Otra vez en campaña
Desde hace años se discute sobre un concepto que parece una constante en la política. Las elecciones y el ejercicio del poder podrían ser una campaña permanente. Solamente son fases distintas de la acción política, íntimamente ligada a la comunicación. Una actitud es aquella de los políticos y los partidos en la campaña electoral, para captar adherentes, conseguir recursos y acumular votos, y otra, distinta pero ligada con vasos comunicantes, aquella de los ciclos de la gestión pública.
Los expresidentes de los Estados Unidos Woodward Wilson, Franklin D. Roosevelt y Harry Truman empezaron a emplearse a fondo para hacer del ejercicio de la presidencia una campaña permanente. Si la política es la continuación de la guerra con otras formas, el ejercicio del poder es la continuación de la campaña comicial con otras armas, como aquella de la comunicación política.
El Ecuador llegó, forzado por las circunstancias del bloqueo de una oposición feroz y consistente al presidente Guillermo Lasso, al precipicio de la muerte cruzada. La aplicación del artículo 148 de la Constitución, que disolvió la Asamblea Nacional, conllevó a convocar un periodo electoral anticipado por primera vez en la historia republicana.
La asfixia política perseguida por la oposición y las serias falencias de gestión profunda y suficiente para articular un cambio, que era el mandato de la segunda vuelta, nos han llevado a esta sui géneris circunstancia de la muerte cruzada. El Poder Legislativo se fue a casa y el Gobierno también tiene fecha de caducidad. Ya nada será igual, salvo que, por la voluntad popular, vuelvan a ganar algunos de los mismos legisladores cuya gestión recibió muy bajas calificaciones en las encuestas.
Las elecciones del 20 de agosto serán distintas a todas las demás de la reciente etapa de gobiernos civiles. Una campaña corta tiene algunos aspectos a tomar en cuenta. Como dijo Christofer Arterton en su libro Las estrategias informativas en las campañas electorales, el tiempo de los candidatos vale oro. Ese valor es más importante en una campaña corta, donde los recorridos y contactos de los candidatos con la ciudadanía serán limitados, la potenciación de los medios masivos tradicionales como la radio y televisión podría volver a cobrar importancia y la explotación ad infinitum de los mensajes en redes sociales podrían ser factor de una victoria, o la fatal trampa, si llegan a la saturación de una sociedad hastiada y asqueada de la política.
Si damos por válido que en los tiempos que corren no se puede ganar una campaña sin emplear las redes sociales, también puede ser correcto pensar que tampoco se puede ganar una campaña solo con redes sociales. Allí es donde entran los conceptos de mercadeo que se aplican a otras facetas de las campañas: una comunicación de 360°. La suma acertada de todos los espacios del pastel parece ser la fórmula clave.
¿Puede un candidato nuevo darse a conocer en tan corto tiempo? Parece difícil pero no imposible; veamos la persistencia y penetración de los mensajes que, en esta campaña como en ninguna otra, deben ser repetidos pero especialmente penetrantes.
La teoría del outsider se pone a prueba de fuego en esta elección.
En medio de la dispersión advertida a pocos días del cierre de la campaña (y cuando esta revista entraba a imprenta), aquellos candidatos que hayan logrado traspasar el umbral de conocimiento de la mayoría de los potenciales votantes también corren con el viento a su favor en la carrera de caballos, como conocen los expertos a los distintos tramos de la campaña, que sugiere ser, en algunos casos, como un cabeza a cabeza en el símil con los derbies equinos.
También corren con ventaja en esa carrera aquellas fuerzas que hacen política a diario y tienen maquinarias electorales bien aceitadas. Los grandes temas de campaña serán el de la inseguridad, el desempleo y la falta de oportunidades. Todos los candidatos seguramente los tocarán, pero quien acierte con un mensaje convincente tendrá las de ganar.
“¿PUEDE UN CANDIDATO NUEVO DARSE A CONOCER EN TAN CORTO TIEMPO? PARECE DIFÍCIL PERO NO IMPOSIBLE”.