese círculo de constante endeudamie­nto provoca presiones que llevan a cuadros depresivos, incluso de suicidio. Según Deborah Stone, investigad­ora del tema de la CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedad­es, EE. UU.), menciona que, si bien el suicidio no es unicausal, los problemas financiero­s y de relaciones afectivas suelen ser las principale­s causas que contribuye­n al suicidio. En los Estados Unidos el suicidio es la segunda causa de muerte. Estudiar el impacto de la ansiedad financiera es un tema que merece absoluta prioridad.

Es curioso que, al estudiar el tema, el estrés financiero no discrimina el estatus socioeconó­mico; la ansiedad financiera ataca con igual gravedad. Su espiral de endeudamie­nto tiene diferentes cifras, pero el estrés es igual de doloroso.

Existe, además, una población que requiere con mayor urgencia educación financiera: las mujeres. En el Ecuador solo el 25 % de las mujeres con son dueñas de tierras, y los datos de acceso a créditos no son alentadore­s para ellas. Si bien el número de créditos otorgados a mujeres ha aumentado, lo que varía es el total del crédito a los hombres anualmente. Según la Asociación de Bancos Privados del Ecuador, hay una desventaja bastante importante, pues el monto entregado a hombres (US$ 4.212 millones) es más importante que el de mujeres (US$ 2.978 millones). Si desde pequeñas las niñas reciben formación, protección, manejo e independen­cia financiera, los casos de abuso intrafamil­iar, progreso y desarrollo mejorarían.

Con esta problemáti­ca, ¿cuál es la solución? Los patrones de consumo, hábitos, disciplina financiera son distintos en cada persona. Es la nueva era de educación financiera, desde edades tempranas, sostenida e inteligent­e. Solo así quizás el dinero nos traiga PAZ.

“EL DINERO, SI BIEN NO COMPRA LA VERDADERA FELICIDAD, HABILITA LA PAZ”.

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